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En la casa

Drama. Comedia. Intriga Un profesor de literatura francesa, desalentado y hastiado por las insulsas y torpes redacciones de sus nuevos alumnos, descubre entusiasmado que, por el contrario, el chico que se sienta al fondo de la clase, muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación. Este chico, que se siente extrañamente fascinado por la familia de uno de sus compañeros, escribirá, animado por el profesor, una especie de novela sobre esa ... [+]
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Críticas 169
Críticas ordenadas por utilidad
8 de diciembre de 2023
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El siempre sobrevalorado François Ozon crea un entretenimiento de calidad con “En la casa” siempre que no se le pidan peras al olmo. Porque si de verdad se quiere encontrar una mirada lúcidamente oscura, siniestra y misántropa sobre la fagocitación de la realidad como materia de la creación literaria, para eso está la gozosa y perfecta “El autor” de Manuel Martín Cuenca, infinitamente superior a la de Ozon.

Un profesor de literatura, entre el árido páramo de la mediocridad con la que sus alumnos resuelven sus ejercicios de redacción, encuentra a un narrador nato, un adolescente con una capacidad para conformar situaciones inaudita que capta la atención del profesor inmediatamente. Sólo hay un problema: un exceso de realidad como base argumental de lo redactado puesto que comienza a introducirse en la vida de una familia de clase media que son los progenitores de su mejor amigo, al que ayuda con los deberes de matemáticas como excusa para permanecer más tiempo en esa casa ajena.

Poco a poco, como si de un folletín decimonónico se tratase, el alumno va entregando capítulos de lo que ocurre en esa casa al profesor, el cual se siente fascinado por esa capacidad narrativa de su alumno que cada vez plantea situaciones más interesantes en torno a la interacción con esa familia que no es la suya. Pero todo se complicará.

Esta tragicomedia con aroma de thriller está correcta y elegantemente dirigida, como es norma de la casa en Ozon, beneficiándose de una dirección de fotografía pulcra y preciosista de Jérome Alméras y una partitura musical resultona y funcional de Philipe Rombi, así como de unas interpretaciones adecuadas de sus protagonistas, entre los que se cuelan nombres importantes como Kristin Scott Thomas, Emmanuelle Seigner, Fabrice Luchini y el gran Denis Ménochet (“As bestas”, “Custodia compartida”).

Quizás su punto débil sea su rocambolesco guión, al que le sobran unas cuantas vueltas de tuerca, firmado por el propio François Ozon adaptando la obra teatral de Juan Mayorga “El chico de la última fila”.
Sergio Berbel
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21 de octubre de 2013
12 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo trabajo de François Ozon viene siendo tan insoportablemente pretencioso como casi todo lo suyo. Y hay que decir que la idea no es mala; lo que pasa es que Ozon consigue convertirla en una auténtica majadería de principio a fin.

La idea es que un profesor de Lengua y Literatura se queda enganchado a la redacción de un alumno y le pide que siga con la historia, que en las siguientes entregas se va haciendo más y más rocambolesca hasta el punto de que incluso llega a afectar seriamente a las vidas de los implicados.

La realidad y la ficción se mezclan constantemente y así, la figura del profesor empieza a aparecer en el relato de su alumno y las vidas de los protagonistas del relato empiezan a confundirse tanto para el profesor como para el espectador entre lo que es, lo que pudo haber sido y lo que no puede ser. Vamos, que en ningún momento se sabe a ciencia cierta si lo que cuenta el muchacho, por cierto un chaval un tanto inquietante, ha ocurrido en la realidad o es fruto de su calenturienta imaginación.

Y digo que esta idea, que en un principio podría parecer buena, se convierte en pura majadería, debido a la idiosincrasia de los personajes. Es muy difícil concebir a un profesor tan manifiestamente torpe y tan imbécil como el que interpreta el inefable Fabrice Luchini; al igual que es difícil concebir a un alumno que consiga tomar el pelo de tal manera a un profesor, con ese descaro y esa desfachatez. Como es difícil concebir al personaje de la mujer del profesor, por mucho que la interprete con su buen hacer habitual, la fantástica Kristin Scott Thomas.

Y no, no es una apreciación personal poco fundamentada. Podría serlo si ésta fuera sólo mi opinión, pero se da la circunstancia de que en mi casa estábamos tres espectadores. Paso a exponer los comentarios de cada uno:

ESPECTADOR 1º: Pero de dónde ha salido ese profe. Cómo puede ser tan tonto. Mira que en mi instituto hay mamarrachos pero tan colgao y tan primo como ése no he visto ninguno, imposible. Menudo pringao.

ESPECTADOR 2º: Pero bueno, cómo es posible que el amigo del niño, el tal Rafa, no se mosquee cuando le pone ejercicios y, en lugar de quedarse con él para ayudarlo y resolverle las dudas, lo deja solo haciéndolos y se va durante horas a dar vueltas por la casa, a colarse en todas las habitaciones y a espiar a los padres. Pero qué invento es éste.

ESPECTADOR 3º: Grrrrrrrrrrrrrrrr Fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! (Onomatopeya de un ronquido)

Como podéis comprobar, tres críticas bastante unánimes, fundamentadas y contundentes.
Talía666
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17 de noviembre de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota que “En la casa” es fruto de un amante del cine y de la literatura, de alguien que es consciente del poder de ambas artes, que nos permiten fantasear y hasta mentir para poder recrear determinadas realidades aparentemente inalcanzables. No es muy común ver cintas en cuya trama tengan relevancia escritores como Flaubert, Chejov o Dickens. Tampoco que sus verdaderos protagonistas sean la imaginación narrativa de uno de los personajes centrales y la destrucción que su cualidad provoca en la vida del otro.
El punto de partida es, desgraciadamente, muy habitual en nuestros días: un profesor de Lengua y Literatura que, corrigiendo las redacciones que encargó a sus alumnos donde contaran su fin de semana, se desespera ante la mediocridad de unos textos escritos sin talento ni voluntad. Pero, de repente, descubre una narración que le sugestiona sobremanera. Un alumno describe cómo es el núcleo familiar de otro compañero de su clase y, entre las ganas de contar del adolescente y el afán de leer e inculcar la pasión por la lectura del docente, lo que, en principio, no era más que un trabajo puntual, comienza a convertirse en una novela por entregas en la que el pupilo va interaccionando con esa familia que no es la suya. A partir de ese momento, la vida del maduro maestro cambia por completo, introduciéndose en un mundo en el que ficción y realidad se mezclan y dejándose arrastrar por una ilusión, una curiosidad y una pasión desconocidas. La situación se complicará de tal manera que el resultado final será destructivo y sin posibilidad de regreso al punto de partida.
“En la casa” es un film interesante y original centrado en sus personajes y cuyo clima engancha a cualquier espectador que se sienta atraído por un universo en el que la creación imaginativa y la cotidianeidad de la vida diaria se combinan e interaccionan sorpresivamente. Se aprecia claramente su origen teatral, obra del reconocido dramaturgo español Juan Mayorga. Y, tal y como sucede cuando un acontecimiento extraordinario sacude trayectorias vitales hasta entonces anodinas, el desenlace será una incógnita que, en ningún caso, dejará las cosas como estaban al principio.
Este tipo de cintas basadas en diálogos continuos suele aburrir a un sector del público más aficionado al género de acción centrado en la aparatosidad visual de las imágenes. En ese sentido, es justo reconocer que la narración peca puntualmente de ser un tanto lenta y repetitiva. Sin embargo, sus múltiples méritos deben prevalecer, ya que no es habitual asistir hoy en día a ningún estreno que no sea o bien una precuela o bien la tercera, cuarta o quinta parte de otro título anterior. En mi opinión, la originalidad es un valor a tener muy en cuenta y esta película es original. Aunque solo sea por eso, vale la pena acudir a verla.
François Ozon es uno de los realizadores franceses más reconocidos internacionalmente. Ha ganado diversos premios en los festivales de Valladolid, Toronto, San Sebastián (“En la casa” es la última Concha de Oro de este certamen) o Berlín, entre otros. Se trata de un cineasta muy interesante aunque algo irregular, que en esta ocasión se ha encargado del guion y de la dirección de una película cautivadora. Los actores interpretan sus papeles con corrección, en especial el veterano profesor y su joven alumno. Kristin Scott Thomas (la maravillosa Katherine de “El paciente inglés”) y Emmanuelle Seigner (esposa y musa del controvertido Roman Polanski) se encargan de dar vida a unos personajes algo desdibujados que quedan relegados a un segundo plano y que no les permiten demostrar sus sobradas cualidades profesionales.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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5 de abril de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que este producto hubiera funcionado muy bien como una suerte de tutorial de Literatura, como un ABC para escritores noveles o como taller de letras --pero nunca como una película. Yo la verdad me aburrí, y de hecho me ganó el sueño en varios pasajes del film. No he visto una historia, digo, un argumento creíble, verosímil, capaz de embargar un mínimo de identificación, sino más bien un experimento didáctico --acaso interesante si uno estaba en busca de una lección de Literatura. Pero como lo que yo quería era una simple película, un poco de cine liso y llano -si bueno, tanto mejor- pues... la leccioncita que sin imaginarlo me tuve que comer me dejó un poco enfurruñado y totalmente decepcionado. Si lo que buscan es cine: huyan.
Danivtar
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11 de noviembre de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación libre de una obra de teatro de Juan Mayorga que supera con creces el reto que siempre supone pasar de lo hablado a lo contemplado. Es capaz de crear una atmósfera absorbente a través de una impecable puesta en escena al servicio de un ambicioso, divertido y perturbador relato que no decae nunca.

Posee además una exquisitez natural en sus formas, en su estilo, muy por encima de otros voluntariosos estetas contemporáneos -como el cada vez más pagado de sí mismo Wes Anderson, por ejemplo-. Un cine de presupuesto moderado pero suficentemente holgado como para recrear todo su cosmos sin carencias. Ya sabíamos que no son necesarios muchos millones de euros para crear películas completas, sólidas, entretenidas, pensadas para y dirigidas al público sin menospreciarlo.

Lo sabíamos pero no nos viene mal recordarlo en estos años absurdos en que hasta España se está convirtiendo voluntariamente en la fábrica Low Cost de las majors norteamericanas, produciendo por 30 lo que allí hacen por 150. Luego llega la gente como monsieur Ozon y nos pasa la mano por la cara tiñéndola de vergüenza con su sólido talento, su visión y su oficio. Este excelente film pone en una perspectiva dolorosa el trabajo cinematográfico que se emprende mayoritariamente hoy en España, todo él desnortado, sin rumbo coherente, palideciendo con su falta de autoestima y con ese rebuzno de fondo contínuo de los paletos habituales que no quieren que nadie de este país sea capaz de ganarse la vida contando historias. Y así nos vamos muriendo -a pesar de los que resisten- y solo podemos sentir sana envidia de ver como en otros lugares aún hay respeto por la gente y la inteligencia.
Redelbe
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