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El día que paralizaron la Tierra

Ciencia ficción. Drama Una nave extraterrestre llega a la tierra con la misión de entregar a los hombres un importante mensaje. El mundo entero queda conmocionado el día en que, sin previo aviso, un platillo aterriza en Washington y de él sale Klaatu, un alienígena de aspecto humano acompañado de Gort, un amenazante robot. La petición que Klaatu hace a todos los gobernantes del mundo es rechazada. Así las cosas, Klaatu decide observar cómo viven los humanos ... [+]
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de ciencia ficción con muy buenas intenciones, pero nada más. Personalmente me parece que es un film bien realizado y dirigido, además que cuenta con actuaciones correctas sin nada que destacar.

Por momentos peca de ingenua y es medio sosa, pero se deja ver sin ser la gran obra. Frente al pánico de las personas, el extraterrestre -humano- vaga encubierto por la ciudad para conocer la humanidad, y conocer tanta estupidez que abunda en ella.

Es un mensaje lindo, positivo, con buenas intenciones y que seguramente buscaba generar reflexión en el espectador para tener un mundo de paz. Nada más, no me parece la gran obra, ni siquiera la consideraría como un clásico del género.
10P24H
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21 de septiembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
330/08(09/09/21) Film de ciencia ficción tan famoso como envejecido, los 70 años transcurridos (18/Septiembre/1951) la han infantilizado. Aclamado por ser la primera vez los extraterrestres eran vistos como buenos, producto encuadrado en su tiempo de la Guerra Fría, el peligro de la autodestrucción nuclear entre los dos bloques USA-URSS estaba muy latente (y justo en el comienzo de la Guerra de Corea), y en ese contexto la historia habla de un ente superior que viene de las estrellas para sermonearnos sobre los males de nuestras ansias armamentísticas, y es ahí donde la cinta peca de un buenismo infantiloide, paternalismo propio de los Misses pidiendo que se acabe el hambre en el mundo. Podemos llevarlo a otra situación, podría ser en plena WWII, los nazis arrasaban Europa, entonces tendría sentido que una ‘Deidad’ viniera y nos dijera ‘no pelear entre vosotros y daros un besito’, venga ya! Está pidiendo no combatir la lacra del comunismo y mantenerse quietos, sobre todo con la perspectiva del tiempo, se ha visto que todos los países bajo el yugo soviético anhelaban la libertad y la democracia. Por lo que está muy bien pedir la Paz Mundial, ser buenos y solidarios, pero no se puede ser tan simplista con esta moralina de parvulario. Pero es que tenemos que comulgar con ruedas de molino de su contradictorio mensaje de ‘o sois buenos y pacíficos, o cojo y os extermino con mí omnímodo poder’, no tiene el menor sentido. Luego podemos entrar en la diáfana alegoría cristiana que tiene la historia, todo un compendio fácil de comparar con los acontecimientos bíblicos, donde Klaatu es un alter ego de Jesucristo. Me extiendo más en zona spoiler.

Llámame la atención como intentan engañar al espectador desde el poster promocional del film, un robot amenazante desintegra un ejército mientras agarra a una mujer que grita y con poca ropa. Al fondo, una enorme mano casi simiesca agarra el planeta Tierra como una pelota de béisbol. Las imágenes están en línea con las revistas de fantasía pulp de finales de los 40, y parecen configurar la película como una clásica batalla interestelar épica entre el Bien y el Mal. Pero entonces vemos la cinta y esto es timo, pues lo que hayamos es un episodio alargado de “La Dimensión Desconocido” (aunque esta serie aún no se había estrenado en tv), que a pesar de no llegar de hora y media tiene muchos altibajos, donde la emoción resulta poco sólida (siendo generosos), con personajes arquetípicos, actuaciones planas, todo coronado por un final en que te das cuenta que no ha pasado nada, mucha homilía pueril, pero en realidad poca muy de parvulario. La reflexión que quiere ofrecernos me queda caricaturesco en su simplicidad, se agradece la bondad y las buenas intenciones, pero vista hoy día me queda rancia.

La dirección es de Robert Wise (anterior editor, entre otras de la mítica “Ciudadano Kane”), con guión escrito por Edmund H. North (“En un lugar solitario” o “Patton”), basado en el cuento de ciencia ficción de 1940 "Farewell to the Master" de Harry Bates, donde la dirección hay que alabarla por la buena ambientación que construye en ciertos momentos, así como saber ofrecer alguna secuencia muy bien llevada, lástima que se en un conjunto muy avejentado. También destaca la partitura musical de Bernard Herrmann, se basa en gran medida en gemidos electrónicos evocadores de un Theremin. Ah, y para la historia del Séptimo Arte queda la frase: “Klaatu barada nikto”.

Es de alabar la película no se entretiene en preámbulos, desde el inicio nos mete en faena, arrancando con la tensión en toda la Tierra con ese OVNI que aparece por los cielos, con un ágil montaje de varios lugares icónicos del planeta (hoy algo muy manid, pero entonces original) con sus gentes asombradas por lo que ven sobre su cabezas, hasta la llegada de un platillo volante a una plaza tras el Capitolio de Washington D.C. y desciende de la nave un ser humaniforme (Klkaatu encarnado por Michael Rennie), y un robot enorme (Gort encarnado por el portero del Teatro Chino de Hollywood, de 2,13 metros de altura, Lock Martin), mientras intenta ofrecer un presente a los humanos es atacado por un soldado, reflejando la paranoia humana ante lo desconocido. Tras lo que comienza la odisea del prota, escapa a la vigilancia humana y se inserta en una pensión, se relaciona con gentes de diferentes pelajes, epítomes de la naturaleza humana, una límpida mujer (Helen por Patricia Neal), reflexiva y comprensiva, su antítesis en un egoísta y codicioso tipo (Tom Stevens por Hugh Marlowe), solo piensa en su éxito personal, tenemos su contacto con la supuesta voz de la razón filosófica en el profesor Jacob Barnhardt (Sam Jaffe), hombre de ciencia (parecido físicamente a Einstein??), dispuesto a dialogar (de paz), y en medio la mirada inocente de un niño (Bobby Benson), ser aún no corrompido, lo que se puede llamar la esperanza en un mañana mejor. Son simples instrumentos para colocar el mensaje moralista cuasi-fabulístico. Me ha faltado la voz de los gobernantes, esto quizás para no molestar, solo vemos una especie de orden militar, solo vemos actuar al ejército cual régimen dictatorial, ‘primero disparan y luego preguntan’. Y no me vale ese chistoso conclave de hombres de ciencia, solo parecen estar ahí como oyentes del Ser Superior, pues nada tienen que decir (Ummm!).

A partir de la huida del E.T. comienza carrera contrarreloj por atraparlo, se crea una hábil tensión con la edición de la persecución del ‘Peligro’, esto mientras Klaatu se empapa de vivencias humanas, para exponer una confraternización y empatía ‘interplanetaria’, esto en niveles primarios, sobre todo de primero de básica el paseo por monumentos de la capital USA, con especial sentido frente al Memorial Lincoln, queda obnubilado por la grandeza del mismo y por las palabras talladas en piedra y con esto ya queda el E.T. magnetizado por el Icono presidencial,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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30 de diciembre de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película. Crítica feroz a la raza humana y a la incontrolable necesidad que tenemos de autodestruirnos. Una visión pacifista de la ciencia-ficción. Una demostración de que el cine puede ayudar a ser mejor en este mundo.
Grandísimo descubrimiento.
misled
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23 de octubre de 2008
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy afectada por el paso de las décadas, "Ultimátum a la Tierra" es uno de los puntales de la ciencia-ficción de los 50, una película antibelicista muy influenciada por su época, con la psicosis de la Guerra Fría campando por los guiones de medio mundo. Voluntariosa, esforzada, no ha sabido capear el transcurrir del tiempo, y queda como un anticuado e ingenuo alegato pacifista que hay que ver con cierta condescendencia y con mucho respeto, por lo que supuso y lo valiente de su mensaje.

Un clásico menor muy avejentado.
Fali
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28 de noviembre de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor que podemos decir de esta película de ciencia-ficción, hecha hace más de sesenta años, es que al verla hoy, a menos de un mes para que se acabe el mundo, según los Mayas, no resulta risoria, ni una simplista aproximación a los marcianos.
Por aquellos días, la imagen más vendida del visitante extraterrestre era la de un señor bien vestido y de refinados modales, adelantado a nuestro tiempo pero dispuesto a castigarnos si no teníamos en cuenta sus sabias recomendaciones. No dudaría, el hombre de Marte o de cualquier otro punto habitable de la galaxia, en mezclarse y convivir con seres humanos para realizar un estudio antropológico que aumentara los conocimientos que los potenciales invasores tenían de los terráqueos. Así, en esta recreación de Robert Wise, el más que civilizado señor Klaatu puede constatar lo que usted y yo también sabemos: que los mandatarios de la Tierra están muy liados y que no encuentran fechas en sus agendas para ponerse de acuerdo.

No sería mala idea que Klaatu y su amigo metálico, Gort, repitieran el viaje; pero esta vez el mensaje debería ir directamente a los ciudadanos (ellos que tienen muchos medios lo conseguirían) y no a los gobernantes, porque estos orates, que dicen venir de una urna, nos ocultarían la verdad por miedo a perder unas elecciones, y ni siquiera sabríamos de su existencia e intenciones. Nosotros, los de a pie, le contaríamos que también, junto al planeta, somos víctimas de unos impostores abusones, que nos juzgaran con benevolencia y nos echaran un cable, llevándose en la nave a cuatro o cinco mil altos cargos y devolviéndonos al buen músico Bernard Herrmann, que consiguió en Ultimátum a la Tierra crear una atmósfera de suspense y peligrosidad, aunque la amenaza no era tanto de quienes venían, si no de quienes gobernaban el mundo y vestían (siguen vistiendo) con trajes de erizo a la paz.
Sinhué
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