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Todos estamos invitados

Drama Josu Jon (Óscar Jaenada), un joven etarra, se recupera de un problema de amnesia sufrido tras cometer un atentado terrorista. Mientras, Xabier (José Coronado), un profesor de la Universidad vasca, recibe amenazas de muerte de la organización criminal por sus ideas políticas. Francesca (Vanessa Incontrada), novia de Xabier y psicóloga de profesión, ayudará a Jon a recuperar la memoria. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
19 de abril de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“En estos momentos de ambigüedades, de medias verdades, yo sólo intento decir la verdad”.
Esta frase -pronunciada por Xavier (José Coronado), el profesor de universidad coprotagonista de Todos estamos invitados- resume la voluntad de Gutiérrez Aragón, quien concibió la realización de esta película como “un deber ciudadano” Aunque en otras ocasiones haya abordado temáticas políticas, su filmografía no es la de un Ken Loach. Su estilo, sus historias, suelen estar tocadas por matices costumbristas, e incluso de realismo mágico. Ese “deber ciudadano” ha puesto una semilla en el desierto de la ficción cinematográfica española relacionada con la cuestión del terrorismo etarra. Hasta ahora, ETA había aparecido en el cine de manera colateral o bien en guiones donde el autor mantenía cierta equidistancia o comprensión hacia los asesinos.
Pero, ¿y el punto de vista del espectador, su nivel de información previa? Me pregunto cómo asimilaría este filme un sueco, por ejemplo. Tal vez no entendería muy bien el motivo que origina el acoso criminal al profesor universitario, y probablemente lo achacaría a un fallo del guión por lo poco verosímil. Sin embargo, los espectadores españoles sabemos que el fallo es de la realidad. No obstante, el cinéfilo nacional asistirá, si quisiera abstraerse, a un entretenido thriller. Gutiérrez Aragón, desarrollando una gramática clásica del género, hace así más accesible su denuncia. En los primeros diez minutos, con una sintaxis perfecta, describe el paisaje geográfico y humano donde se van intuyendo los acontecimientos. La música de Ángel Ilarramendi nos introduce en un clima de suspense y desasosiego. Una vez planteado el nudo, las situaciones y los diálogos, sin ser nada forzados, están llenos de carga metafórica. El papel de la gastronomía no es trivial; motivan un escenario muy rico, literal y visualmente. En el comedor de una sociedad gastronómica, mientras desfilan ante nuestros ojos suculentos platos, es donde surgen las frases más contundentes y estremecedoras:
“- ¿Qué? ¿Estaban buenas las cocochas?
-Sí. Las mejores que he comido nunca.
-Me alegro. porque son las últimas que vas a comer en tu vida.”
Contrastando con la potente realidad hay unas escenas oníricas que son las más endebles, por innecesarias. Todo lo demás está ajustado. La interpretación de Oscar Jaenada encarnando a Josu Jon, el terrorista desmemoriado, es sobresaliente: de pocas palabras y sobria, consigue hacernos dudar de si realmente no se acuerda o es que quiere olvidar. La idea del etarra amnésico procede de un hecho verídico que Gutiérrez Aragón conoció a través de Juan María Bandrés. También auténtico, pero mucho más frecuente, es el caso de Xavier, el profesor amenazado. No es un héroe, pero ha dado un paso que no tiene marcha atrás: ha dicho lo que piensa, y, como le aconseja la Ertzaintza, “la mejor autoprotección es estar calladito”.
Gutiérrez Aragón no se calla. Nos habla alto y claro, aunque casi todos estemos sordos.
la28
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21 de septiembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos estamos invitados, principalmente, da al espectador la oportunidad y la satisfacción de ver una película que se moja. Y se moja con un tema espinoso que viene atenazando a la sociedad española desde hace décadas: el terrorismo etarra.
Todos estamos invitados (intrigante título) concatena dos historias: por un lado, la historia de Josu Jon (Jaenada), un joven etarra que, tras un accidente, pierde la memoria, y por otro, la de Xabier (Coronado), un profesor universitario que recibe amenazas de la banda tras unas polémicas declaraciones. La intención es clara: mostrar las dos caras del conflicto de la manera más humana -y humanizadora- posible.
Es destacable la habilidad para manejar las dos historias: se plantea en un principio la historia de Josu Jon; seguidamente se aparca para plantear la de Xabier, que ocupará tres cuartos del metraje, y al final se retoma la de Josu Jon, para entroncarla con la de Xabier en un final escalofriante, con tremendas consecuencias tanto para los verdugos como para las víctimas. La idea que pervive tras el visionado de la película es la de una sociedad condenada, pues la amenaza no es sólo exterior, sino que late en muchos de sus ciudadanos e instituciones.
Tal vez la ambición de Todos estamos invitados sea mucha, pero no lo considero un lastre para la película. Desde la perspectiva de dos personajes, y con un tono para nada grandilocuente o pretencioso, Gutiérrez Aragón examina con éxito una peliaguda realidad sobre la que flota una constante sensación de desesperanza, de guerra perdida, tanto para unos como para otros.
Ayudan a dar cuerpo al film una buena dirección y unas grandes interpretaciones, no tanto por parte de Vanessa Incontrada, pero sí por la de José Coronado y en especial Óscar Jaenada, que merece más minutos en esta película, y que por momentos -salvando las distancias, por supuesto- recuerda al atormentado Alex de La naranja mecánica, que tiene que reencontrarse y luchar contra su pasado una y otra vez. Y atención a la última secuencia, brillante y escalofriante. Un notable broche final para una película que encierra muchas verdades dentro de sí.
juanantlopez
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30 de mayo de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Regular película de Manuel Gutiérrez Aragón, que intenta de forma honesta narrar un hecho ficticio basado en otros muchos que tristemente suceden en el País Vasco a consecuencia del peligro que supone para muchas personas expresar lo que de verdad piensan de determinados hechos político-sociales de la realidad vasca.
El intento es bueno e incluso positivo, otra cosa es lo que ha logrado el bueno de Gutiérrez Aragón en el plano cinematográfico.
Y es que, en mi opinión, la cinta deja que desear en más de un aspecto, aunque sí que es clara y determinante en el fondo.
Para comenzar, en el plano técnico es sobria pero eficaz en su discurso. Pero tiene el fallo de un guión que alterna aciertos y graves fallos o más que fallos elementos absurdos. El peor pero muy grave es la manera en la que el personaje del ex-etarra Josu Jon comienza a seguir a la novia italiana del protagonista. No se sabe bien si ha sido un sueño de Josu Jon o ha sido realidad. Si ha sido un sueño es absurdo y si ha sido realidad es completamente ridículo. En ambos casos es un recurso no tramposo, sino simplemente facilón que denota una falta de trabajo guionístico en aras de un mayor rigor requerido para tal argumento. Otro ejemplo es la visita en la cárcel del abogado del jefe etarra. Mientras hablan ambos, un funcionario de prisiones está a un metro escaso de ellos, y con él al lado le dice bien claro y alto el jefe etarra que le dé un aviso al profesor bocazas pues si no irán a por él. Una escena nada creíble que parece demostrar que el espectador es tonto.
Y existen escenas un tanto de relleno como la comentada de la playa, que no es que moleste pero tampoco aporta nada.
En el haber de la película hay momentos de acción, como los del final de la película, francamente conseguidos, amén de un final definitorio de la situación real que se comenta.
En cualquier caso, lo mejor es, amén de la excelente música de Ángel Illarramendi, la interpretación de Óscar Jaenada, con un acento vasco bien conseguido,que consigue incluso conmover en las escenas con su madre y divertir (lo único que invita a la sonrisa en la película) en la confesión al párroco aficionado a la buena cocina vasca.
Una película que tal y como ha quedado no aporta demasiado al tema que aborda con serenidad y firmeza, pero sí que, al menos, creo que lo intenta.
En el reciente Festival de cine español de Málaga ha conseguidos dos premios, el Especial del Jurado (me temo que únicamente por el tema que denuncia) y el de mejor actor de reparto para el siempre excelene Jaenada.
Merece la pena verla, si se tiene una mínima inquietud y curiosidad sobre el argumento, pero creo que deja más bien indiferente al espectador, aunque no le aburre lo más mínimo.
Ignacio Larrea
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12 de abril de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manuel Gutiérrez Aragón aborda el terrorismo de ETA haciendo protagonista al sentimiento que aflora en esas circunstancias: el miedo. Es propio precisamente del terrorista el valerse del temor de los otros para lograr el fin perseguido: el miedo de los personajes muy bien interpretados por Coronado e Incontrada para sobrevivir a las amenazas, el miedo del personaje de Jaenada para aceptar lo que es, el miedo de quienes les rodean por terminar siendo objetivos del terror...

La película describe de modo interesante el mundo vasco y sus controversias, y se apoya en los paisajes y especialmente en el adorno de los manjares culinarios propios de Euskadi (pinchos, cocochas, bacalao, etc...) para introducir a sus protagonistas. De hecho las secuencias de las dos cenas organizadas por el grupo de amigos son probablemente los mejores momentos de la película.

Efectiva y correcta realización, pero que se queda ahí, necesitando de una mayor profundización en el carácter de los personajes para un mejor desarrollo de cada uno. El conjunto adolece de la falta de esa chispa que lo saque de ser un engranaje previsible, y crea estereotipos demasiado manidos sin mucha originalidad: los etarras malos que asesinan, las víctimas decentes a las que asola el miedo, el etarra arrepentido que termina siendo víctima del miedo... La idea de partida es buena, el desarrollo simplemente correcto. Es como si el director, contagiado por tanto miedo, también lo hubiese tenido para rodar una historia más allá de lo convencional.
Pedro
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13 de abril de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director cántabro Gutierrez Aragón ha sacado a relucir su propio punto de vista sobre el conflicto en el País Vasco ofreciéndonos la sociedad vasca como un pueblo arraigado a sus costumbres para luego sacudir con un mazazo sus diferencias marcadas por un entorno de violencia y hostilidad. Brillantes interpretaciones de Jaenada y Coronado que viven y se pasean, des de distintos frentes, por un ambiente de tensión que a la vez sensibiliza y que nos ayuda a comprender la realidad de lo que ocurre en Euskadi, en sus calles, en sus gentes, sus opiniones... Estas últimas divididas des de un simple comentario hasta llegar a la amenaza más sutil y absurda.
Natxo Borràs
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