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Deuda de sangre

Thriller. Intriga. Drama Terry McCaleb, un veterano investigador del FBI, anda tras la pista de un psicópata apodado por los medios de comunicación como "el asesino del código". Tras el último homicidio, Terry visita la escena del crimen y lo descubre entre la multitud; comienza entonces una persecución que le provocará un infarto y su retirada del servicio activo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A cualquier persona con tres dedos de frente, no le será difícil encontrar los baches narrativos que tiene la historia de “DEUDA DE SANGRE”, desde los primeros minutos: Es común que, cuando se sienten seguros de que nadie les ha identificado, los asesinos vuelvan a la escena del crimen, porque quieren asegurarse de que su víctima murió, desean oír lo que se dice… y hasta buscan comprobar si la policía sospecha de ellos directamente.

Pero que, en plena escena del crimen -donde siempre se da el acompañamiento de un amplio número de agentes y oficiales-, se vea correr a un detective (ya viejo) tras un sospechoso y nadie salga tras él en plan de apoyarle y/o protegerlo… ¡no lo hace ni la policía de Chimbirischimbiris! Y que Terry McCaleb –el ex-especialista del F.B.I. que representa Clint Eastwood– le dispare varias veces al tipo teniéndolo a escasos metros y no le atine ni siquiera para herirlo (esto lo comprobamos después), no le pasa sino a Mr. Bean con quien, ¡cualquier burrada es plenamente factible!

A medida que avanza la historia -escrita por Brian Helgeland, partiendo de la novela de Michael Connelly-, sucederán una o dos acciones más de cuestionable resolución... pero he sentido que, no era esto lo que más interesaba a Eastwood al momento de ponerse delante y detrás de las cámaras para realizar este proyecto, porque, de ser así, estoy seguro que se habría interesado más por la rigurosidad de la tesis argumental.

Ya hemos hablado en otras ocasiones -“The unforgiven”, “A perfect world”, “Gran Torino”…- del adulto, responsable y valiosísimo proceso de redención que, desde los años 1990, ha comenzado a producirse en ese actor y director que, otrora, se había prestado a protagonizar historias sesgadas y fascistoides del peor gusto, que muchos habrán visto. Estoy convencido y voy a sustentarlo de que, “DEUDA DE SANGRE”, también apunta, plenamente, en esa digna dirección.

Estamos ante un policía que ostenta una amplia trayectoria –sus viejos roles como Coogan, Callahan…- y ahora, su viejo y frío corazón ya no va más, porque le han trasplantado el de una digna mujer latinoamericana –las minorías raciales a las que discriminó con dureza en otros tiempos- y, al ponerse “en el palpitar” de alguien que, además, pertenece a aquellos a quienes antes maltratara, McCaleb-Eastwood alcanza ahora un sentir más generoso, con más luz y entendimiento, y por eso ya le caben dudas sobre los primeros sospechosos, ya no está dispuesto a matar por presunciones, y dejará bien claro que ha superado esa mentalidad xenofóbica e infantiloide -tipo James Bond- donde los malos son siempre los extranjeros y los buenos serán siempre los coterráneos.

La relación que mantiene, McCaleb, con el policía mexicano Arango – tan bien representado por el comediante Paul Rodríguez que, prácticamente, se gana la película- es de tú a tú… y obsérvese la grata camaradería que, contra todo, se produce entre ellos.

En estos aspectos, “DEUDA DE SANGRE” me remite a “Los 39 escalones” de Alfred Hitchcock, donde, no es el conflicto lo que interesa al director, sino las relaciones interpersonales que, el protagonista, va teniendo en el camino, pues es ahí donde aquellos sentimientos que hacen grande a la especie humana, van a brillar en todo su esplendor. Y aquí, Eastwood, deja un buen ejemplo de como deben ser -éticamente- los policías de la nueva civilización. Solo lamento que, este filme, no haya conseguido la perennidad que, sí tiene, la del director inglés. Pero su siguiente película, “Río Místico” -también con guión de Helgeland-, va a alcanzar las más altas cuotas del arte cinematográfico.
Luis Guillermo Cardona
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15 de julio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adoro a Clint Eastwood. Quiero dejar esto claro para que conste que estoy siendo lo más objetivo posible en mi crítica.
Como decía, adoro a Clint Eastwood, al Clint Eastwood director sobre todo y al actor a veces. Infierno de cobardes me parece una auténtica obra maestra, así como Sin Perdón o Million Dollar Baby. Pero a lo que íbamos, Deuda de Sangre.

Con un comienzo interesante y un tratamiento de la historia muy correcto introduciendo la información necesaria para el desenlace en los momentos correctos, la película se queda ahí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Saotome Tendo
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26 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la prolífica carrera como director de Eastwood, hay de todo, pero lo que más abundan son los policiales, en este caso de los que están destinados a ser uno de los menores.
La historia de un agente que se ve obligado a retirarse por problemas cardíacos y a quien le trasplantan el corazón y se pone a investigar el asesinato de su donante, es una película correcta, con un buen elenco, pero que está desfasada para la época en que fue dirigida, parece más una historia ochentera, de hecho tiene todos los clichés y exageraciones de los policiales de esa década.
Igual se deja ver, entretenida a secas, aunque le sobran unos 20 minutos.
Manuel
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8 de agosto de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Así me sentía cuando me metía a fondo, conectado a más o menos todo; a la víctima, al asesino, a la escena del crimen...a todo".
Desde el principio de los tiempos, desde que hubo un asesino y un detective dispuesto a cogerle, se estableció entre ambos una conexión que les unía más allá de toda lógica.

Esta conexión será presentada, más intensamente que nunca, en la película que nos ocupa, una de las primeras que descubrí del gran Eastwood (puede que la segunda tras "Firefox"), mucho antes de conocer a su implacable álter-ego de San Francisco, Harry Callahan, o de verle cabalgando por las tierras de nuestra Almería allá por los '60. "Deuda de Sangre" llegó dos años después de que el actor/director sorprendiera una vez más a su público con la personal "space opera" de drama y fantasía "Space Cowboys", que pasó sin pena ni gloria por la taquilla.
En este caso, Eastwood dirige y protagoniza el guión del reputado Brian Helgeland, quien adaptada con algunas modificaciones (el personaje de Noone queda convertido en amigo del héroe) la novela escrita en 1.998 por el experto del suspense y las intrigas policíacas Michael Connelly. A sus 72 primaveras (según él mismo su "etapa de madurez") Eastwood no parecía dar signos de agotamiento y estaba de lo más dispuesto a volver al "thriller" y encarnar a un agente de la ley enzarzado en su habitual lucha del Bien contra el Mal, papel que no interpretaba desde la fantástica "En la Línea de Fuego".

Ahora es Terry McCaleb, anciano investigador del F.B.I. retirado tras un ataque cardíaco sufrido dos años atrás en plena persecución de un psicópata conocido como "El Asesino del Código", quien mantenía un duelo constante con él. Recuperado, McCaleb aceptará una misión mucho más importante: dar con la pista del individuo que mató a Gloria Torres, la mujer de quien procede el corazón que le permite seguir respirando. Tendrá a su doctora y a dos patanes compañeros en su contra, pero no descansará hasta atrapar al culpable; asesino, víctima y detective, todos unidos en un retorcido y misterioso crimen de difícil solución.
A todas luces "Deuda de Sangre" parece que se nos presenta como un no muy acertado pastiche de todos los "thrillers" y policíacos que el sr. Eastwood ya hiciera anteriormente (comenzando para más inri con el clásico plano aéreo de la ciudad, heredado de Don Siegel y tan recurrente en su cine). Es muy fácil establecer las semejanzas; desde "La Jungla Humana" hasta "En la Línea de Fuego" pasando por todas las entregas de la saga Callahan (incluso haciendo un guiño a "Ejecución Inminente" y "El Principiante"), aunque todo siendo tratado desde el prisma de la vejez, como ya se hiciera en "Sin Perdón". Pero sin duda hay algo más allá de este puñado de referencias y alusiones.

En los títulos antes citados asistíamos a la inevitable conexión que compartían héroe y asesino, con el personaje de Eastwood enfrentándose a un doble "yo" situado en el lado opuesto de la ley o en la cuerda floja de la moral: "Scorpio", el "Booth" de "En la Línea de Fuego", el sheriff Bill y, sobre todo, el anónimo estrangulador de "En la Cuerda Floja", cénit de dicha conexión, figura indiferente que no era más que el reflejo de la pulsión sexual y de muerte de Wes Block. A priori, la violencia es de ese "otro". En "Deuda de Sangre" el investigador y el homicida se complementan como nunca antes; uno reactiva al otro y depende, a su vez, de su contrario.
Expresión de la parte de sombra que asegura la monstruosa completitud de un único cerebro ("cada latido de tu corazón robado lleva el eco de mi voz a tu cabeza"); difícil decir quién se inclina por completo del lado del "otro". Pero McCaleb no sólo se compenetra con su perseguido, sino también con las víctimas de aquél, sustituyéndolas en el espacio físico (ocupa el lugar de Cordell en el cajero; Lockridge yace en el callejón donde él sufrió el ataque) y en el espiritual (reemplaza a Gloria en el sueño, sintiendo los disparos que ella recibió). Su afirmación despejará todas las dudas: "Me sentía conectado a la víctima, al asesino, a la escena del crimen. Sentía que todo formaba parte de mí". En todos sus films, Eastwood nunca ha jugado más que consigo mismo.

Sin embargo, este interesante concepto se pierde por el camino durante el desarrollo de la trama, que descansa a lomos de un aparentemente estereotipado "psychothriller" de resolución final (ni siquiera llevada a cabo por el protagonista) más bien torpe y simple, algo previsible tal como lo plantea Helgeland, poco agudo en esta ocasión. Eastwood, a sus años metiéndose sin problemas en la piel del héroe recto y metódico que lucha contra la adversidad para hacer justicia (y que además acaba llevándose a la chica, como de costumbre), imprime al film, apoyado en la buena fotografía de Tom Stern (en sustitución de su antiguo colaborador Jack N. Green) e influenciado de su mentor Siegel, un estilo sobrio y dramático, en la línea del "thriller" más clásico, acorde a la edad y posibilidades del protagonista.
A éste le acompañan mientras tanto una mandona Angelica Huston (debió de ser un placer trabajar con la hija de su héroe, a quien representó en "Cazador Blanco, Corazón Negro"), la bella latina Wanda de Jesús, Tina Lifford, un notable Jeff Daniels al que resulta complicado encajar en una película como esta, y Paul Rodríguez dando vida a Arrango, ese típico personaje de lo más repelente que por desgracia siempre nos hemos de encontrar en un policíaco.

Con sus fallos destacando por encima de sus virtudes, "Deuda de Sangre" fue un sonoro fracaso de taquilla recibido con indiferencia y decepción por los fans del actor/director, quienes la considerarían para siempre una obra menor, casi invisible.
Dos años después éste enmendaría su error, haciendo de paso las paces con su público y los críticos, con "Mystic River", uno de los más poderosos trabajos de su filmografía, también firmado para la ocasión por Brian Helgeland...
Chris Jiménez
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22 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No importa su edad. Clint siempre ha sabido hacer buenos proyectos con personajes creíbles para hacer de protagonista a pesar de su veteranía, y siempre ha contado con el respeto del público porque la mayorías de sus trabajos son bastante aceptables o incluso excepcionales.
Este thriller no destaca en su filmografía, pero sí que es una película bastante digna sobre la búsqueda de un asesino en serie por parte del protagonista.
Clint está tan bien como siempre, en esta búsqueda que le cuesta la salud, con un desarrollo interesante y un final adecuado para el género.
Con todo, no es una película para ser vista demasiadas veces, una vez conoces su resolución y los trucos que se guarda bajo la manga.
Pero es de Clint y con Clint (director y actor), y eso ya le da muchos puntos. Con otro cineasta, habría sido un film del montón más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
i42poloj
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