Las alas del deseo

Wim Wenders es un tipo muy raro, su cine alternativo, poético, original y visualmente perfecto, es una delicia para los sentidos, pero como narrador, como contador de historias, no vale ni dos céntimos.

Para muestra esta preciosa película (en lo visual) llamada "El cielo sobre Berlín". En ella el director nos cuenta en un perfecto blanco y negro, intercalado con escenas en color, como vivimos rodeados de ángeles que nos observan, nos leen los pensamientos y nos dan a veces la paz y la fuerza que necesitamos cuando estamos deprimidos y a un paso de quemar las naves, pero a veces estos ángeles no se encuentran cómodos del todo en sus labores ya que les gutaría poder ser como nosotros y tener sensaciones y sentimientos que ellos no poseen.

Las escenas están magistralmente rodadas y Bruno Ganz, el Hitler de la estupenda "El Hundimiento", está genial en su papel de ángel que escucha la mente de los humanos, sus sentimientos, sus miedos, sus deseos y frustraciones.

Película original y bien hecha, sin embargo resulta tediosa y repetitiva, más lenta que el caballo del malo y girando siempre sobre la misma idea. Quizá debería haberse quedado en un corto, en vez de una película larga, mejoraía mucho su resultado.

Advertencia, no verla a altas horas de la noche, puede producir somnolencia.

Película muy recomendable, pero muy mucho, para los que padezcan insomnio crónico. Si lo has probado todo sin éxito, si te mueres por diez minutos de duermevela, no lo dudes, este es el remedio. Pero (preguntarán algunos) ¿de que va la película?, da igual, creo recordar que empezaba con unas poesías que pretendían ser muy trascendentes y que se quedan en paridas pseudometafísicas (ahí arranca el primer bostezo sin buscarlo), luego unos tipos trajeados que resulta que son angeles inmortales se dedican a mirarse y sonreirse sin palabras,y entonces caes en la cuenta (caes en la cuenta de que ya estás durmiendo y no te has enterado de nada). Me contaron que sale una trapecista pero como si nada, tu no despertarás hasta los títulos de crédito.

Win Wenders es un director muy reconocido mundialmente, y aunque no he visto mucho de su filmografía, debo decir que me decepciona más que me gusta.
En esta ocasión se trata de una sus películas más reconocidas y valoradas, en la que nos presenta a dos ángeles que sobrevuelan la ciudad de Berlín todavía separada por el muro. Estos ángeles no pueden ser vistos (salvo por los niños), y tienen la capacidad de escuchar los pensamientos de las personas. Pero un día uno de ellos quiere sentirse humano ya que se siente atraído por una mujer.
La película es aburrida y decepcionante. Me imagino que muchos cinéfilos no estarán de acuerdo con mi opinión ya que valoran enormemente esta película. Pero sinceramente, me aburre enormemente escuchar durante casi todo el metraje de esta película (unas dos horas) a una voz off que narra los pensamientos de las personas mientras un ángel está a su lado.
El guión es prácticamente eso. Escuchar y escuchar pensamientos y divagaciones de las personas sobre sus problemas. Así que uno ve a muchos personajes que no tienen nada que ver unos con otros y escucha sus reflexiones. Además, el enamoramiento de este ángel con la joven la verdad es que no sé donde está. Sí aparece una trapecista de la que se siente atraído, pero la verdad es que ese amor que le hace desear ser humano para estar con ella; pues la verdad es que no lo veo por ningún lado.
Algunas escenas puntuales (sobre todo al principio) son destacables. Pero dichas escenas son realmente escasas y mínimas, ya que el film se sitúa en una línea de decepción y aburrimiento.
Sin lugar a dudas lo mejor de esta película es su fantástica fotografía en blanco y negro. Es una maravilla como se cuida la luz. Y aunque tiene partes en color (los momentos en los que se plantea la historia desde el punto de los humanos), éstas también están bien cuidadas en este aspecto.
Con respecto a las actuaciones, decir que solo conozco a dos de sus actores. El magistral Bruno Ganz y el carismático Peter Falk. Al resto no los conozco y no sé si los he visto en otros trabajos. Pero en general las interpretaciones no son ninguna buena y no me convencieron. Solo Peter Falk consigue conectar y hacer que uno disfrute con un trabajo actoral. Porque ni siquiera el gran Bruno Ganz me entusiasmó, ya que regala un personaje frío que no expresa absolutamente nada.
En fin, "El cielo sobre Berlín" es un film clásico de la historia del cine europeo del que luego se hizo un remake en Hollywood llamado "City of angels". Este remake sin lugar a dudas es mucho más pastelón y romántico, pero curiosamente a mí me entretiene más y por lo menos no me aburre. En este caso, la película de Win Wenders es un film que decepciona y aburre, y de la que no entiendo su fama.

163/28(30/07/17) Pomposo, pretencioso y sobrevalorado film alemán de Win Wenders (marcó su regreso a su Alemania natal después de más de una década haciendo películas en otros países), una fantasía romántica con más ínfulas estéticas que capacidad de mantener atentos al espectador durante sus más de dos horas letárgicas, un envoltorio bonito que se agota en cuanto se abre el supuesto caramelo. Guión original del propio realizador junto al dramaturgo austriaco Peter Handke, y aportaciones de Richard Reitinger, inspirándose en la poesía del checo Rainer Maria Rilke, Wenders afirmó que los ángeles parecían residir en la poesía de Rilke, y el director había anotado "ángeles" en sus notas un día, notó obras de arte con temas de ángel en cementerios y alrededor de Berlín. La idea de que los ángeles podían leer las mentes llevó a Wenders considerar monólogos interiores que nadie diría en voz alta. Handke no se sentía capaz escribir una sola historia coherente, se comprometió a enviar regularmente notas sobre ideas durante la producción. Dada naturaleza del acuerdo, Wenders mantuvo reuniones diarias con su equipo, para planificar la logística para el día siguiente. Handke, escribió gran parte del diálogo, narraciones poéticas y el poema recurrente de la película "Canción de la infancia" (Cuando el niño era niño quería que el arroyo fuera río, que el río fuera torrente y que este charco fuera el mar”). Wenders encontró los nombres Damiel y Cassiel en una enciclopedia sobre ángeles, los peinados de estos fueron inspirados libremente por una fotografía de un guerrero japonés. Aunque las escenas de circo requirieron acrobacias extensas y arriesgadas, Dommartin pudo aprender el trapecio y cuerda se mueve en sólo ocho semanas, e hizo todo el trabajo por sí misma, sin un doble truco. Concepto de ángeles, espíritus o fantasmas que ayudan a los seres humanos en la Tierra había sido ya tratado en el cine, desde “Here Comes Mr. Jordan” (1941) a “It’s a wonderfull life!” (1946) o “A vida o muerte” (1946), de esta última Wenders plagia el concepto de que estos etéreos espíritus ven en blanco y negro y los humanos en color, esto gracias aquí a la formidable fotografía de Henri Alekan mostrando el punto de vista de los ángeles en color sepia y color para mostrar punto de vista de humanos. Durante la película, Wenders y Alekan usan medias de seda de la abuela último como filtro para secuencias monocromas. Wenders lo que si hace es abordar su relato de un modo contemplativo y poético, componiendo (al menos eso pretende) un fresco sobre la compleja naturaleza humana, pero esta forma que se transforma en el metraje en episódica, en breves viñetas de la Berlín occidental dividida por el muro, no sabiendo el director equilibrar el ritmo, cayendo en muchos tramos en el tedio y alejando al espectador de algo que en un principio resulta sugestivo, pero que al alargar la idea se le va de las manos hacia lo aburrido, la idea está bien para una entrada, pero no para estirarla, tanto que cuando se produce un giro ya es tarde (por lo menos en mi caso estoy frío y me da igual lo que les pase a los personajes, además, en este tramo en que hay cambio el comportamiento de los personajes me están artificial y chirriante que no me lo creo, todo tan teatral como increíble. Fue un éxito crítico y taquillero, que provocó una secuela rodada en 1993 por el mismo director, “Tan lejos, tan cerca! (In weiter Ferne, so nah!)”, continuación con varios de actores de la primera y otros como Nastassja Kinski, Lou Reed, Willem Dafoe y hasta el ex líder soviético Mijaíl Gorbachov, no alcanzó éxito de la primera, así como se hizo un remake en USA en 1998, “City of Angels” de Brad Silberling, con Meg Ryan y Nicolas Cage. En los créditos finales sesobreimpresiona "Dedicado a todos los antiguos ángeles, pero especialmente a Yasujiro, François y Andrej", referencia a los cineastas Yasujirō Ozu, François Truffaut y Andrei Tarkovsky, directores muerto todos antes del estreno de la película, tres influencias en Wenders. La banda “Nick Cave and The Bad Seeds” aparece tocando en una sala hacia el final del film tocando el tema “Wings of desire”. Como curiosidad decir que la palabra Dios no se menciona en la película.

La cinta posee un cautivador inicio, mostrando un collage de pensamientos internos de personas anónimas que nosotros oímos a través de un par de ángeles, el realizador quiere transmitirnos que habitamos en un mundo densamente poblado, en el que nos movemos entre la multitud pero en solitario, un mundo donde reina la incomunicación y el aislamiento social, con los mencionado seres espirituales pasamos por las calles, autobuses, platós de cine, parajes desolados, pisos decrépitos, circos, etc. Una mirada invisible envuelta en la melancolía, en el existencialismo, un marcado ejercicio de autor donde Wenders pretende más de lo que puede, una reflexión pesimista que anhela ahondar en la heterogénea Condición Humana, esto remarcado por la fotografía grisácea, exhibiendo una imaginería visual potente, con profusión de planos aéreos en clara alegoría de lo pequeños que somos los humanos, y a la vez quiere ofrecer un halo de esperanza haciéndonos ver que quizás no estamos tan solos. Ello en una narración que emite sensación onírica de ensueño, de elegía.

Wenders también aprovecha para hacer un repaso (complaciente) a la historia de Alemania, la que ha marcado su SXX, evocando con imágenes de archivo el sufrimiento del pueblo germano, el colapso dela nación, esto remarcado por la película que vemos están rodando, tratando sobre el nazismo.

El conjunto es armonioso, imagen y sonido van de la mano, nosotros detrás sabiendo que nos conducen a algún lado. Cine sobre el espíritu, un reflejo del género humano, una radiografía sobre nuestros pensamientos cotidianos y los segmentos de conciencia pura que pululan a nuestro alrededor. Nuetro léxico es limitado, nuestras palabras se quedan cortas a la hora de hablar sobre lo esencial, es por ello que se agradecen esta clase de ejercicios, de ensayos, sobre el alma.

Toda obra que incite a la percepción unitaria de nuestro género se hace hoy en día especialmente necesaria, "El cielo sobre Berlín" nos habla de esto. La constante y cálida mirada de Bruno Ganz nos reconoce y nos acoge, su transfiguración nos lleva a un terreno tan necesario como temido: el amor.

Secuelas innecesarias y remakes bobalicones aparte, me quedo con este retrato sensible, humano e inteligente del espíritu de nuestra época, un verdadero regalo.