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España España · Madrid
Críticas de Mogwai
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Críticas 35
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
6 de diciembre de 2007
111 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque venga etiquetada como tal, Control no es un biopic. Empieza narrando la temprana juventud de Ian Curtis, mostrando hechos conocidos de ella (donde dibuja un importante parecido argumental con "24 Hour Party People", la estupenda (y muy diferente) película de Winterbottom), pero cuando realmente empieza a brillar es cuando deja atrás esos datos para hablar del alma y de los sentimientos de una persona tan confusa, sombría y lúcidamente trágica como Ian Curtis, el cantante de los aún hoy inimitables Joy Division. Sabemos la historia (para los que no la sepan están precisamente esos primeros minutos más "objetivos"), pero lo que no se espera es un relato tan profundo y emocional sobre la vida como el que realiza Anton Corbijn. Ian es casi sólo un pretexto para introducirse en la mente de una persona atormentada por sus actos pasados, atrapado en una vida insatisfecha e incapaz de satisfacer las exigencias espirituales que implican las expectativas de su banda y su familia. Un retrato crudo y oscuro sobre un alma que no necesariamente eligió el camino correcto y que desde luego anda bastante lejos de lo que suelen trazar los típicos biopics heroizadores hollywoodienses, lo cual de por sí sólo ya sería algo positivo pero que aquí realmente funciona porque Corbijn sí que logra transmitir todas las emociones, toda la tristeza y toda la poesía que pretende la historia.

Mención aparte para el apartado técnico. El tratamiento visual es realmente impresionante. Está la fotografía en blanco y negro, brillante y decadente como la música que hace la banda del protagonista, pero aún mejor es la forma en que compone la imagen, sus encuadres y el ritmo que imprime. Y, por supuesto, la música, tan buena como siempre pero con el aliciente de esas muestras de las actuaciones en directo de la banda, rodadas de forma totalmente fiel a cómo nos han llegado los escasos documentos de Joy Division en directo, e imitando el sonido ruidoso y agresivo que gastaban en el directo, lo cual tiene aún más valor teniendo en cuenta que realmente son los actores que interpretan a los cuatro integrantes de la banda quienes están tocando. Y Sam Riley, que por momentos no interpreta a Ian Curtis, es Ian Curtis. Es un film espléndido y uno de los mejores del 2007, sin duda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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7
26 de noviembre de 2007
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de esta película es sin duda el mero hecho de que exista. De Palma le ha echado mucho valor al crear un film que intenta huir de la crítica fácil a la administración Bush y la guerra de Irak para centrarse en la condena de la guerra en sí y de las atrocidades que cometen todos los que participan en ella. El problema es que la película simplemente no funciona como debería. El estilo de falso documental y el montaje con retales de vídeos provenientes de distintos medios es una buena idea que no se explota todo lo bien que se debiera, ya que al final no logra crear la crítica que pretendía contra la labor complaciente de los medios en este conflicto, y la dramatización de la aberración que da pie al guión (la violación y asesinato de una niña de 15 años y el resto de su familia por soldados americanos) es demasiado pueril y desdibujada en muchos momentos, en muy buena parte por esos actores no tan correctos como deberían y los personajes algo desdibujados a los que interpretan.

Parece que, dada la naturaleza tan horrible de lo que cuenta, ha decidido aligerar tanto la narración que al final le ha faltado garra para crear lo que podría haber sido una película excelente. Aún así, tiene momentos realmente buenos (y aterradores) que hacen que su visionado valga la pena. Es tan fallida como necesaria.
Mogwai
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8
5 de noviembre de 2007
44 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se puede hacer una película sin guión? Haynes casi lo logra aquí. Una historia mínima sobre la vida oculta de una antigua vieja gloria del glam se convierte en manos del director estadounidense en un pretexto para crear una de las películas más estetas, singulares y hedonistas de los últimos años. Usando como guión la biografía de Bowie, oculto bajo el nombre de Brian Slade y tocando canciones de Roxy Music y Brian Eno por temas de derechos, Haynes da un bonito repaso al género de la brillantina que marcó la música británica de la primera mitad de los setenta, trazando su origen y sus influencias cabareteras (el personaje de Jack Fairy, muy probablemente identificado en el propio Brian Eno) y salvajistas (ese Iggy Pop mimetizado por Ewan McGregor bajo el nombre de Kurt Wilde) y toda su evolución y señas de identidad, incluida la ambigüedad sexual y el cinismo que mejor le representaba. Lo hace mediante viñetas inconexas, trozos de supuestos videoclips y actuaciones y recuerdos aleatorios de sus personajes, que acaban creando el mosaico que conforma la película. Una película que decepcionará a aquellos que pretendan encontrar un significado o intención del director en ella y que fascinará a quien se meta en ella sin prejuicios ni restricciones, con la misma actitud liberal y hedonista que sus protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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9
5 de noviembre de 2007
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rushmore gira en torno a tres personajes. Max Fischer (Jason Schwartzman, sobrino de Coppola, en su debut en el cine), un quinceañero de familia humilde estudiante de la prestigiosa Academia Rushmore, colegio de gente privilegiada al que accedió con una beca y donde disfruta de una posición notable gracias a su pasión por las actividades extraescolares. Una cita de Jacques Cousteau escrita en un libro de la biblioteca le lleva a conocer a la señorita Cross (Olivia Williams), profesora de Rushmore de la que se enamora, sin querer aceptar la imposibilidad de su relación por la diferencia de edad. El último en discordia es Herman Blume (Murray, un magnate industrial padre de dos alumnos de Rushmore que vive en crisis totalmente desencantado con su vida y su familia, y que encuentra en Max un amigo con quien compartir miserias y, poco después, el amor por la misma mujer.

Bajo esa apariencia de comedia romántica de instituto, el guión (del propio Anderson y el actor Owen Wilson) desarrolla una profundidad y emocionalidad enorme gracias básicamente al desarrollo de esos tres personajes, y sobre todo de sus respectivos intérpretes, destacando a un enorme Bill Murray, que consigue llevar toda la desesperación y angustia de un hombre atrapado en su vida a su rostro; y Olivia Williams, con un personaje absorbente y frágil cuyo encanto detona la relación entre los protagonistas. En medio Max Fischer, viendo cómo su mundo (su “Rushmore”) se desmorona y se obligado a pasar a la madurez a base de palos, olvidando sus sueños y grandes aspiraciones y aprendiendo que a veces hay que conformarse con lo que tenemos. Todo envuelto en un estilo soberbio que hace de la película un festín visual lleno de preciosos movimientos de cámara, el uso magistral de la cámara lenta (¿por qué se usa tan poco en la actualidad?) y una banda sonora llena de temazos de la British Un ejemplo de comunión entre diversión, belleza, profundidad e inteligencia que sólo unos pocos elegidos logran.
Mogwai
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10
5 de noviembre de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La discutible voluntad de un marido, la devoción total de su mujer y la opresiva sociedad que la rodea llevan a la pobre buena de Bess a una auténtica espiral destructiva con la que el genio danés intenta mostrarnos lo más bajo y más admirable del ser humano, con la infinita bondad de la joven intentando derrotar a la decrepitud del mundo en que vive. “Rompiendo las Olas” es una de las grandes películas europeas de los 90, mostrando una de las mayores historias de amor vistas en la pantalla (también una de las más duras) llena de fe y esperanza, y teorizando una forma nueva de hacer cine cuya influencia se sigue dejando notar en algunas de las grandes películas recientes. También es cierto que no es una película fácil (sus dos horas y media de duración no ayudan en este aspecto) ni agradable (Von Trier siempre ha sido un poco sádico haciendo sufrir a sus personajes), pero si estás harto de tanto cine prefabricado del que nos viene del otro lado del charco y deseas algo realmente desafiante, esta es tu película. Grandiosa en todos los aspectos.
Mogwai
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