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España España · Barcelona
Críticas de alex
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Críticas 410
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10
27 de noviembre de 2006
149 de 165 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta difícil de racionalizar, pero esta película tiene la capacidad para pulsar resortes olvidados, o quizá nunca reconocidos, de nuestra sensibilidad. A mi, por lo menos, me descubrió secretas conexiones entre el hombre y sus pasiones con ciertas dimensiones del espacio y en parte, del tiempo.

Hay que resaltar la espléndida fotografía (de Gianni de Venanzo, muerto prematuramente algunos años después de su trabajo en esta película), los sugerentes escenarios, así como el encanto y gravedad que transmiten Monica Vitti y Alain Delon en la cumbre de su apostura juvenil. También el tono metafísico que progresivamente va adquiriendo la narración, en lo que a la postre es una nueva vuelta de tuerca en las temáticas habituales en el cine de Antonioni (la incomunicación, la fragilidad de las relaciones humanas, la alienación del hombre en el mundo moderno).

Tal es así que ciertos elementos escenográficos (como un fantasmagórico edificio en construcción o una astilla de madera) empiezan siendo, como en cualquier película convencional, meros decorados o anecdóticos elementos de atrezzo, pero acaban convertidos finalmente en verdaderos protagonistas de la narración, hasta el punto que los -hasta entonces- protagonistas de carne y hueso acaban por desaparecer del espacio de sus encuentros.

Con lo que el escenario se revela finalmente como más “real” y significativo que los propios personajes. Tal es la estratagema que nos propone Antonioni con el fin de poner de relieve la fragilidad de estos, así como la contradictoria fugacidad de los sentimientos que los animan. Es como si la materia inerte, huérfana de conexión con sus antiguos habitantes, adquiriera de pronto una cualidad extraña e independiente, siendo sus desoladas formas signos telúricos capaces de remitirnos a la áspera situación anímica de los protagonistas.

Esta usurpación deviene finalmente una metáfora inquietante de la fugacidad de la vida humana. Porque las pasiones juveniles, los bellos gestos, risas, y miradas, por muy maravillosos que nos hayan parecido, están condenados a desaparecer y a perderse en el olvido. ¿Y qué es lo que queda entonces, al final? Prácticamente nada. Solo un borroso y melancólico recuerdo flotando en los ahora desolados espacios, testigos silenciosos del eterno –y quizá intrascendente a la postre- drama del devenir humano.

Pero como otras grandes obras de arte, esta película está abierta a múltiples significados. Quizá sería mejor limitarse a dejarse embriagar por la impronta que sus imágenes hipnóticas producen en nuestros sentidos. Esas miradas ambiguas de los protagonistas después de haber cruzado el paso de peatones. Las cortinas de cáñamo cubriendo el silencioso edificio convertido en extraño y fantasmagórico tótem. O la astilla de madera, otrora tocada por una mano ilusionada, y ahora flotando a la deriva en el agua que fluye inexorablemente hacia la alcantarilla.
alex
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8
29 de noviembre de 2006
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película quizá no tenga un gran guión, y también es cierto que su famosa persecución se ha visto docenas de veces desde entonces, y aun con más espectacularidad si cabe. Sin embargo esta pelicula tiene algo indefinible que otras pelis no tienen: carisma. Y me refiero no solo al carisma del protagonista (nunca estuvo mejor Steve Mcqeen), sino también al carisma de de las localizaciónes reales de San francisco (esa habitación de hotel cutre con la autopista al otro lado). Y sobre todo la maravillosa música de Lalo Schiffrin: oyendola te dan ganas de ponerte un jersey negro de cuello alto, coger tu Mustang y ponerte a recorrer las calles.
alex
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9
30 de noviembre de 2006
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta excelente película Rohmer nos obsequia una vez más con otro sutil análisis sobre las relaciones humanas. Y una vez más lo hace sin necesidad de recurrir a fuegos de artificio o truculentos giros dramáticos al estilo de Hollywood. Porque tales ardides no le hacen falta a Rohmer. A él le bastan tres o cuatro personajes (a veces intelectuales, y en todo caso gente muy "civilizada") interaccionando entre si en medio de unas pocas localizaciones. Con estos humildes elementos –y su implícita filosofía de “menos es más”- es (o era) capaz de parir una buena película detrás de otra. ¡Pero qué difícil de lograr esa maravillosa naturalidad y falta de énfasis, tanto en las interpretaciones como en los giros argumentales! En este sentido el cine de Rohmer se situaría en las antípodas, no solo del melodrama, sino también del cine truculento y videoclipero que domina las actuales multisalas.
Pues en Rohmer la sencillez y la sobriedad son normas de estilo. Observemos, por ejemplo, que Rohmer no emplea casi nunca un “travelling”. Tampoco un primer plano; sus personajes son casi siempre observados desde la objetividad y el respeto que proporcionan los planos medios y estáticos. Lo mismo sucede con el acompañamiento musical: prácticamente ausente, deja todo el protagonismo a los diálogos y sonidos de ambiente.
El único “pero” es la fotografía. Me consta que el operador de esta película, Nestor Almendros, fue uno de los mejores, además de un pionero en el empleo de un “look” visual naturalista. Sin embargo por alguna extraña razón la calidad fotográfica no solo de esta cinta, sino de las demás películas de Rohmer que han salido al mercado en formato DVD es bastante deficiente. En ellas la imagen aparece poco contrastada (también las que son en color) y con poca nitidez, como si hubieran sido rodadas en 16 mm e “hinchadas” después a 35 mm. Aunque por lo que tuve ocasión de leer en una entrevista con Nestor Almendros (incluida en el libro “Maestros de la luz”), al parecer sus películas de esta época fueron filmadas en el formato de 35 mm. Incluso “La Coleccionista”, primera colaboración de Rohmer con Almendros, fue filmada en ese formato, a pesar de que en los principios de su carrera –según confiesa él mismo- Almendros tenía una preferencia por el formato supuestamente “más libre” del 16 mm.
En fin, a pesar esta objeción, la película me ha encantado. Tritignant hace una gran interpretación, al igual que las dos estupendas actrices. Tenemos pues a unos actores en estado de gracia, al servicio de una aguda reflexión sobre los desencuentros y paradojas del amor (con entretenidas disertaciones filosóficas incluidas). Indudablemente una las mejores películas de Rohmer.
alex
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2
2 de diciembre de 2006
39 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta crítica por el placer de poder poner a parir -aunque sea por una vez- una pelicula que a mí me parece irritante y malisima. De hecho, ya cuando la vi en el cine en su momento, tuve que abandonar la sala antes de la finalización de la película. La razón es que no podía soportar por más tiempo ese esteticismo pretencioso, totalmente vacío de contenido. Pero sobre todo me repugnó ese abanico de poses narcisistas, sobreactuadas y totalmente autoconscientes de un Al Pacino obsequiandosnos con sus peores tics, hasta el punto que se diría que está dando vida al protagonista de un tópico, aburrido, e interminable anuncio de perfume.
alex
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10
2 de diciembre de 2006
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de "2001", para mí es la mejor de Kubrick. A nivel visual y auditivo es absolutamente increible y bellisima (un autentico homenaje a la pintura paisajistica de varios siglos). Y su ritmo lento, contemplativo como una pieza de Bach (y muy a tono con lo que sería "el espíritu" de la nobleza del siglo dieciocho), imbuido de una melancolía y un distanciamiento emocional de inspiración "Bretchiana", podríamos decir, pero puntuado por súbitas ráfagas de emoción sin freno. Aunque yo siempre me acuerdo de ese lento y seductor acercamiento -puntuado por los acordes del bellisimo y recurrente tema de amor de la película- de Ryan O´Neal hasta la terraza donde se encuentra esperandole Marisa Berenson; me sigue poniendo la piel de gallina solo con recordarlo... Una obra maestra.
alex
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