Llevaba ya el bueno de Ford más de 60 realizaciones a sus espaldas, pero con "El delator" alcanzaría el principio de su cumbre artística, obteniendo el Oscar al mejor director. Aún así, no es esta una de las grandes obras maestras del irlandés. Destaca su estética muy sombría, nebulosa, casi imbuida del maravilloso y desazonante expresionismo alemán, y su conjugación de puro drama humano y psicológico con el cine negro, que es dónde la película resulta verdaderamente interesante y antecesora de futuros logros del cine americano.

La continuación del magnífico y mítico "Alien" de Ridley Scott, realizado por el canadiense James Cameron, un notable manejador de los recursos del cine comercial. Se cambia el enfoque, pues, pasándose del enfoque cosmogónico y encantador, más fantaterrorífico de su predecesora, al directamente más belicoso, gritón y agresivo, mucho más americano. Aún así, la película te suelda a la butaca y y te embarca, entre efectos especiales, tozudos y patrióticos marines, aliens y una Weaver más titánica que nunca a una odisea muy entretenida, con el atractivo paisaje del ciberespacio al fondo.

Un drama en toda regla, que desde el convincente duelo interpretativo entre la menuda Winona Ryder y la escultural Angelina Jolie - por fin, da señales de vida como actriz, Oscar incluido -, surge en pantalla como un producto solvente, equilibrado y muy apreciable, dónde la conclusión esencial es que es imprescindible extraer de nuestro fuero interno nuestros demonios para lanzarlos con firmeza y seguridad al exterior, lejos.

Una sobre chicos malos, adolescentes, rockeros y rebeldes, fanáticos de un grupo de rock, que pasarán mil y una aburridas ¿aventuras? para poder acudir al concierto de sus "dioses". Una comedieta "teen" americana insufrible, que engrasa la máquina de hacer insultos al cine y de la lastimosa falta de cerebro y neuronas de la industria yanqui actual.

Philip Noyce consigue una atmósfera y un clima prácticamente magistrales, sacando partido a un trío de intérpretes aquí magníficos y, sobre todo, al desértico y siniestro océano que los circunda, en aras de una acción sin respiro, desasosegante, precisa y embaucadora, de total y absoluta eficacia que todavía hoy y creo que por muchos años, perdurará.