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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
6
Documental España. Años sesenta: Dos millones de españoles salen del país empujados por la necesidad. Su destino: Alemania, Francia, Suiza y los Países Bajos. La mitad son clandestinos y viajan sin contratos de trabajo. El ochenta por ciento son analfabetos. Ante ellos se levanta el muro del idioma y las costumbres diferentes. España. En la actualidad: Otros necesitados llaman a la puerta de un país próspero. Casi nadie se acuerda de la otra ... [+]
5 de noviembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dolorosas imágenes de archivo referidas a un pasado difícil y emigrante que se juntan con los testimonios de algunos de entre todos aquellos que a principios de los años sesenta y siendo muy jovencitos se fueron a Alemania con el alma en vilo, en busca de mejor suerte, con una mezcla de miedo y esperanza.
Aquí se cuenta la dura vida que llevaron. Hacinados en barracones para animales con jornadas agotadoras de trabajo, segregados por sexos, sin conocer el idioma extranjero, mandando dinero a España y mucho sufriendo, aunque no solo, eran jóvenes y también tuvieron sus pequeños momentos de alegría y esparcimiento.
Salieron de la España pobre y llegaron a la fría Alemania en plena reconstrucción tras los desastres de la gran guerra. Tratados con ansias explotadoras, solo con el paso de los años adquirieron ciertos derechos. Algunos se quedaron allí, otros volvieron a España.
Es un correcto documental, alterna lo sentimental con lo informativo, la lírica triste de unas vidas demasiado sufridas con la prosa seca de un periplo que finalmente tuvo algún sentido, no para todos en el mismo grado, claro.
También se hace alusión al falso tratamiento que se utilizaba para contar las penalidades de estos trabajadores en tierra lejana, desde el NO-DO y la propaganda franquista hasta los cuentos (entre la arrogancia de lucir coches y la huida de una realidad llena de humillaciones y padecimientos) que se inventaban los propios emigrantes de cara a sus familias y conocidos. Y se cuenta (quizás la parte más floja, es demasiado escuálida) igualmente la afiliación al Partido (comunista) de algunos y su protesta contra las postreras penas de muerte de la dictadura española.
Se queda en un superficial pero emocionante recorrido por unas vidas terribles, perdidas en algún sentido, por no reconocidas, tal vez en ese aspecto valiosas como reflejo aumentado de las de todos los demás, la gran mayoría, aunque sean más cómodas o banales que estas. Pobre gente que, no todos, se quedó en tierra de nadie, ni alemanes ni españoles finalmente, sacrificados por la supervivencia de sus familias, vidas prestadas o hipotecadas.
La emigración no como una invasión ante la que los nativos deben defenderse con uñas y dientes, sino justo lo contrario; como un fenómeno según el cual ciertos países (empresas, políticos o ciudadanos adinerados) buscan carne joven a la que poder exprimir a modo.
El emigrante no debería ser el enemigo del nativo humilde, de hecho, en un mudo ideal tendría que ser su aliado, deberían ayudarse y luchar por lo mismo, pero, obvio, no vivimos precisamente en el mejor de los mundos posibles.
Ferdydurke
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