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España España · Madrid
Críticas de Mogwai
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Críticas 35
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
5 de noviembre de 2007
37 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay lugares donde las cosas que hiciste en el pasado parecen no importar, donde puedes volver a olvidar todo y empezar de nuevo. No son lugares mundanos, parecen pedacitos de otro mundo que por error han llegado al nuestro para reconfortar a los pocos afortunados capaz de buscarlos con suficiente dedicación como para encontrarlos, escondidos en medio de un desierto al que pocos se atreven a enfrentarse. Paris, Texas es uno de esos lugares. La gran obra maestra de Wim Wenders, aquella con la que se alzó con la Palma de Oro en el festival de Cannes de 1984, es para empezar todo un prodigio de la técnica cinematográfico, el perfecto ejemplo de cine como arte dirigido a los sentidos. La maestría de Wenders moviendo la cámara, la fotografía como siempre maravillosa pero nunca tan excepcional de Robby Müller y la música de Ry Cooder, tres genios reunidos y en perfecta conjunción, hacen de esta una película tan bella plásticamente que a veces parece escapar de las convenciones del propio cine. Nadie pinta paisajes como Müller, que hace aquí uso de una fotografía hiperrealista y sobria para traernos el colorido del desierto, de las luces nocturnas de las autopistas, de las puestas de sol y demás espectáculos de la naturaleza con una paleta donde el verde y el rojo parecen querer expresar tantos sentimientos como los propios actores, ofreciendo uno de los mejores trabajos de cinematografía que se han visto probablemente nunca en el cine. Por supuesto, nadie filma road movies como Wenders, el único capaz de transmitir con perfección la soledad y libertad que otorga la autopista con esos planos tan sutiles y elegantes que ya aprendía a usar en su gran obra temprana, "Alicia en las Ciudades". Y Cooder, claro, y su solitaria guitarra tañendo como lamentos salidos del alma del pobre protagonista.
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Mogwai
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9
5 de noviembre de 2007
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un mosaico de vidas cruzadas, Paul Thomas Anderson vuelve a maravillar en una película compleja, deslumbrante y demoledora sobre la naturaleza de los sentimientos humanos más profundos. Siguiendo el camino que ya marcó con la película que le dio a conocer (Boogie Nights, 1997), Magnolia es una película épica e intensa a lo largo de sus tres horas de duración, pero también divertida y sorprendente. A pesar de su largo metraje, en ningún momento se torna aburrida, gracias a esa estructura de varias historias que hace que no se centre nunca mucho tiempo seguido en ninguna de ellas, y gracias a su dirección dinámica y espectacular, con sus largos planos secuencia y su buen uso de la música, que por otra parte es también muy notable, con un bonito score orquestal del siempre sólido Jon Brion y una serie de canciones “pop” compuesta e interpretadas para la ocasión por Aimee Mann. Por supuesto, las actuaciones son soberbias. Usando básicamente el mismo reparto de "Boggie Nights" (esto es Julianne Moore, John C. Reilly, Philip Seymour Hoffman, Philip Baker Hall, William H. Macy y Luis Guzmán), y añadiendo a Tom Cruise, Jason Robards y Melora Walters, el resultado es realmente impresionante, con los más consagrados (Robards, Moore, Baker Hall, Macy) tan soberbios como acostumbran, y los menos duchos demostrando que también saben actuar (Cruise ofrece su mejor interpretación... bueno, quizá su única interpretación, Jerry Maguire aparte...). En definitiva, aunque quizá no sea tan sorprendente como su anterior obra, y aún siendo quizá incómodamente larga, Magnolia es una gran película, y la confirmación de Paul Thomas Anderson como uno de los talentos más brillantes del nuevo Hollywood.
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Mogwai
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9
5 de noviembre de 2007
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La vida de los otros" funciona en dos planos bien diferenciados. Por un lado está el obvio mensaje político, el estudio (nada subjetivo ni panfletario, y ahí está uno de sus logros) del sistema autoritario de la RDA y de las posibles causas de su fracaso social; por otro, y es éste el más profundo, es un viaje a la mente de un hombre gris y obediente que comienza a plantearse si entregar su vida a un sistema y a unas ideas políticas es algo válido, si la vida es quizá algo más importante que eso, si, como le “cuentan” los dos artistas a los que observa, la única razón lícita para entregar tu vida sea sólo el amor, ni siquiera el arte, algo cuyo significado nunca ha conocido pero que irá aprendiendo poco a poco, en las conversaciones de los otros, en los libros que cuidadosamente coge de la casa de los observados o en el momento en que decide tomar partido. En este plano, la película se transforma de un film interesante a una obra hermosa y emotiva, a lo que ayuda mucho el precioso estilo formal, con una factura técnica soberbia. Con algún parecido a la obra del primer Wim Wenders, la película progresa lentamente, con sutiles movimientos de cámara, una elegante música de corte clásico y un montaje que intenta fundir en uno las vidas del agente y del artista. Es lenta, pero no pesada: sus dos horas y cuarto de duración pasan rápido, gracias al poder de absorción de la historia y de algunas ligeras gotas de humor que ayudan a relajar un poco la angustia de la historia. Y, aunque no pueda hablar más de ello ahora, el final es precioso, una especie de epílogo a la obra que la completa y la hace casi perfecta. Una gran película, en definitiva.
Mogwai
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8
5 de noviembre de 2007
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
[Extracto de la conversación entre dos petirrojos]

-¿Por qué Neil Jordan siempre divide opiniones con sus películas? A mi esta me ha encantado, realmente.

-Bueno, tiene uno de los estilos más personales que hay. Lo suyo son más cuentos que historias. Convierte la imaginación de los personajes en imágenes, llena la pantalla de colorido y sin embargo lo hace contando historias que en el fondo son muy duras. Esta va de un personaje que lo pasa mal durante toda su vida pero logra superar esa frustración y encontrar siempre el lado bueno de las cosas.

-Sí, cierto. Es que me recuerda a otra peli suya...

-“The Butcher Boy”, de 1997. Ambas están basadas en novelas del escritor Patrick McCabe, y cuentan la historia de un personaje criado en la dura Irlanda rural de finales de los 60. Pero aquella era un cuento durísimo sobre la influencia que tienen sobre una persona los malos tratos, físicos y emocionales, en la infancia, y esta trata más bien de la forma en que un chaval afronta un mundo hostil con él por cómo es, y cómo nunca desiste en intentar alcanzar sus sueños...

-Y, otra vez, lo hace retratando de fondo el conflicto irlandés, claro, omnipresente en su obra. Desde “Juego de lágrimas” es un tema que ha tratado con mucha fortuna, y ayuda a crear un tamiz secundario a la historia del prota y a meter algunos de los momentos más dramáticos, con los que rompe constantemente el tono onírico que mantiene el resto de la peli.

-Claro. Y salen Liam Neeson y Stephen Rea, y Cillian Murphy está absolutamente impresionante, y la dirección artística y la fotografía son excelentes, y encima suenan un par de temas estupendos de Van Morrison. Una película espléndida, en definitiva, muy recomendable.

-Sip....oye, acaba de venir el lechero. Vamos a picotear la nata...
Mogwai
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9
5 de noviembre de 2007
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es esta una película normal. La premisa del argumento es brutalmente simple, y en ningún momento la película parece profundizar en ningún tema. Diálogos vacíos, situaciones rutinarias y en ocasiones cómicas (“¿Quién es el padre?” “Nadie, soy virgen...no, es broma, pero sería la bomba”) que son sólo excusas para transmitir un mensaje menos evidente pero más profundo. Sin contar nada explícitamente, la película te deja helado mostrando a inmigrantes enjaulados franqueando el camino de Theo a su trabajo, en las caras desoladas de todos los personajes y figurantes que aparecen en plano, en la recreación de los “campos de refugiados” en que viven los inmigrantes, inspirados en los guetos judíos de la Europa tomada por los nazis, las fosas comunes de las que sobresalen los cadáveres carbonizados de inmigrantes exterminados. La han acusado de ser insustancial y vacía, pero también bella, y sobre lo último no hay duda. La maravillosa fotografía de Emmanuel Lubezki, en la que la luz apenas puede emerger en la atmósfera lúgubre y gélida, el magistral uso del plano secuencia, el diseño de producción, la música...es todo perfecto y te sumergen de pleno en la vida de los personajes, haciéndote vivir y sufrir (especialmente lo segundo) como uno de ellos. Y, extrañamente, lo que más acaba transmitiendo es optimismo y ganas de luchar por un mundo mejor, para evitar a toda costa que en algún momento nuestro mundo llegue a ser como ese mundo. "Hijos de los Hombres" pertenece a esa rara especie de películas de ciencia ficción que aprovechan las posibilidades de hablar de un futuro cercano e incierto para tratar el presente y la realidad actual. Como la maravillosa "Brazil" de Terry Gilliam, su mundo futurista es más una advertencia de lo que puede pasar si seguimos viviendo como hasta ahora que una fantasía. Una de las mejores películas del 2006.
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Mogwai
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