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Onegin

Romance. Drama San Petersburgo (Rusia), siglo XIX. Tras dilapidar su fortuna, Evgene Onegin, uno de los solteros más codiciados de la ciudad, recibe en herencia de un tío suyo grandes propiedades en el campo. Una vez instalado allí, su vecino Vladimir Lensky le presenta a Olga Larin, la hermana de su prometida. La historia de amor que surge entre ellos tropezará con obstáculos y malentendidos que obligan a Onegin a huir. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
21 de diciembre de 2012
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante la muy fiel adaptación cinematográfica de "Eugene Oneguin", novela en verso del primer grande de las letras rusas, Aleksandr Pushkin, obra que pese a su gran perfección técnica y un argumento que te atrapa, acaba decepcionando por el rumbo de los acontecimientos. La ambientación es buena, la dirección muy cuidada y la pareja protagonista está inmensa, pero la historia es demasiado fría y, en el fondo desagradable, como para que guste al espectador. Aunque la culpa no es tanto de Martha Fiennes, la hermana de Ralph, como del propio escritor. Porque, a fin de cuentas, este héroe cínico, disoluto y hastiado de la vida, Eugene Oneguin (Ralph Fiennes), que no era más que un Pushkin idealizado, te cae fatal desde el primer momento hasta el punto de que uno teme que caiga encima como un halcón sobre la tierna y radiante Tatiana/Tania (Liv Tyler). Así es difícil que uno se entusiasme con la historia romántica. Aún así, el protagonista tiene la oportunidad de redimirse pero su insistencia en ser el perro del hortelano, que ni come, ni deja comer aboca la historia a un impasse irritante, que por no tener, no tiene ni final, lo que ya fue duramente criticado por los contemporáneos de Pushkin (SPOILER).

Por su parte, la novela-película adolece de una determinada visión, digamos romántica de izquierdas, muy de la primera mitad del XIX, que era la del propio autor, esa en la que, por ejemplo, se desecha formar una familia como si fuera algo monótono, aburrido y falso, y se critica el matrimonio pero se alaba el amor siempre y cuando no sea convencional sino prohibido o adúltero. Dicha concepción progresista se ve confirmada por ciertos comentarios en los que se critica la servidumbre o cuando Onegin le da a Tania una novela de Rousseau. De todos modos, no estoy descubriendo la luna, pues es evidente el radicalismo político y social del propio Pushkin que le trajeron problemas con el régimen, destierros y confinamientos además de problemas con la censura. Dicho lo cual no vayáis a pensar que era un santo o que los zares eran unos déspotas pues su primera destierro se produjo cuando después del asesinato del Duque de Berry en 1820 se atrevió a mostrar un cartel en el teatro con el texto: "una lección para los zares”. Todo esto lo explico para entender la psicología de la obra, razón por la cual a uno le cuesta un mundo empatizar con un Onegin y su visión tan catastrófica del amor.

Algunos pensarán que esto es el romanticismo: insatisfacción, angustia, amores que sólo interesan cuando son imposibles, mucha pose, rebeldía, radicalismo político, sufrimiento y a menudo el suicidio. Sí, y es cierto, pero se trataría de una corriente romántica progresista. Pero ya antes existía un romanticismo conservador de, por ejemplo, Gogol. Un romanticismo que ama la tradición, la naturaleza, la fantasía, el folklore y lo rural, que es religioso y tan conservador políticamente que lo romántico y lo reaccionario han llegado a formar una simbiosis, y que concretamente tiene la visión del amor que ha pasado a la historia como romántica. Como un servidor comparte esta visión retrógrada, cada vez que veía a la bellísima Liv Tyler se me ponían los ojos como platos, me quedaba sin respiración. Verdaderamente impresionante con esa carita tan dulce e inocente (o tontita, pero dicho con cariño) y esa mezcla de candidez, fogosidad y timidez. Estupenda. Normal que el primo de Onegin quede completamente exhausto después del meneo que le da Tania. Vamos, es que no se puede ni levantarse. Por cierto, una Liv bastante bien vestida dada la moda y con esa trenza enrollada que la hace parecer una rusa de verdad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Reaccionario
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31 de agosto de 2019
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he leído el libro en verso. Pero evidentemente es un melodrama del siglo XIX que poco puede aportar en estos tiempos, si no es el de hacer caso al refrán de "La ocasión la pintan calva"...

La ambientación es prácticamente lo mejor de la película, pero con detalles ridículos, como presentar una casa de nobles provincianos cómoda y perfectamente amueblada, con unos "exteriores" mas propios de una granja de pioneros, recién llegados a la selva...
O presentar en el invierno ruso, una mujer noble sentada ligeramente vestida y haciendo sus tareas en una estancia enorme y acristalada sin una chimenea ni un triste cortinón.
Así como presentar una escena increíble, donde una visita cualquiera pueda penetrar en un palacio como si tal cosa, sorprendiendo a una princesa en sus aposentos, sin pasar por ningún tipo de filtro de guardias, mayordomos, criados, lacayos o servidumbres varias...
Por lo demás, una película perfectamente prescindible.
Pamplina
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