La educación de las hadas

Más artesano que artista y sin olvidar que le debemos títulos como "amanece que no es poco", "los girasoles ciegos" e incluso "la lengua de las mariposas"... nunca le incluiría entre los grandes... ahora, de eso a que haya podido concebir un bodrio pretencioso y amorfo como este, ¡madre mía!, la distancia es mayúscula. El guión es una broma y un pésimo comienzo, el reparto parece fruto de un sorteo pero la guinda sobre la tarta ha sido mirar a Darín aparearse con Irene Jacob. Eso, Cuerda, no te lo perdonaré jamás. ¡Y con dinero público!

José Luis Cuerda es un buen director con películas que he disfrutado mucho. Pero esta película sólo puede valorarse positivamente si uno recuerda que la dirige él. Porque es una pamema de mucho cuidado. Cuenta cosas sin ofrecer mucho, aparecen personajes como si fuesen figurantes y la trama es de escaso interés.

Con buenos actores, haciendo bien su trabajo, con Bebe muy bien, la verdad. Pero es que no supe qué quería contar ni cómo.

Mis constantes vitales fueron bajando inversamente proporcional a mi incredulidad. No crean a los críticos. A mí se me puso un dolor de cabeza y tuve que llamar al médico. Le dije lo que me estaba pasando y me recetó apagar la tele. Se me pasó al instante y recuperé mis ganas de vivir.

Una de las últimas películas de José Luis Cuerda, La educación de las hadas mezcla con habilidad thriller, romance, fantasía y un cierto toque social. Mediante la mirada limpia y el talento inagotable de Ricardo Darín, Cuerda cuenta una historia sobre la importancia de la fantasía (atención al personaje al que da vida Víctor Valdivia, visto el año siguiente en la magistral Siete mesas de billar francés) frente a la incertidumbre de la vida y las relaciones sentimentales.
No es una obra maestra, y sin duda podría haber sido mucho mejor, pero resulta hermosa y entretenida para pasar un rato agradable.

Lo mejor: El reparto (atención a Bebe, Víctor Valdivia y por supuesto el siempre excelente Darín).
Lo peor: Podría haber dado mucho más de sí.

Buen trabajo del experimentado director José Luis Cuerda, que narra una historia donde los momentos de alegría y ternura, se entremezclan con momentos oscuros y duros en la vida de una persona.

Ricardo Darín confirma lo que todo el mundo sabe: es un genio de la interpretación, y probablemente uno de los mejores actores latinos de nuestros días. Parece que todos los papeles que ha interpretado han sido pensados exclusivamente para él. El resto de actores están bastante bien en general, destacando el papel del niño y exceptuando un poco la gambas de Bebe, que hace de Argelina, pero a veces parece que hace de Bebe, puesto que se le sale el acento extremeño en vez del argelino.

Sin duda esperaba más de esta película salvada por un Ricardo Darín, como siempre haciendo suyo el papel a la perfección, y una Bebe enseñando otra de sus facetas como artista, aunque personalmente la prefiero sobre el escenario. El resto me resulto una historia con toques moralistas demasiado previsible en cuanto a su desenlace.