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Voto de Joan Ramirez:
5
Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
23 de enero de 2010
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Han entrado últimamente en algún bazar chino, de los grandes, con ánimo de fijarse en los productos tecno-hortera que atesoran sus anaqueles? ¿Sí? Pues así es Pandora, el mundo marciano que recrea James Cameron: profusión de fosforescencias, colores chillones, lucecitas por doquier, naturalezas plastificadas de bodegón oriental… ¡madre mía!

¿Y qué decirles de la selva esa, si entramos en detalle? Pues nada, a copiar del mundo submarino que ya nos revelaran hace una eternidad los documentales del capitán Costeau: venga medusas, plantas retráctiles, algas… todo bien amenizado con –de repente- vistosos dinosaurios. Bichos éstos que, en su versión pajaril, vuelan entre montañas flotantes que están a medio camino entre los engendros y delirios del surrealismo de Dalí y los mundos postmodernos del cómic de los años ochenta.

Pero vayamos a los protagonistas. Observo a esos marcianos azules y veo zulús, indios cherokees, hippies, gatos y deidades tibetanas. Y también rituales africanos, indios del Amazonas, peruanos con coleta que versionan a ABBA y a truchas de la pescadería (en lo que a la piel concierne).

Ahora podría meterle mano a los paralelismos del argumento, a lo consabido de la fuerza universal y las conexiones etéreas, pero me abstengo por cansancio y hastío. Tan sólo reconozco que la película, siendo larga, se hace distraída y pasa rápido. Pero salgo del cine con la sensación de que no aporta nada y de que el revoltijo es poco digerible. Porque, señores, mezclar no es crear.

Por otra parte, a los que sustentan el valor del film en la excelencia de sus efectos especiales, me permito recordarles que, en general, la mayoría de nosotros ya vemos en 3D, en color y de continuo. De modo que es en esas tridimensionales condiciones como yo me llevo las manos a la cabeza en el inabastable bazar chino de mi barrio (siempre) y en el cine (a veces).
Joan Ramirez
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