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España España · Madrid
Críticas de OsitoF
Críticas 2,130
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
19 de septiembre de 2024
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A pesar de todos los comentarios y reseñas que leo de esta “Rebel Ridge”, creo que si hay algo que la caracteriza es una tremenda irregularidad, un constante transitar hacia picos de extrema tensión a los que echa el freno casi inmediatamente, para volver a discurrir de manera plácida por inteligentes diálogos de discutible relevancia hasta el siguiente clímax. En la línea de “Blue ruin” y “Green room” (anteriores proyectos del director y guionista Jeremy Saulnier), es en las conversaciones bajo una tensión que amenaza con explotar a la más mínima chispa donde la película se siente más cómoda y se nota cierta genialidad por parte del autor, cierto magnetismo para atrapar al espectador (no todos, mi señora se desesperaba con la lentitud general) haciendo que escuche a los personajes hablar, hablar y hablar no siempre de cosas importantes ni interesantes, pero siempre con unas capacidades oratorias que demuestra talento para la escritura de guiones.

A mi modo de ver, es esa la gran virtud de la película: que me interesan los personajes, lo que van a decir y cómo van a decirlo. También destaca un desarrollo bastante imprevisible en el que casi cualquier cosa puede suceder porque Saulnier es capaz de que los personajes hagan casi cualquier cosa y justificarlo con sus diálogos mágicos. Si “Rebel Ridge” empieza yendo en la típica línea de un drama racial con un señor de color al que va a apaelar la policía local de un condado de mala muerte, la cosa se va complicando de la manera más inverosímil a medida que el juez de zona, los forenses y diferentes administraciones se van viendo envueltas en la historia y la ‘víctima’ esconde un interesante y violento pasado. Muy enrevesada, pero ese toque que tiene Saulnier en la pluma (o en la tecla del portártil) logra que el conjunto no resulte un despropósito ni un culebrón ridículo. Lento sí, sin duda, pero despropósito no. Habrá quien quiera ver que “Rebel Ridge” es un Jack Reacher de Hacendado o un Rambo con mucha letra, pero sería injusto tratar de etiquetarla cuando merece un subgénero propio: el de la acción dialogada.

Reviso la reseña que escribí en su día de “Green Room” y leo que «(...) si Saulnier quiere un consejo, que decida lo que quiere ser. Si quiere hacer producciones sencillas (...) seguramente le irá bien con productos de calidad. Si quiere subir de categoría (...) le irá igualmente bien en el mundo de los convencionalismos. Pero que se decida. No se puede estar a la vez en misa y repicando.» No me ha hecho caso. “Rebel Ridge” sobresale con momentos trepidantes que no se suelen ver en el cine independiente, pero no llega a ser una película comercialmente seria. Es capaz de colocar las piezas de una manera que piden a gritos muerte y violencia, pero no termina de soltarse. Sabe rodar tiroteos de notable realismo, pero una pátina de telefilm impregna el producto y le impide deslumbrar. Todo es un sí, pero no... menos el protagonista, que tiene una cara de empanada que cuesta descifrar. Don Johnson, en cambio, está de lujo (aunque deja la duda de si esa manía de interpretar recurrentemente sheriffs racistas, alcaides tiranos y villanos repulsivos es alguna clase de penitencia personal).

Interesante, aunque deja momentos de desesperante frustración por ir a contracorriente de lo que parece pedir el relato. Y por un final (por llamarlo de alguna manera) demasiado caótico y abrupto. No sé, tengo la sensación de que la gran película de Jeremy Saulnier está por llegar. Y llegará. Y, posiblemente, el título también estará formado por dos palabras.
OsitoF
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6
17 de septiembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso cómo, a veces, una película puede hacerse percibir como original o novedosa a pesar de estar formada por elementos que no lo son. Me pasa con esta “Barrenderos espaciales”. El planteamiento de un planeta Tierra insalubre y privilegiados viviendo en colonias espaciales de lujo lo hemos visto ya varias veces. El argumento de buscavidas obligados a elegir entre lo correcto y el dinero, también. Muchos de los giros del villano no son, en absoluto, novedosos, del mismo modo que los roles de la tripulación tienen mucho de arquetipos. Tampoco la ambientación retrofuturista es algo que no hayamos visto repetidamente en los últimos años. Pero, inesperadamente, el conjunto no se me hace un lugar común visitado anteriormente.

Eso y unas localizaciones que quitan el aliento son aliciente suficiente para darle una oportunidad y disfrutar de una película entretenida que se empeña en no poner las cosas fáciles a un espectador que tiene que deducir las particularidades del contexto más por instinto que por lo que digan los protagonistas o la intro inicial: pillas las generalidades y algo de aquí o de allá, pero porque lo vas viendo a medida que se desarrollan los acontecimientos. Además, no todos los detalles introducidos como seña de identidad funcionan igual de bien, como el famoso traductor instantáneo que es una ocurrencia interesante que ofrece alguna posibilidad cómica, pero que se hace pesado a los cinco minutos y te condiciona todo el metraje. También es impactante en un sentido imposible de determinar el atrezzo de unas naves espaciales hipermodernas, pero con relojes indicadores analógicos o palanca de cambios manual: por un lado, se aprecian los trabajos de estilismo y realización, pero me quita sensación de inmersión.

Entre unas cosas y otras, “Barrenderos espaciales” se hace algo pesada y exigente, de esas que no invitan a verla una segunda vez para aclarar posibles agujeros de guion o confirmar que has entendido algo bien. Y desagradecida, porque cuando empiezas a cogerle el truco, termina. PERO por el camino deja una película divertida y entretenida, con mucha personalidad, bien realizada, con una visión de lo que puede ser la ciencia ficción perfectamente válida y con todo el desparpajo del mundo a la hora de no reservar nada para intentar ofrecer algunas cosas de Guardianes de la Galaxia, pero con una pequeña fracción de su presupuesto. Puede no ser para todos los paladares, pero se ve sin problemas.
OsitoF
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8
14 de septiembre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque puedo equivocarme, hay una circunstancia de la que albergo pocas dudas y estoy firmemente convencido: en los quince años que han transcurrido desde el estreno de “Avatar”, nadie ha superado su despliegue de efectos digitales ni en cantidad ni calidad. Podemos pensar en títulos que haya habido productos que han alcanzando capacidades artísticas comparables, pero tiene que tener su mérito que con todo el tiempo que ha pasado, no se puede decir que nadie la haya batido de manera irrefutable. Bajo esa premisa, el peor enemigo de esta “Avatar 2: El sentido del agua” es su primera entrega y, más concretamente, su fantasma, las sensaciones de inmersión y revolución tecnológica que nos dejó. Si las comparaciones son siempre odiosas pero inevitables, en este caso son doblemente injustas. Pero inevitables, insisto.

Empezando por las obviedades, “Avatar 2: El sentido del agua” es otra joya visual, con todo lo bueno de la primera entrega, mejorado en lo posible y reforzado por las posibilidades y sensaciones oníricas que aporta el mundo oceánico. Lo esperable, pero no por ello menos digno de mención en una película que vale de sobra la entrada al cine o la suscripción a la plataforma que la tenga en su catálogo. Pero aunque los mares y arrecifes de Pandora siguen llevando a la mente a un agradable mundo de fantasía y los conceptos artísticos de la flora y la fauna son majestuosos, la cinta no sorprende como su predecesora, no sobrecoge hasta el punto de no poder pensar en otras cosa que no sea en el siguiente bicho o la siguiente maravilla. Y claro, puestos a pensar, podemos pensar en muchas cosas.

Lo primero que se me vino a la cabeza es una sensación de estancamiento técnico. Que realmente sólo es eso, una percepción (injusta, además) derivada de que no veo en los efectos digitales un avance tecnológico de quince años como sí he visto en la competencia. Como decía antes, la película es superior a casi todo lo que compares con ella… menos a “Avatar” y, como sí hemos visto novedades y avances en otros productos, terminas haciendo de menos a esta secuela. No le luce todo el esfuerzo invertido, vaya, y si no te tomas el esfuerzo de leer entrevistas o reportajes especializados, no valoras lo que supone reproducir agua digital o integrar elementos reales con ella (por decir algo) y parece que simplemente han partido de lo que ya tenían, pero no les ha dado la gana de rodarlo hasta ahora. Esa es otra. Los trece años entre las películas han hecho bastante daño a la expectativas de continuidad: no ha despertado en mi yo de casi cincuenta años la misma expectación que hubiese despertado en mi yo de treinta y cinco, del mismo modo que ya me importa muy poco que G.R.R. Martin termine algún día Juego de Tronos (me la leeré, claro, pero me conozco y sé que ya no estamos en el mismo rollo). Cameron dice que vinieron motivados por las dificultades en resolver esos desafíos técnicos que no se ven en la película, puede ser.

Del mismo modo, otras debilidades estructurales que “Avatar” ocultaba en su excelencia digital, afloran ahora. Por ejemplo, las batallas. Son espectaculares, sin duda, como todo… pero no tienen sentido con unos humanos empeñados en buscar el cuerpo a cuerpo contra unos seres claramente superiores en lo físico, en lugar de buscar la ventaja en la distancia que les ofrece su tecnología y evitar luchar en terrenos que la anulen. Más aún: si algo nos deja clara el desarrollo de las batallas y escaramuzas de las dos entregas es que los Na’avi son superiores en número y fuerza a unos humanos y que siempre han podido echarlos de su planeta sin ayuda externa por lo que toda la historia de Jake Sully y sus estrategias se antojan un artificio para dar algo de vida a la historia. Profundizando un poco más en el tema militar, se aprecian ciertos vicios y coletillas en Cameron a la hora de rodar secuencias de acción: sus protagonistas (de “Avatar” y otras) terminan siendo siempre dioses de la guerra que nunca fallan un tiro y esquivan todos los ataques, hasta que el villano les pone contra las cuerdas y, en el último momento, otro protagonista le salva y toma el relevo en la masacre. En “Avatar 2: El sentido del agua” este esquema se hace repite con la numerosa familia Sully, en un bucle carnicería-clímax-relevo-carnicería espectacular, pero falto de tensión porque, sin duda, Cameron sabe rodar y hacer que las peleas luzcan, pero sabes que hay un conjunto de personajes con inmunidad a los que nunca va a pasar nada.

También empieza a ser un poco machacona tanta turra ecologista planteada en términos maniqueos de humanos conquistadores sin escrúpulos frente a los puros e inocentes Na’avi donde, curiosamente, lo grave de los humanos es que son, sobre todo, sucios y contaminadores que queman bosques o abren minas sin venir a cuento, frente a unos Na’avi que no pueden matar una pantera en defensa propia, salvo que luego hagan un ritual de agradecimiento. A veces, tengo dudas de qué bando escogería Cameron si nos invadieran uno marcianos veganos. Son pequeñas cosas que no devalúan (del todo) un ingente de creación de nuevos mundos y miles de especies acuáticas, pero se dejan sentir ahora aunque siempre estuvieran ahí. Pero incluso juzgándola con saña, la película se sigue viendo sin problemas a pesar de sus casi 3 horas y no baja del 8.
OsitoF
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10
12 de septiembre de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún recuerdo como si fuese hoy haber ido a ver “Avatar” al Palacio de Hielo y salir impactado con la abrumante sensación de haber viajado a un mundo extraterrestre y haber estado en él. Me acuerdo de haber dicho que era la primera vez que veía una integración de actores reales y efectos especiales que me pareciese realista y que no creía que fuesen a ser superados en los siguientes veinte años. También recuerdo haber dicho que me extrañaría mucho que “Avatar” fuese a envejecer mal. Por una vez, creo que acerté en casi todo. Se le pueden poner bastantes peros a la película, pero es incuestionable que supuso una revolución en el cine de aventuras y entretenimiento con una saturación de efectos especiales de altísima calidad que, unidos a su espectacular arte conceptual, hacen que sea una película que se puede ver hoy mismo sin percibir que se le vean las costuras o que el CGI actual esté muy por encima (más bien al contrario).

No creo que, a estas alturas, merezca mucho la pena extendernos en lo obvio pero estaremos todos de acuerdo en que el resultado artístico es tan espectacular que compensa todo lo que se le quiera echar en cara. Sí, su argumento central no deja de ser en gran medida un “Bailando con lobos” espacial. Sí, el conjunto rezuma mensajes llenos de ecologismo new age, con mucho dogmatismo («hombre ser malo, naturaleza ser buena»). Sí, hay muchos tópicos y situaciones en las que es mejor no profundizar. Pero el conjunto es tan inmersivo (en 2D, 3D o 4D) que “Avatar” está por encima de esas nimiedades. Sí, Cameron sabe rodar batallas espectaculares que no tienen demasiado sentido táctico. Sí, tampoco tiene el valor de matar a personajes queridos aunque eso suponga resoluciones de conflictos inverosímiles. Sí, elegir Pandora como escenario no fue la decisión más inteligente. Pero de todo ello hablaremos largo y tendido en “Avatar 2: el sentido del agua” que, con los mismos defectos y virtudes pero sin la coartada de la novedad, no deja las mismas sensaciones.

Pero no adelantemos acontecimientos. Hoy simplemente toca hablar de experiencias nunca vistas, de desarrollo de nuevas técnicas de rodaje, de excelencia artística y, sobre todo, del talento para lograr hacer una película de tres horas que te deja con gana de más y en la que el uso masivo de CGI no convierte la cinta en una secuencia cinemática de fin de fase de un videojuego de PS4. Puede no ser una obra maestra (yo creo que sí, cuando menos a su manera) pero se merece la máxima puntuación.
OsitoF
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9
5 de septiembre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni cotizaba que, después de gastarse el pastizal que se gastó comprando Lucasfilms, Disney iba a exprimir todo el jugo a la franquicia en forma de series, parques temáticos, spin-offs, libros, videojuegos y todo aquel merchandising que se considerase rentable. “Han Solo: una historia de Star Wars” fue de los primeros experimentos fuera de las trilogías (el segundo, si no me equivoco, después de “Rogue One”) y vio la luz en medio de un ambiente enrarecido por circunstancias propias y ajenas, pero al menos libre de la pátina woke que impondría Disney poco después. A nivel interno, la producción sufrió abandonos y replanificaciones que nunca presagian nada bueno, por más que se terminase recurriendo a todo un Ron Howard para coger las riendas. A nivel externo, la crítica profesional siempre ha tenido inquina a unas sagas que están por encima del bien y del mal y, por lo tanto, de su influencia por lo que la pusieron verde con reseñas escritas de antemano.

Pero, sobre todo, lo que más daño le hizo fue algo previsible: nunca jamás una precuela centrada en uno de los héroes más queridos iba a poder estar a la altura de las expectativas de sus seguidores, especialmente en un momento en el que las RRSS empezaban a imponer su ley y absolutamente todo el mundo tenía un mecanismo para dejar su opinión en forma de like, de tuit o de story de IG: para unos era demasiado lenta y para otros demasiado rápida; unos la veían demasiado oscura y otros demasiado luminosa; para algunos era una rendición comercial y otros echaban en falta más acción. En una cosa sí les doy la razón, el gran punto débil de “Han Solo” es que no logra explotar momentos míticos en la historia del Universo Star Wars, enigmas de las trilogías que se abrían a elucubraciones de toda clase y que, una vez los ves escenificados, están bien pero no brillan con el resplandor que se esperaba, sobre todo aquellos cuyos efectos se dejan sentir en el futuro. Por ejemplo, la película nos cuenta la juventud buscavidas del personaje en Corelia y su primera amor… y habrá a quien le guste más y a quien le guste menos, para mí es una trama bien desarrollada, pero lo importante es que empieza y termina en sí misma por lo que los juicios de valor se quedan ahí.

Pero cuando hablamos del inicio de la amistad de Han y Chewbacca o de cómo Han le ganó el Halcón Milenario a Lando, hitos en el lore, las propuestas de la película son más que decentes, divertidas incluso, pero carecen de la genialidad que esos momentos se merecían. Quizá la película peca de querer abarcar TODA la juventud del personaje y situaciones que merecerían una película para ellas solas, quedan un tanto diluidas. Pero a cambio, “Han Solo: una historia de Star Wars” está muy bien facturada, con escenarios y ambientaciones muy logradas y un protagonista que entiende bastante bien lo que se espera del personaje y afronta el reto de una manera muy inteligente: dar vida a Solo sin intentar el imposible de ser Harrison Ford. Se echa en falta algo más de química con Emilia Clarke pero, al final, su relación logra conmover y resultar convincente. En realidad, todo el reparto está a un nivel muy alto en papeles que, inesperadamente, tienen mucho recorrido: Chewbacca y Beckett son dos supuestos secundarios pero, en realidad, terminan siendo dos personajazos con papeles muy importantes. Incluso otros secundarios como L3 y Lando tienen tramas propias sorprendentemente intensas.

Hay acción, efectos especiales muy serios y vistosos, localizaciones galácticas que quitan el aliento, fantasía y ciencia ficción, momentos emotivos, los chistes funcionan y el final es francamente bueno, de los que te dejan tocado pero aceptando que la cosa no podría acabar de otra forma. Sinceramente, no entiendo todo el haterismo que recibió en su día. “Han Solo” es bastante superior en todos los sentidos al mejor de los episodios de una buena serie justamente reconocida como es “El mandaloriano” y la crítica se deshizo con uno y denostó al otro. Pues no, señores, Ron Howard no tiene nada que envidiar (será más bien al revés) al capaz Jon Favreau y al errático Robert Rodriguez. Cuando la vi en el cine me dejó muy buenas sensaciones y sólo una duda con respecto a la aparición de un personaje que se suponía muerto pero resultó que si te ves las siete temporadas de “The Clone Wars” y las cuatro de “Rebels” resulta que no, que era culpa mía por no documentarme y que no hay ningún agujero de guion.

La he vuelto a ver hace poco y me confirma que está muy por encima (mandalorianos, ashokas, acólitos y demás) de lo que se ha venido haciendo desde entonces. Es más, es una muy buena película, divertida, con buen ritmo (ni acelerado viajando de acá para allá ni lentorro para contar detalles irrelevantes) y cosas que contar, del estilo de lo que se supone que tiene que tener el Universo Star Wars: acción inteligente, humor y majestuosos viajes espaciales, y de lo que NO tiene que tener: ideología y diversidad forzada.
OsitoF
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