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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de William Munny
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Críticas 63
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
29 de septiembre de 2006
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enmarcada dentro de su particular homenaje fílmico a los diez mandamientos, el célebre director polaco realiza con “No matarás” una de sus películas más notables e infravaloradas.

Narrada a través de diversos puntos de vista (asesino, víctima y verdugo), el film sirve como reflexión sobre la pena capital, así como critica duramente el aparato institucional que las dicta y que muchas veces actúa en contra de sus propias convicciones.

La película presenta una Polonia en ruinas, de calles vacías, sin asfaltar, habitada por gentes que se esconden en sus abrigos y observan con miradas huidizas y gesto serio lo que acontece en un país que no encuentra su identidad y deambula a la deriva.
La representación de una sociedad deprimente, alienante, insolidaria; perfecto caldo de cultivo de mentes desequilibradas que sólo buscan la satisfacción personal, se lleva a cabo mediante un meritorio trabajo de fotografía en la que imperan tonos apagados, oscuros, tristes, principalmente grises y ocres que ambientan convincentemente la locura de Varsovia.

Dividida en dos partes claramente diferenciadas, “No matarás” supone un intenso ejercicio para los sentidos del espectador, pues huye del discursismo para dejar a éste que saque sus propias conclusiones del sinsentido que se nos revela. Es por tanto una película incomoda, donde disfrutar de la misma se hace casi imposible, pero que a la vez resulta necesaria por su mensaje. No es entretenimiento, es interacción, crítica, comprensión.
Y todo esto contando de manera soberbia, con planos que nos pondrán los pelos de punta (el gato del inicio es un ejemplo), que se sirve de un excepcional trabajo de fotografía para expresar sentimientos mediante imágenes en vez de palabras y donde los actores son lo de menos pues el dramatismo no lo aportan ellos, sino las circunstancias en las que se mueven y donde no son más que simples marionetas condenadas a encontrarse.
El único pero es que ese alejamiento voluntario con los sentimientos de los personajes puede resultar contraproducente y conseguir alejarnos a nosotros mismos de lo que se nos está contando, con la pérdida de interés que esto conlleva.
Aun así, muy recomendable.
William Munny
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7
29 de septiembre de 2006
42 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenimiento del bueno es lo que nos ofrece esta atractiva propuesta aventurera que relata la fuga de dos criminales de una cárcel de máxima seguridad en las frías tierras de Alaska. Uno de ellos (Jon Voight) es por su mal comportamiento y continua insubordinación un ejemplo a seguir para todos los demás presos, que aclaman sus desplantes al rector y festejan todas sus rebeldías. Cuando decide fugarse, tras el ira un tipo de poca personalidad, fácilmente impresionable y que adora a Voight y todo lo que éste representa (Eric Roberts).

Con la policía pisándoles los talones, los dos fugitivos pretenden huir montándose a un tren con tan mala fortuna de que nada más comenzar el trayecto el maquinista sufre un ataque al corazón y deja a la locomotora sin nadie que la dirija. A partir de aquí el viaje se tornara extremadamente peligroso para los dos protagonistas, en los que la tensión de saber que la muerte se aproxima minará sus esperanzas y dejará al descubierto sus instintos más primitivos.

Sin perder el espíritu aventurero, Konchalovsky narra no sólo un viaje frustrado hacia la libertad, sino también una historia de sueños rotos, ilusiones perdidas y dolorosos descubrimientos.
El factor psicológico no se descuida en ningún momento (se nota la mano de Kurosawa en el guión), pero al film se le podría achacar un desarrollo un tanto plano que solo se altera en los últimos veinte minutos de metraje, curiosamente cuando entra en escena Rebecca de Mornay y transforma todo lo visto hasta el momento.

Lástima que cometa un grave error al darle tanta importancia al rector de la penitenciaria y a lo que sucede fuera del vagón del tren. Debido a esto último la película pierde originalidad, frescura, y termina pareciendo algo tópica y previsible. Cosa que gracias a un final lleno de lirismo e intensidad podemos comprobar que por suerte no trasciende de lo meramente anecdótico y no acaba amargándonos el dulce del todo.

Voight está brillante (recomiendo verla en versión original), la banda sonora complementa perfectamente lo que vemos y una dirección ágil, efectiva, que no deja que baje el ritmo de la acción, que se sirve de la naturaleza como medio de expresión y que siempre está bien posicionada hace el resto.
“El tren del infierno” es por tanto un film emocionante, que entretiene como pocos y que a pesar de sus fallos te deja un grato recuerdo.
Recomendable.
William Munny
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8
28 de septiembre de 2006
83 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta imposible comprender cómo una película de este calibre esté tan olvidada hoy en día. “Tras el cristal” no es sólo un excepcional drama que reflexiona sobre las consecuencias de la guerra, también es una monstruosa representación del terror psicológico más puro e incomprensible nunca antes vista en un film de producción nacional.

En un arranque que es toda una declaración de intenciones nos encontramos con un niño desnudo, colgado del techo y atado de pies y manos mientras es fotografiado por un hombre de lasciva mirada y pérfidas intenciones en un edificio en ruinas. Acto seguido el hombre deja la cámara, se acerca al muchacho y comprueba que éste aun sigue vivo, le pasa la lengua por la cara y sale de la habitación. Sube las escaleras, llega al tejado y se precipita al vacío.
Más tarde, el mismo hombre lo encontramos postrado en la cama, inmóvil, sólo un aparato de parálisis le permite seguir con vida. Poco a poco nos enteramos de que se trata de Klaus, un doctor ex-colaborador del antiguo régimen nazi recientemente exiliado en España. Junto a él se encuentran su esposa, agobiada por la vida de semiesclavitud que le ha tocado vivir, y su hija pequeña, solitaria e introvertida.
Una noche, sin saber cómo ni cuándo, se cuela en la casa un extraño joven que dice ser enfermero. Se ofrece a cuidar a Klaus y a pesar de las reticencias iniciales de la mujer, la insistencia de su marido por que lo acepte acaba por imponerse. Hasta aquí puedo contar.

Agustí Villaronga sabe dar reposo a una historia terrible, que habla de locura y venganza, de ambición y desprecio por el ser humano, todo esto contado con los horrores de los campos de concentración como telón de fondo. Relatos inconfesables sobre horribles torturas y ejecuciones que se narran mediante una voz en off que repasa los diarios del doctor y dota de una mayor dimensión al horror que estamos presenciando.

“Tras el cristal” no esta hecha para corazones sensibles y estómagos débiles. Posee escenas tremendamente desagradables y en más de una ocasión dan ganas de apartar la mirada de la pantalla.
No quedan del todo claras sus intenciones argumentales, y el film se mueve entre el drama y el terror con calibrado equilibrio. La obsesión del joven intruso, limítrofe a la locura, alcanza una proporción inimaginable en un principio y que ciertamente desconcierta hasta al más avispado.
Villaronga sorprende por su crudeza y se recrea en ella casi con desconsideración y descaro. También proyecta una atmósfera tensa, desasosegante, que congela el ánimo y perturba el espíritu del espectador. Una sensación que haría morirse de envidia al mismísimo rey del terror más psicológico e inexplicable, Michael Hanecke.


Sigue en spoiler (no destripo nada, tranquilos)...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
William Munny
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6
27 de septiembre de 2006
10 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y cuando pensaba que todo estaba perdido va y llega el final para ponerle vida a esta película.
Mientras tanto, una hora en la que se nos cuenta las desgracias de una joven finlandesa y como es puteada una y otra vez sin que ésta haga nada para remediarlo.

Lo peor no es el qué, sino el cómo. De todos es sabido que Finlandia es un país frió y que sus gentes parece que no tengan sangre en el cuerpo y demás. Pues bien, todos estos tópicos generalistas que puedan resultar absurdos e insustanciales para algunos tienen cabida en éste desangelado film. Y es que todo, absolutamente todo en él es de una gelidez suprema.
Actuaciones comatosas, diálogos de monosílabos cada media hora, ambientación que te dan ganas de encender la calefacción... no hay vida, no hay color, ¿pero ésto es una película o un témpano de hielo?

Pues bien, cuando uno ha perdido toda esperanza y espera como agua de mayo la aparición de los títulos de créditos, Kaurismäki se saca de la manga un final genial que le da sentido a todo lo visto hasta el momento. Menos mal, ya pensaba yo que me estaban tomando el pelo...
De todas formas, el regusto amargo no hay quien me lo quite.
William Munny
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7
27 de septiembre de 2006
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta película de ciencia ficción de claro mensaje ecologista que entretiene pero no deslumbra.
Una dirección sólida con algunos detalles de genio y la excelente actuación del denostado Bruce Dern son sus principales atractivos. Pero un guión confuso y en mi opinión mal resuelto (no obstante entrañable), unido a una estética futurista extremadamente setentera (decorados, vestuario) y unas canciones que a día de hoy no se pueden más que calificar como horteras lastran en demasía el resultado final de lo que podría haber sido un gran film.
William Munny
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