Muy discreta producción uruguaya en la línea de joyas como "Whisky" pero que prácticamente no logra nunca trascender su leve argumento (un corpulento y tímido guarda de seguridad de un supermercado se enamora y obsesiona con una de las mujeres que trabaja allí). Una ópera prima minimalista, algo lánguida y balbuceante. En toda su miniatura y pese a su indiscutible y muy variadas deficiencias, es mejor que mucho cine presuntuoso y pedante que circula, premiado, por ahí (cierto cine argentino a la cabeza).

Una película maravillosa, la primera obra maestra de un autor irrepetible. Melville y José Giovanni adaptan la novela del segundo y ofrecen un thriller impoluto, de absoluta precisión, melancólico y rotundo. Elegante en una puesta en escena soberbia, con una interpretación sobresaliente, Melville construye un relato sobre la amistad, la soledad viril y la última derrota encarnado en un Lino Ventura inolvidable. La música de Bernard Gérard redondean el gran acabado de un clásico del cine europeo, todavía hoy no suficientemente ponderado en la propia filmografía del autor. Narrada en orden cronológico, los diálogos son escasos y perfectos. Una apasionante película de tono desesperado a la par que de serenísima reflexividad para distinguir, aún dentro del ámbito mafioso, el honor y la traición, la dignidad moral y la basura.

Desafortunada y errática comedia fantástica de noble espíritu ecológico/feminista. Mal dirigida, regularmente interpretada y simplemente guionizada, Serreau busca la sátira del sistema capitalista (firmo abajo) pero por poco se satiriza a sí misma. No basta que las intenciones y el mensaje sea del todo admirable, hace falta talento para no hacer algo tan burdo para transmitirlo.

Montañas de Afganistán, un grupo de niños/as cumplen las reglas estrictas de los adultos pero buscan momentos para no dejar de ser niños. Producción danesa, con apariencia documental que nunca saca lo máximo de un contexto físico y geográfico tan condicionado y condicionante. Aún así, respetable e interesante.

Durante la celebración de una tradición en un pequeño pueblo macedonio, Petrunya (excelente Nusheva) rompe las normas y coge la cruz que se lanza desde un puente al agua, provocando la ira de toda una sociedad patriarcal y anquilosada (especialmente los hombres). De una anécdota argumental, Mitevska construye una magnífica fábula/radiografía social y antropológica. Su crítica al machismo, al hiperpatriarcado, a lo eclesiástico y lo institucional (la policía) es lúcida, negramente divertida y limpia. Nos lanza a la cara un universo atrofiado, dañino y "muerto" en códigos morales y casi medievales, un sistema rancio, kafkiano y corrupto. Intimista pero expandible, estamos ante una gran muestra de talento y no poca causticidad. Petrunya somos todos.