Parto del hecho de que me gusta mucho el tandem Urbizu-Coronado, me encantó La Caja 507 y encontré mucha magia en La Vida Mancha, quizás por eso me esperaba mucho de esta película y mas después del bombo que se la ha dado con las nominaciones a los Goya. Pero no se, no me parece una película especial. Si, Coronado está genial, eso ya es de esperar, el guión es atractivo, pero le faltan muchas cosas para ser un film redondo. Empezando por los secundarios, correcto Juanjo Artero, absurdos los demás y de un patetismo la juez. Y la música, el sonido, los planos de día, los decorados, los efectos especiales, por Dios. No voy a hacer demagogia con la pobreza del cine español viendo la terna de nominados y mas con esta película. Si esto es lo mejor del año (por nominaciones) apaga y vámonos. No habrá paz para el cine español.

Solo voy a hablar de esta película en lo que respecta a los silencios, la música y sobre todo los claroscuros. No voy a opinar sobre el guión, ni de los actores, ni siquiera del director aunque tenga mucha culpa del resultado final. Hacía mucho tiempo que no sentía una sensación de inquietud en cada plano de silencio, sobre todo del protagonista, no se si debe a la manera de actuar de Gosling o al propio guión. Y la música, extraordinaria. Pero sobre todo la luz de cada plano, de cada instante, que consiguen que el guión sea vanal, esa luz es increíble. Tiene cosas de Tarantino, de David Lynch, de tantos que me gustan que la película me pareció magistral.

Es una decisión arriesgada y meritoria por parte de Polanski de adaptar una obra teatral al cine y no poder salirse mucho del guión establecido. Echo de menos al Polanski ácido que en tan solo 75 minutos no puede desarrollar esa mala sangre que posee para poder demostrar, como hace casi siempre, que es una película mucho más personal.

Toda la película está en sobreexposición, será por hacerla con cámara digital en mano, o será por el guión ya visto infinidad de veces o será por los actores que parecen los del chiste de "iban un sueco un serbio y un chileno que se encontraron a un moro y....", el caso es que la sobreexposición solo excita al que la realiza, nunca al que la visiona. Lo único destacable y por cierto muy sueco las vivencias de los pijos y su realidad.

Pues eso me pareció esta película, un barullo y la denominación del diccionario de la academia: confusión, desorden. Creo que no se pueden meter en 104 minutos tantas situaciones y tan mal contadas. O a la mejor si están bien contadas en las cabezas del director y guinosta, pero por favor no tan embarulladas porque al final de la peícula no sabes quien es quien y si lo sabes ya no te interesa nada. Como decía el sabio "pocas cosas y bien avenidas" y mas si tratamos de sentimientos.