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Críticas de wraparty
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Críticas 208
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
17 de marzo de 2018
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John Paul Getty no solo era considerado como el hombre más rico del mundo, sino como el más acaudalado en la historia del mundo. Gracias a su éxito en el negocio petrolero, el estadounidense logró acumular una fortuna de más de mil millones de dólares. Con cinco matrimonios, seis hijos y catorce nietos, el empresario tuvo una controvertida vida familiar, la cual generó más críticas cuando su nieto, Jean Paul Getty III, fue secuestrado en Italia cuando tenía 16 años de edad. De esta forma, Ridley Scott (Black Hawk Down, The Martian) regresa a la silla de director para llevar a la pantalla grande este dramático suceso, con un exclente guion adaptado por David Scarpa (The Day the Earth Stood Still) quien se basó en el libro Painfully Rich: The Outrageous Fortune and Misfortunes of the Heirs of J. Paul Getty del escritor John Pearson.

Antes de abordar los sucesos relacionados con el rapto en particular, la película inicia con un prólogo muy peculiar en la cual el mismo adolescente explica cómo fue que su abuelo logró acumular tanta riqueza. Posteriormente, las relaciones familiares de los Getty quedarán al descubierto desde la perspectiva de Gail Harris, la nuera del multimillonario que será a final de cuentas quien afrontará con sus propios medios el rapto de su hijo, debiendo lidiar tanto con una banda de criminales como con su todo poderoso suegro. De esta forma, el proceso de liberación del muchacho se convierte en una lucha de intereses que permite conocer la concepción que J.P. Getty tenía acerca del dinero, la familia e incluso el arte, pensamientos que tal vez solo podrían entenderse estando en sus caros zapatos.

Es así como el director desarrolla magníficamente un drama bastante complejo, en el cual permite que el espectador conozca todas las caras de un evento por demás traumático. Por otra parte, los hechos se muestran de forma concisa y sin tender a emitir juicios de valor hacia los protagonistas, lo cual es un acierto puesto que se deja a consideración del público el juzgar las acciones del famoso petrolero. La cinta se desarrolla con buen ritmo, logrando involucrar a la audiencia en las tortuosas negociaciones de Gail para liberar a su hijo, al tiempo en que puede conocer las excentricidades y el cinismo de uno de los hombres más poderosos que han existido en el mundo contemporáneo.

Michelle Williams (My Week with Marilyn, Manchester by the Sea) demuestra una vez más su enorme talento, en esta ocasión realizando una magnífica interpretación como Gail Harris, una mujer firme que no tiene reparo alguno para plantar cara a quien se le ponga en frente con tal de salvar a su hijo. Por otra parte, Mark Wahlberg (The Departed, The Fighter) cumple con su papel de Fletcher Chase, un ficticio agente que es contratado por Getty para dar seguimiento al asunto y que resulta ser muy parecido a otros personajes que lo han llevado a ser una de las caras más conocidas en el mundo del cine. El elenco lo completa un magnífico Christopher Plumer (The Last Station, Beginners) quien, una vez que se decidió eliminar la participación de Kevin Spacey por estar involucrado en escándalos sexuales, tuvo que hacer el relevo para encarnar de forma extraordinaria a J.P. Getty, teniendo su trabajo el doble mérito de haber sido completado en tan solo nueve días de rodaje.

De esta forma, Ridley Scott libró el obstáculo de Spacey de manera brillante, logrando completar su entregar una película excelente, la cual se vale de grandes actores para presentar una historia interesante que, además de entretenida, permite reflexionar acerca del valor del dinero y los alcances del poder, siendo el público quien tendrá la última palabra al respecto. Así, vale la pena ahondar un poco para conocer más acerca de la historia de J.P. Getty, un millonario que a pesar de todo dejó un legado al mundo con una colección que conforma a uno de los museos más grandes de los Estados Unidos.

Calificación: TÚ DECIDES.
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8
10 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas, Netflix cada vez va ganando más terreno en el mundo del cine con sus producciones originales, desde el 2015 llamó la atención con Beasts of no Nation, mientras que en 2017 The Meyerowitz Stories y Okja resultaron ser excelentes películas. Fue precisamente durante este año en cual el gigante de las transmisiones por internet se consolida en el séptimo arte con Mudbound, un magnífico filme que logra explorar las fibras más sensibles del racismo en Estados Unidos, proyectando realidades que han marcado a la historia de dicho país y que aun a la fecha siguen permeando en su tejido social.

Basada en la novela homónima de Hilary Jordan, la cinta trata sobre el encuentro de dos soldados que viven situaciones muy diferentes a pesar de habitar y trabajar una misma finca en Mississippi durante la Segunda Guerra Mundial. Ronsel Jackson es el hijo de unos granjeros de raza negra que irónicamente vivió sus mejores días durante la guerra, ya que nunca fue juzgado por el color de su piel mientras estuvo en Europa. Por otra parte, Jamie McAllan es el hermano del dueño de la granja en la que trabajan los Jackson, quien tuvo que enfrentar eventos traumáticos mientras se desempeñaba como aviador durante el conflicto. Aunque el mundo encontró la paz, ambos soldados regresaron a casa con sus familias para seguir con sus propias batallas, coincidiendo para compartir una peculiar amistad que se verá violentada por la marcada discriminación en contra de los negros dentro de la comunidad.

A pesar de que la historia de Ronsel y Jamie es el hilo conductor de toda la película, se trata de un mosaico diverso de relaciones familiares, sueños caídos y prejuicios sociales, contado de viva voz por cada uno de sus protagonistas. Por una parte, los padres de Ronsel afrontan el hecho de que nunca poseerán la tierra en la que únicamente por el color de su piel, soportando de manera estoica cualquier adversidad con la esperanza de que sus hijos tengan una vida mejor. En la otra cara de la moneda, las frustraciones de la cuñada de Jamie irán en aumento al verse confinada a un territorio hostil, en el cual no sólo tendrá que superar las penurias físicas sino el desinterés de su marido y la agresividad e intolerancia de su suegro.

Es así como Dee Rees debuta con un gran trabajo en la dirección, el cual se complementa con un guion que ella misma adaptó junto con Virgil Williams para desarrollar con un ritmo excelente una dicotomía de dos realidades que a pesar de compartir la misma tierra deben combatir con males que aunque de distinta naturaleza son igual de letales. Asimismo, la cinta cuenta con una realización y fotografía impecables, con escenas de guerra muy bien trabajadas y planos capaces de reflejar la belleza del ambiente rural estadounidense, la cual contrasta con la miseria que viven sus personajes.

En lo que se refiere al elenco, Jason Mitchell (Straight Outta Compton, Detroit) y Garrett Hedlund (Tron, Pan) convencen interpretando a Ronsel y Jamie respectivamente, mientras que Carey Mulligan (An Education, Suffragette) y Jason Clarke (Zero Dark Thirty, Everest) cumplen con un buen trabajo como el complejo matrimonio McAllan. Por otra parte, destaca la participación de la actriz y cantante Mary J. Blige (Rock of Ages) en el papel de Florence, la incansable madre de Ronsel. Completa el reparto Jonathan Banks (mejor conocido por su participación en series televisivas como Breaking Bad y Better Call Saul) con una magnífica interpretación de Pappy McAllan, un hombre despreciable que resulta ser el gran villano del filme.

De esta forma, Mudbound es un excelente trabajo de cinematografía que marca paradigmas no solo por tratarse de una producción original de Netflix, sino por tratarse de un proyecto liderado por mujeres detrás de la cámara, quienes supieron adaptar una buena novela y juntar a un buen reparto para entregar una película magnífica y muy recomendable, la cual es capaz de demostrar que los males en este mundo no solamente provienen de la guerra, sino de los conflictos internos que cada persona tiene que vivir a diario, ya sea a consecuencia de la intolerancia, la discriminación o la imposibilidad de sobreponerse a las adversidades.

Calificación: TÚ DECIDES.

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8
2 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aaron Sorkin es uno de los guionistas más reconocidos en el mundo del cine, con un talento que le ha llevado a ganar un Oscar por The Social Network y una nominación más por su excelente trabajo en Moneyball. En esta ocasión, el escritor adapta y dirige una cinta basada en el libro autobiográfico de Molly Bloom, una ambiciosa mujer que al ver finalizada su carrera como esquiadora olímpica decidió probar suerte en Los Angeles como asistente de un acaudalado corredor de bienes raíces que en sus tiempos libres organizaba multimillonarias partidas de póker. Con tan solo 26 años, y una vez descubiertos los pormenores del juego, la trabajadora se convirtió en empresaria y comenzó a organizar sus propias apuestas generando ganancias exorbitantes. Después de haber sentado en sus mesas a celebridades del calibre de Leonardo DiCaprio, Matt Damon, Ben Affleck y Tobey Maguire, tuvo que mudarse a New York, lugar en el cual su fama atrajo a todo tipo de gente: corredores de bolsa, hombres de negocios, artistas e incluso a la mafia rusa. Fue así como su actividad la puso en la mira del FBI, situación que la llevó a perderlo todo y tener que enfrentar un juicio que más que justicia buscó desenmascarar a sus clientes.

La cinta se desarrolla con el estilo característico de Sorkin, diálogos rápidos y flashbacks insertados mientras se cuenta una historia en tiempo presente, aquella en la que la ahora acusada relata todos los hechos a su abogado. De esta forma, el espectador podrá conocer por la propia voz del personaje tanto su ascenso y caída en el mundano mundo del juego como los detalles acerca de una difícil relación con su padre que sin duda tuvieron mucho que ver en cada una de las decisiones que tomó a lo largo de su vida. Así, el director logra presentar un contexto que permite conocer a fondo a una fascinante mujer. Aquellos que están acostumbrados y gustan del estilo de este guionista no tendrán problema alguno en seguir la trama, no obstante, para otros será un tanto difícil seguir el hilo de los acontecimientos, siendo éste precisamente el pie del que cojea en su debut como director.

Jessica Chastain se desenvuelve notablemente en un papel de los cuales está acostumbrada a interpretar: el de una mujer fuerte y dominante. De esta forma, ofrece nuevamente una excelente actuación aunque despierta dudas acerca de qué pasaría si se le viera encarnando a personajes de otro tipo, algo más como se le vio en The Help para no pensar que se está viendo nuevamente a Murphy de Interstellar o a Miss Sloane. Por otra parte, el cúmulo de estrellas de Hollywood que fueron asiduos clientes de Molly convergen en un solo sujeto interpretado por Michael Cera (Juno, Scott Pilgrim vs. The World) quien muestra adecuadamente la pedantería y arrogancia características de las grandes celebridades como el denominado Player X. Asimismo, un siempre cumplidor Idris Elba (Beasts of No Nation, The Dark Tower) adquiere protagonismo como Charlie Jaffey, el abogado encargado de la defensa de la particular empresaria. Cierra el elenco Kevin Costner (Dances with Wolves, JFK), cumpliendo como el exigente padre de la protagonista.

El debut de Sorkin resulta ser una película muy entretenida que cuenta de buena forma la impresionante historia de una mujer que, dejando de lado la dudosa legalidad de sus acciones, se abrió paso en un mundo de hombres para cumplir con sus ambiciones, a pesar de que al final tuvo que pagar las consecuencias. Aunque la velocidad del relato puede llegar a perder al espectador en ciertos momentos, no por ello se puede negar que se trata de un filme con excelentes actuaciones y que vale la pena ver, sobre todo para conocer a uno de tantos personajes tan sui generis que de no ser por el cine quizás pasarían inadvertidos.

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8
1 de marzo de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El “Triple Axel” es uno de los saltos más espectaculares y difíciles de ejecutar en el patinaje artístico, el cual consiste en dar tres giros en el sentido contrario a las agujas del reloj antes de volver a aterrizar en el hielo. Este movimiento únicamente ha sido realizado en Juegos Olímpicos por tres atletas: las japonesas Midori Ito en 1992 y Mao Asada en 2010; y la estadounidense Mirai Nagasu en los recién concluidos de PyeongChang. No obstante, la primera norteamericana capaz de ejecutar dicha hazaña fue Tonya Harding, quien en 1991 fue capaz de realizar el salto en unas competencias nacionales.

Desafortunadamente, Harding se hizo famosa no por sus proezas deportivas sino por haber estado implicada en el ataque sufrido por Nancy Kerrigan, una de sus rivales en la búsqueda de conformar el equipo de Estados Unidos que iría a las olimpiadas y que en 1994 fue golpeada con una barra de metal en la rodilla cuando salía de una rutina de entrenamiento. Tras una serie de investigaciones, resultó que Jeff Gillooly y Shawn Eckhardt, esposo y guardaespaldas de Tonya, fueron los autores intelectuales del ataque, situación que puso a la atleta en el ojo del huracán y que culminó con su inhabilitación de por vida para practicar dicho deporte a nivel profesional.

La historia de la “villana del patinaje” es llevada a la gran pantalla por el director Craig Gillespie (The Finest Hours, Million Dollar Arm) en un biopic que muestra la complejidad de un personaje que fue víctima de la violencia intrafamiliar durante toda su vida, situación que sin duda dejó huella dentro y fuera de la pista. Iniciando el relato desde la niñez del personaje, serán los mismos protagonistas quienes con su propia voz narrarán los hechos, cada uno desde su punto de vista y dejando que sea el mismo público quien juzgue su grado de culpabilidad en uno de los sucesos más bochornosos en la historia del deporte en los Estados Unidos.

Con un guion muy bien adaptado por Steven Rogers (P.S. I Love You, Love the Coopers) la historia se desarrolla con buen ritmo, presentando escenas de violencia intrafamiliar que transitan sobre la delgada línea entre lo cómico y lo trágico, y cuya gravedad se aligera con el tono sarcástico de los mismos narradores. Así, con escenas muy bien cuidadas en su edición para resaltar las habilidades de Tonya en la pista, sus realizadores dejan un sutil pero conciso mensaje acerca de los prejuicios y la falta de oportunidades que sufren aquellos quienes no cuentan con recursos económicos suficientes para encajar en disciplinas que, además de habilidad, exigen a sus atletas cumplir con requisitos banales relacionados con su imagen.

Margot Robbie (The Wolf of Wall Street, Suicide Squad) ofrece la mejor actuación en lo que va de su carrera, encarnando de forma extraordinaria a la polémica patinadora y a quien lo único que se le pudiera reprochar es no poder aparentar ser una adolescente en una parte de la película por el simple hecho de que su físico y edad ya no le dan para ello. Por otra parte, Allison Janney (The Hours, The Help) roba cámara ganándose la admiración (y el odio) del público como LaVona Golden, la madre de Tonya que sin duda quedará como una de las más perversas en la historia del cine. Completa el reparto Sebastian Stan (conocido por ser Winter Soldier en el MCU) como Jeff Gillooly, quien convence como el torpe y violento esposo de la protagonista. Merece una mención especial la pequeña Mckenna Grace (Gifted) quien vuelve a demostrar su gran talento interpretando a la protagonista durante su niñez.

El filme cumple con su cometido al mostrar cómo, un poco víctima de las circunstancias y otro tanto por ser incapaz de poner en orden su vida, Tonya Harding se convirtió en el blanco perfecto para que los medios de comunicación pudieran explotar y hacer crecer una historia que poco tuvo que ver con lo deportivo, provocando que la sociedad estadounidense emitiera juicios de valor parciales en contra de una atleta que buscó abrirse paso en un deporte de ricos. El tono sarcástico de toda la película sirve para aminorar las emociones y permite que el público sea el encargado de emitir sus propios juicios de valor al respecto de uno de los personajes más controversiales en la década de los noventa y cuyo escándalo quedó como la antesala de otro aún mayor: el juicio de O.J. Simpson.

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9
27 de febrero de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Thomas Anderson (Magnolia, There Will Be Blood) es de los pocos directores de los que se puede decir que nunca han hecho una mala película y su última entrega no es la excepción. En esta ocasión, escribe y dirige una historia de seducción y manipulación como muy pocas veces se ha visto en el cine. La cinta gira en torno a Reynolds Woodcock, un meticuloso y obsesivo diseñador que con sus vestidos provoca las delicias de la alta sociedad londinense de los años cincuenta y cuya fama ha trascendido fronteras para posicionarlo como el favorito incluso entre la realeza. Comprometido únicamente con su profesión, Reynolds evita mantener lazos afectivos permanentes con cualquier mujer siendo Cyril, su hermana y socia, la única presencia femenina en su vida, al igual que el recuerdo de su difunta madre.

Una vez desechada su última conquista, el excéntrico personaje ha perdido el apetito y al parecer la inspiración, por lo que decide tomar un descanso en las afueras de la ciudad. Inesperadamente, será durante su retiro que encontrará a la musa en turno, una modesta mesera de nombre Alma que al principio asumirá su papel de nueva modelo y concubina con gran ilusión. No obstante, la convivencia con Reynolds se hará cada vez más difícil debido a las manías y obsesiones del artista, llegando a un punto en que la otrora dócil compañera se las ingeniará para llegar al aparentemente inalcanzable corazón del modisto, aun cuando cumpla su objetivo con medios poco convencionales.

Como si el mismo nombre de la cinta así lo anunciara, Anderson parece trazar su historia con un hilo, el cual sutilmente va guiando al espectador en cada puntada para tejer una enfermiza relación en la cual los roles de víctima y agresor no quedarán del todo definidos, cayendo en un irrompible círculo vicioso condenado a repetirse de forma indefinida. Como es característico del director, enmarca su argumento con una cinematografía cuidada hasta en el último detalle, la cual se complementa con una música excepcional y un vestuario acorde a la fama del ficticio diseñador.

Daniel Day Lewis (Gangs of New York, There Will Be Blood) se despide de la actuación como un grande de la actuación, mostrando que es uno de los mejores histriones de los últimos tiempos y haciendo un magnífico trabajo como el megalómano Woodcock. Por otra parte, encuentra en la luxemburguesa Vicky Krieps (Gutland) el complemento perfecto como Alma, la sumisa y aparentemente indefensa mujer que poco a poco logrará retirar las capas de su amado y así conseguir cautivarle de una forma bastante perturbadora. El triángulo lo cierra Lesley Manville (Mum, River) como la impávida Cyril, quien realiza un excelente trabajo como el elemento que sutilmente aporta el equilibrio entre la pareja.

De esta forma, Anderson presenta una historia llena de simbolismos la cual, de la misma forma en que lo hace su personaje principal en la cinta, esconde mensajes a lo largo de toda su obra que deberán de ser interpretados y asimilados por el espectador. Así, el californiano demuestra de forma brillante lo enfermizo que puede llegar a ser el amor una vez que se piensa haberlo encontrado, mostrando que en algunas ocasiones hay quien está dispuesto a tomar acciones irracionales con tal de conservarlo. Después de todo, se trata de un sentimiento que cada quien vive y expresa a su manera, por lo que quedará a discreción del público justificar el comportamiento de aquellos que protagonizan una de las mejores, y en cierto punto escalofriantes, películas del año.

Calificación: TÚ DECIDES.
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