Dioses y monstruos

La película nos presenta en una muy cuidada realización de Bill Condon un reparto, que no por escueto, es menos interesante. Los actores bordan sus papeles hasta hacerlos completamente creíbles e introducirnos en sus vidas de un modo sobrecogedor.
Brendan Fraser está mejor que en ninguna de sus otras cintas, representando al jardinero con no demasiadas luces pero con una carga de virilidad importante.
Lynn Redgrave es insustituíble en su papel de asistenta.
En cuanto a Ian McKellen, ha significado para mí un completo descubrimiento. Está en la línea de los mejores actores de teatro (¿lo es?). Sus miradas al sesgo, cargadas de intenciones, y su gesticulación corporal medida hasta el detalle hacen que sobren las palabras.
Por cierto, hablando de palabras, la voz que dobla a McKellen hace que la película te atrape de un modo sensacional por su calidez y entonación (maravillosos 'dobladores' españoles) y potencia si cabe el trabajo del actor. Creo reconocer en élla al narrador de la serie 'El pintor y su obra'.
Si eres de los que disfruta del cine dramático, con más diálogo que acción no te la pierdas.

Bueno, aunque la sensación final que se me ha quedado ha sido algo contradictoria, cuando la saboreas aparecen momentos sensibles, aunque también contrapuestos por algunas inverosímiles situaciones que presenta, cuesta creer que estén basados en una vida real y lo irónico es que seguro que esos momentos son los más reales.

Para acabar, impresionante interpretación de McKellen.

La he visto hoy recién por segunda vez. La primera fue cerca de su estreno, en una tele blanco y negro. Debo decir que el color me defraudó. Añoré esos grises que tan bien iban con los sentimientos...
Es conmovedora. Es una película de amor. De amor no realizado. Lo expresan todos los personajes. Las añoranzas de Whale por aquel joven camarada de la Gran Guerra. Y ese beso final de la incomparable Lynn Redgrave, antes de devolver a Whale a la piscina.
También es el amor del joven jardinero, que sí se realiza en su mujer y su hijo, con toda la aportación de aquel amor que le dejó grabada para siempre la imagen del monstruo del que cualquiera quiere huir, y no todos son capaces de hacerlo.
¡Qué final tan bello, tan poético, tan sublime! Qué gran acto de amor es el camino de la vida de un Brendan Fraser con una interpretación que se agradece.
De Ian McKellen, nada que decir: no hay palabras que puedan describir lo que este actor transmite.
La película en su conjunto, con todos los rubros que involucra, tal como bien nos lo cuenta el propio protagonista, es a la vez una caricia y una puñalada para el alma.
Es cálida y humana. Y habla de sentimientos primarios de todo humano: la necesidad de contar con alguien leal y honesto ante quien desnudarnos. Un buen amigo al que poder narrarle ese desgarrador sentimiento: "Supongo que me amaba"...

Si a un buen guión le añadimos un ritmo coherente, una dirección atractiva y unas buenas interpretaciones nos sale siempre una película agradable. De corto metraje y con una puesta en escena algo teatral, Bill Condon refleja de maravilla los útlimos días del director James Whale, interpretado de forma magistral por Ian McKellen.

Me he encontrado con esta película de casualidad, y he decidido colgar mi crítica en vista de que me ha sorprendido la estupenda puntuación que ostenta en el momento en que la he realizado.
Posee algunas virtudes, todo hay que decirlo. Sin embargo, repite demasiado la misma idea. Se centra en transmitir la obsesión del protagonista, pero más allá del tema de su homosexualidad y la soledad que atraviesa, no hay ninguna vivencia del mismo que se pueda recordar con agrado o simpatía. Vamos, la película cuenta con un guion de tres líneas, repetitivo y algo flojo.
Es cierto, también, que el personaje central no es la típica figura de Hollywood. Pero creo que por eso mismo, la película podría haber estado mejor. Presenta intriga en determinados momentos y no sabes hacia donde va a ir a parar la historia, pero la verdad es que te pierdes diez minutos y no pierdes el hilo, sigues viéndola como un film amable y facilón.
Las interpretaciones no dejan huella tampoco. Mckellen y Fraser actúan bien, pero muy pocos personajes puestos en pantalla y poca historia que se llega a explotar.
Con todo, se sigue bien, no es mala, tiene algo que atrae tu atención... bueno, me ha sorprendido al menos que la historia sea la del director de "Frankestein" película que quiero ver. En resumen, no es deplorable, pero tampoco un peliculón en vista de su repetitivo y vacío argumento. Vamos, un producto digerible.