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México México · Ciudad de México
Críticas de Iván Rincón Espríu
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Críticas 122
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
20 de diciembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título es un homenaje a la primera película de animación en la historia del cine: 'El apóstol' (Argentina, 1917), muda y dibujada en blanco y negro. Esta producción española de 2012 dirigida por Fernando Cortizo es también animada, pero con stop-motion 3D, técnica moderna que aparenta el movimiento de objetos estáticos mediante la sucesión de imágenes en distintas posiciones.

Sinopsis: Dos presos escapan de la cárcel por las alcantarillas y, una vez afuera, la cercanía del alambrado hace creer a uno de ellos que todavía están adentro, así que lo salta mientras el otro huye. El primero había escondido en la casa de una vieja que le dio alojamiento unas joyas robadas; el segundo tratará de recuperarlas y, de paso, robar algunas otras, pero el lugar resulta una tétrica y macabra pesadilla, una oscura y onírica experiencia que lo pone al borde de la muerte en distintas direcciones y lo hará preferir la cárcel, de donde fue más fácil escapar.

En la tradición temática y argumental de 'El nombre de la rosa', una aldea que no aparece en el mapa, camuflada con el bosque, se refugia de la modernidad en la Edad Media. Los sectores y las corrientes más oscurantistas de la iglesia católica, aberrante paradoja, rayan en la brujería y el culto satánico. Entre pastor criminal y rebaño hay complicidad.

De atmósfera burtiana, los guiños vampíricos son un homenaje a Drácula. El párroco de la aldea se parece a Nosferatu por su aspecto físico, además de dormir en una cripta mortuoria, y los aldeanos, todos ancianos sórdidos y sombríos, han sobrevivido a la "peste negra" (la que lleva el vampiro transilvano a una ciudad europea que varía según la versión es la peste bubónica y la "muerte negra"), no así las ánimas en pena.

Algunos personajes son caracterizados como los actores que les dan voz, empezando por Luis Tosar. Otros actores detrás de los muñecos de plastilina son Carlos Blanco, Paul Naschy, Jorge Sanz, Geraldine Chaplin, Celso Bugallo, Manuel Manquiña, Isabel Blanco…

Pequeños errores y defectos: la dirección de cámaras falla en dos tomas desde ángulos contrarios a los requeridos; hay una contradicción en los diálogos, algunos de los cuales resultan inentendibles, sobre todo para quienes no somos españoles. Y entre las posibles protecciones del mal hay un medallón "bendecido por el Papa", estupidez que supera la noción del agua bendita y cae también en contradicción con la sátira de la mentalidad católica.

Por lo demás, la película está cerca de ser una obra maestra, en la que abundan minucias de gran creatividad para el público de percepción aguda. La música es espléndida, y el epílogo añade un humor ingenioso a la genialidad.
Iván Rincón Espríu
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6
20 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción de Hong Kong dirigida en 1995 por Wong Kar-wai. Su título original en mandarín es 'Duo luo tian shi' y, en inglés, Fallen Angels.

Ejercicio experimental con estética de videoclip, una deliciosa banda sonora en la que destaca el blues, recursos narrativos de thriller negro, como las voces en off, y esporádicas escenas en blanco y negro. Vertiginoso relato que, por momentos, cae en el tedio, no obstante las secuencias de violencia expansiva y algunas escenas en cámara rápida.

Tres jóvenes narran en primera persona su relación entre ellos y con dos mujeres medio locas. El absurdo en un ambiente citadino y nocturno de incomparable fealdad es el rasgo común: La novia de un asesino a sueldo le comunica en clave sus "trabajos" y asea su guarida, sin mezclar lo personal con lo "profesional", mantienen una distancia inverosímil que, dentro de su belleza mestiza, ella resiente con amor desolado y melancólico, así que se masturba para paliar la soledad; él, en cambio, mientras reflexiona sobre su propia existencia y sueña con retirarse del oficio, es seducido por una muchacha hipersociable.

Otro joven es un cocinero mudo que se comporta como párvulo casi oligofrénico, somete a un amigo a caprichos delirantes, comparte un cuchitril con su padre, también cocinero, y liga con una chava no menos hiperactiva que después lo desconoce; como corolario de una sorprendente y sanguinaria trifulca en un restaurante, coincide la novia cómplice y socia del asesino con el cocinero mudo…

Salvo por lo que tiene de reflexión existencial, el guión es bastante pobre, pero el aspecto visual, al hacerse uno con el musical, vale la pena. El resultado, en suma, es un video clip de 92 minutos.
Iván Rincón Espríu
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7
20 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los consensos tienden a ser irreflexivos en la medida que la gente sin criterio los asume como netas indiscutibles o dogmas. Eso ocurre con esta película ("oficialmente, la mejor de la historia", según Roger Ebert, que no era el mejor crítico de cine, sino simplemente el más famoso), como las "obras maestras" de Chaplin y Hitchcock, o 'La lista de Schindler', de Spielberg, también inflada cual papada de sapo.

'Ciudadano Kane' tiene méritos innegables, como la fotografía y dirección de cámaras, desde la llamada profundidad de foco hasta los collages armados en la posproducción, sobre todo para la secuencia inicial, que es magistral y difícilmente será superada. Pero el maquillaje burdo y una ligera chapuza en la edición restan perfección al aspecto visual (el protagonista envejece hasta parecer papá de su segunda esposa, que no cambia).

Del guión destaca la estructura narrativa, novedosa en su momento, pero el punto de partida magnifica el nivel económico de un magnate ideológicamente ambiguo. Por no tratarse de un biopic en sentido estricto, desaprovecha la oportunidad de corregir errores absurdos y, en esa medida, inexplicables, del protagonista: principalmente, sacrificar a su familia por el chantaje de un político corrupto que descubre su amorío con la "cantante", como si el dueño y director de un par de periódicos no tuviera suficiente poder para defenderse y salir airoso del escándalo. Para decepción de cualquiera, el protagonista opta por una pelea perdida.

La actuación de Orson Welles es desigual: mediocre a veces y entre mala y pésima, por no decir insoportable, a ratos.

El primer capítulo exalta la importancia de Xanadu como si la película girara en torno suyo, con el mismo endiosamiento que se reduce a la última palabra pronunciada por el magnate.

El locutor del noticiero que narra ese primer capítulo es odioso, por no decir insoportable (gringo que imita el estilo inglés como caricatura involuntaria), y lo que sigue parece comedia gringa con humor idiota; de ahí a la solemnidad sin más trámite de continuidad que el fracaso y el salto de la primera analepsis a la siguiente.

La escena del debut musical es inverosímil y repetitiva.

Un tercer aspecto destacable como mérito es la música, por lo demás, nada extraordinario.

La infinita ignorancia de la gente infinitesimal que reduce el mundo a Joligud insiste, como es lógico y natural para su condición, en que 'Ciudadano Kane' inauguró el llamado "cine de autor" (hay que ignorar medio siglo de cine para salir con eso). Lo seguro es que la calidad visual está en este caso al servicio de una imagen personal como culto al dinero y sus representantes.

Por último, cuando vi esta película por primera vez hace veinte años, percibí un abuso de los globos terráqueos entre los objetos de la bodega. Esta vez pasó desapercibido ese detalle porque seguramente estoy perdiendo percepción.
Iván Rincón Espríu
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6
20 de diciembre de 2015
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Narra el rodaje del clásico 'Nosferatu, una sinfonía del horror', sobre la premisa de que Max Schreck era un vampiro real que protagonizaba en el set al actor de un vampiro ficticio. Hasta la fecha, nadie sabe con certeza quién era dicho actor. Además de la película más realista que fuera posible, según esta versión, Friedrich Wilhelm Murnau se había propuesto acabar con el vampiro al que contrató y, narcóticos mediante, su doble propósito lo llevó a la locura.

Entre realidad histórica y ficción, esta versión dista mucho de honrar la memoria del genio que fue Murnau, autor de muchas otras joyas y obras maestras del expresionismo alemán, como la primera adaptación de Fausto al cine. El sacrificio de la actriz Greta Schröder (Catherine McCormack), que obsesiona al vampiro, es el colmo de la inescrupulosa falta de ética que se atribuye al director, interpretado por el amanerado John Malkovich, mientras el guión insinúa que era homosexual, como uno que otro integrante del equipo de producción (dato irrelevante).

Willem Dafoe en el papel del vampiro es muy convincente, aunque le faltan los colmillos frontales. Es irónico el hecho de que, al cabo de laboriosas sesiones de maquillaje para lograr su impresionante semejanza con Nosferatu, el director del vampiro venido a histrión espetara: "¡Nada de maquillaje!"

La diva entra en pánico al observar que el monstruoso personaje no tiene reflejo en el espejo, cuando en la película clásica es quizás el único error, pues su reflejo aparece al morir.

Algunas escenas son exageradamente oscuras y carecen a ratos de nitidez, quizá porque aumentaron el tamaño de la imagen en post-producción. Los cambios del color al blanco y negro tienen una transición tan elegante y sutil como la belleza de la secuencia inicial para los créditos (demasiado larga para una película de hora y media). Hay esporádicas y breves escenas de la cinta clásica.

Por lo demás, es interesante saber cómo surgía una gran película en la época del cine mudo, en este caso durante los años veinte.

Como es sabido (un siglo de culto a la cumbre insuperable del horror vampírico no es cualquier cosa), para rodar Nosferatu, el equipo de producción viajó a cada uno de los países en donde tiene lugar la historia, despropósito financiero que, una vez negados los derechos literarios, causó la bancarrota de los estudios.

Quizá Murnau en efecto, más que excéntrico, era un loco, y su locura era de una especie hoy extinta, sobre todo en Joligud, y los vampiros pasaron a la historia desde que los exterminó Blade. Que en paz descansen, pues, unos y otros.
Iván Rincón Espríu
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8
20 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de Amélie y 'Un largo domingo de noviazgo', Jean-Pierre Jeunet realizó al alimón con Marc Caro en 1991 un fascinante homenaje a Terry Gilliam, sobreviviente de Monty Python y creador de Brazil.

Humor negro y surrealismo que los despistados confunden con ciencia ficción.

Delicatessen reproduce la principal característica de Brazil: el futuro nos alcanza en la primera mitad del siglo pasado. Un edificio en ruinas parece haber huido de la ciudad a la Francia rural para que sus habitantes sobrevivan de la escasez posapocalíptica, ocultos de los vestigios de la civilización urbana. Algo acabó con el último animal comestible antes de que la gente recurriese al canibalismo. Al pie del edificio hay una carnicería cuyo dueño lidera a la comunidad y reparte la comida que le pagan con semillas. El carnicero ofrece trabajo en anuncios que publica el periódico 'Tiempos difíciles'. Así atrae a sus víctimas. Y así llega un payaso desempleado, de quien se enamora la hija del victimario. Para salvar al nuevo inquilino de la voracidad del vecindario, la muchacha pide apoyo a los temidos Trogloditas, un grupo de hombres vegetarianos que vive en las cañerías.

En un departamento, una mujer hace reiterados y rebuscados intentos de suicidio, tan extravagantes como excéntricos, y fracasa en todos. En otro departamento, alguien fabrica emisores-imitadores de becerros. La hija del carnicero ensaya sus artes de anfitriona para ocultar que está casi ciega. Un anciano acumula humedad y cultiva caracoles para abstenerse de comer carne humana. Dos niños fuman marihuana y hacen travesuras intrépidas…

Con los habituales filtros amarillos en las películas de Jeunet, la fotografía logra una atmósfera oscura que tiene tanto de onírica y alucinante como de recuerdo en una memoria nostálgica. También vemos aquí a los actores que acompañarán a la entrañable Audrey Tautou en Amélie y 'Un largo domingo de noviazgo', principalmente Dominique Pinon en el papel de payaso de circo venido a conserje.

Aunque infravalorada, 'Club eutanasia', de Agustín Tapia, es una de las mejores películas del nuevo cine mexicano y tiene gran influencia de Delicatessen, que si no fuera un homenaje a Gilliam habría influido también en Tideland, por lo que podría ser más bien un homenaje premonitorio o déjà vu.
Iván Rincón Espríu
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