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No sé decir adiós

Drama Carla recibe una llamada de su hermana: su padre, con el que hace tiempo que no se habla, está enfermo. Ese mismo día, coge un vuelo a Almería, a la casa de su infancia. Allí, los médicos le dan a su padre pocos meses de vida. Pero Carla se niega a aceptarlo y contra la opinión de todos, decide llevárselo a Barcelona para tratarle. Ambos emprenden un viaje para escapar de una realidad que ninguno se atreve a afrontar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
20 de febrero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
José Luis, ya anciano, continúa dando clases de conducir como propietario de una autoescuela en Almería, en cuya provincia nació. Un día le será diagnosticado cáncer de pulmón con metástasis en el cerebro; ante esa situación su hija Blanca (José Luis convive con ella, el marido de ésta y su nieta Irene) llama a su única hermana, Carla, quien trabaja en Barcelona, que de inmediato acudirá a Almería, donde hacía mucho tiempo que no iba.

Debut en el largometraje de Lino Escalera, de dilatada carrera como director de cortometrajes, de capítulos de series televisivas y como realizador de anuncios publicitarios. Para su presentación como director de largos ha escogido un trabajo sencillo, austero, en su forma, pero de bastante calado en su guion, que firma junto a Pablo Remón.

Argumento complejo y duro el de esta película, como cabe suponer, pues no en vano se trata de una despedida, de una presentación sin remisión ante la muerte; tanto por parte del propio afectado como de sus hijas. La aceptación del final irreversible no se produce, ni por José Luis, se niega incluso a hablar de ello, ni por su hija Carla, quien hace muchos años que abandonó la compañía de su padre y ahora alarga su agonía trasladándole a Barcelona en un intento desesperado y vano por salvarle, o de alargarle la vida penosamente (en gran medida para retenerle junto a sí ante la presunción del dolor que le va a suponer su pérdida definitiva), poniéndole en manos de los mejores médicos, según ella. Blanca será la única de los tres que desde el primer momento acepte el sino fatal y plantee ante su hermana, sin ningún éxito, que lo mejor para su padre sería que le dejasen morir tranquilo.

De forma clara, sin aspavientos, se nos presenta el drama central de la historia, pero también, de esa manera simple y sobria, las vidas subyacentes de Blanca y Carla. La primera una mujer con escasa personalidad, arrastrando un matrimonio insatisfactorio, sin haberse atrevido nunca a dar ese paso adelante para intentar, al menos intentar, lograr la felicidad o, como mínimo, dejar de ser infeliz. El personaje de Carla representa a un ser que sufre aún más que su hermana; totalmente desquiciada, adicta a la cocaína, al alcohol, no encuentra salida alguna.

Ante tales situaciones, absolutamente deprimentes, aunque con momentos de humor, el cual aparece de forma natural, en ningún momento impostado, Lino Escalera hace bien en no dar soluciones, sino que, aun a riesgo de que alguien le reproche a su obra que resulta depresiva, se limita a mostrar unas vidas sin intervenir para solucionarlas en modo alguno.

Brillantes interpretaciones del trío protagonista, si bien el perfecto castellano de Lola Dueñas chirría un poco al encarnar a un personaje que en su vida ha salido de su pueblo de Almería; lo mismo se podría decir en el caso de Nathalie Poza, pero en el personaje de Carla queda la excusa de que ella si abandonó su pueblo y el espectador no sabe a qué edad para que perdiera todo su acento. Y esto, para algunos, podría ser quisquilloso por mi parte, pero no creo que lo sea, pues una buena selección de reparto debe de estar en ello y, además, todos conocemos muchos ejemplos de intérpretes que han trabajado mucho el acento, distinto al suyo, con el que representar un papel.
Juan Ignacio
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21 de febrero de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los bodrios más insoportables que he soportado últimamente. Sólo puede entenderse la visión de esta porquería viéndola como un ejercicio de masoquismo. Supongo que en el cielo tendrán en cuenta mi paciencia por asistir hasta el final de esta lacrimógena historia. ¿Historia?, ¿qué historia? No hay ninguna historia. No pasa nada. Los personajes, mínimamente definidos, no tienen nada detrás, no tienen vida. El moribundo es un esperpento, con un Juan Diego sobreactuando de manera irritante. Este actor es muy bueno cuando su personaje es exagerado y exige la sobreactuación. Aquí resulta inverosímil: no sabes si lo que quiere representar es un tipo ya senil e inconsciente de lo que hace, o un cínico ajeno a la atención de sus hijas. Pero no convence en absoluto.
La protagonista, Nathalie Poza, es un prodigio de inexpresividad. ¡No cambia de cara en toda la película! Sólo, en un momento casi al final, intenta sonreír, pero el resultado es que parece que no sabe hacerlo.
Ya su actuación en la primera escena resulta absurda y excesiva. El personaje mismo, si se lo compara con el resto de sus apariciones en el film, parece que es de otra película.
Los comentarios laudatorios que aparecen en la página, provenientes de la crítica, me resultan ininteligibles. El buenismo vigente no puede avalar que se defienda semejantes engendros.
Buscando algún elemento positivo, el único que se me ocurre es el maquillaje de Juan Diego que va expresando bien el deterioro progresivo del personaje.
antistenes
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3 de marzo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y el personaje más importante para la historia muy mal definido, no se si será el trabajo de la actriz (Nathalie Poza) o del guión en si. No termino de entender a ese personaje, le falta algo... o mucho.
Increibles interpretaciones de Juan Diego y de Lola Dueñas (por lo bajini, enhorabuena Lola!). Gracias a ellos la pelicula se deja ver.
Con respecto al guión, que salvo a lo antedicho está bien, les pregunto: ¿era imprescindible tanta y tan continuada tristeza?
Por otro lado el final no lo compro, habría otros ¿no?
LPShow
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10 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama íntimo, doloroso y trágico, donde los tres personajes luchan contra el destino y contra sí mismos, o mejor dos de ellos, ya que la tercera lo acepta con resignación, aún con heridas pasadas, que también tendrá que aceptarlas como parte de una vida que aceptó dejando sueños incumplidos que lo más seguro jamás se realizarán.
Dura e inclemente, como la vida misma, también tiene sus toques de humor, un humor sordo, gestual más bien aunque haya en el personaje de Juan Diego una sorna que hace, al menos, sonreír en algunas escenas.
Excelentemente interpretada, no es nada complaciente con el espectador, mostrando la enfermedad mortal de una persona y las consecuencias que tiene en sus seres más queridos.
Recomendable, aunque evidentemente no sea la alegría de la huerta, como suelo decir en más de una ocasión.

https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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22 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de mi crítica parece una contradicción, pero es así de simple. No sé decir adiós es una historia triste, pero triste en todos los sentidos, en las miradas, en los diálogos, en los silencios, en lo que no se dice y hasta en lo que se piensa, te transmite mal rollo desde el mismo comienzo, por cierto, espectacular. Esa escena dentro del coche con los golpes de tos y luego esa parada para toser y mirar en el pañuelo esa señal que te indica que llega el fin, no sabes cuándo, pero cada vez está más cerca. El personaje de Juan Diego representa precisamente eso...la tristeza.

La tristeza para vivir una realidad que no quiere y a la cual no va a hacerle frente, ni a presentar resistencia. Es como una resignación más que aceptada. Va a pasar y ya. Hay una mala relación con una de sus dos hijas y ni siquiera la nueva situación familiar lo lleva a dejar las cosas arregladas y amarradas. Da igual todo, así de simple. Tan increíble como real. Lo mejor de todo es que su actuación es completamente creíble.

Por otro lado tenemos para mí al mejor personaje de la película, el personaje de Nathalie Poza, cuya actuación abarca todos los registros, emoción, histeria, enfado, abnegación, desinterés. Impresionante. Poco sabremos sobre ellos a pesar de ser unos pocos personajes, pero si sobre la tensión en la cual vive, con abuso de drogas y otras sustancias no muy saludables para el cuerpo. Mal rollo con su entorno laboral y familiar, pero no sabemos la razón de su pelea constante con el mundo. Las mejores escenas de la historia, la tienen a ella de protagonista.

Y por último como no, el personaje bondadoso, más comedido, el que pretende poner las aguas en orden en este maremoto de emociones, Lola Dueñas, una pena que siempre la encajen en papeles tan parecidos, me gustaría verla en otros registros.

La película en si es lenta y aburrida, con un ritmo muy cansino, sin sobre saltos, sin nada que te haga abrir un poco más los ojos, salvo las ya mencionadas actuaciones. El pueblo es feo, los lugares son feos, la casa es fea y el hospital es feo. Recomiendo no perderse la última escena donde va a reclamar el sistema de pago para el televisor.
THE CROW
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