Obra equilibrada con simpáticas situaciones y diálogos ocurrentes, aunque se nota el tiempo que ha pasado desde su producción, en especial en lo concerniente a la violencia hacia las mujeres. Entonces parecía normal abofetear o tirar al suelo a una mujer, e incluso se veía bien, como un complemento dramático interesante para las situaciones, a juzgar por los comentarios de la niña, hermana de la protagonista.

En la parte de comedia que tiene esta película, todo resulta perfecto, propio de los grandes actores, guionistas y director que participan. Pero creo que hay dos elementos, que no tienen por qué ser negativos, pero le dan un carácter especial a esta cinta: Por un lado, la excesiva importancia que se da a Tracy, el personaje de Katharine Hepburn, y por otro el exceso de diálogos sobre cómo ha de comportarse ella misma en la vida.

Parece ser que Hepburn fue la principal promotora de la película y esto lastra algo el resultado, porque hay demasiados (y demasiado largos) primeros y medios planos de ella sonriendo, riendo o sufriendo. Los diálogos, sobre cómo ha comportarse o ser Tracy, sobre si se siente una diosa o no, o si debe descender al nivel de ser humano normal y corriente, son reiterativos y divagantes. Por esto y por otras ideas que surgen, como la de la diferente actitud ante la vida de los ricos y los pobres, o sobre si una persona pobre en origen que luego asciende socialmente puede ser mala, sin embargo, otra que nace y vive en la opulencia, puede ser buena; todo ello, añade a la película un componente moralizante que, igual que el divismo de la Hepburn, es un poco forzado.

Al final la impresión que queda es la de la típica comedia elegante de enredos, mezclada con muchas reflexiones sobre la vida, y una mujer "chupando cámara".

- Lo mejor:
El final
Cary Grant

- Lo peor:
Algunos diálogos moralizantes

- Calificación 7,5