Una buena persona

En una de sus peores actuaciones, Galápago Freeman pone cara de sabio, serena simpatía, voz profunda y ojos tiernos. Y nos presenta la metáfora: la vida narrada como una maqueta de tren. El modelismo ferroviario como símbolo de todo lo bueno que podría ser. Reflexión adolescente, que quiere ser profunda, sobre la existencia.
Música indie, guitarra y piano minimalistas. Videoclip de voz melancólica en lánguido susurro, con escena(s) a cámara lenta incluida. Todo envuelto en papel de regalo, muy mono y limpio. Nada sobre la miseria sucia de la adicción.

Los diez primeros minutos -incomprensibles- de la propuesta se nos presentan como la vida buena. Un infierno infantiloide al que todos deberíamos aspirar y que la protagonista está destinada a recuperar. De nuevo, videoclip susurrante, lacito(s) y constante música de sonajero: he aquí la vida buena.

La peli da mucho miedo.

Una buena persona es un maravilloso retrato sobre la adicción. Puede calificarse de sensiblero en algún momento o se puede reprochar su final pasteloso y “fácil”. No obstante, muestra con gran acierto cómo afecta el alcohol o la droga tanto al que está enganchado como a los de su alrededor.

Pero lo más llamativo de la película es la reflexión que despierta en torno al perdón y la importancia de perdonar y perdonarse para seguir adelante. Con escenas particularmente conmovedoras, puede llegar a tocar la fibra del espectador más delicado.

Por otro lado, es fácil disfrutar de las interpretaciones cuando los protagonistas son un dúo tan icónico como Florence Pugh y Morgan Freeman. Ambos transmiten con eficacia los sentimientos de culpa y frustración, pero abren la puerta a la esperanza y dejan al auditorio con buen sabor de boca.

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'A Good Person' parte de una pérdida para abarcar cuestiones de todo tipo, como la culpa, el apego, las adicciones (y las luchas de cada individuo para combatirlas), el duelo y los caminos para tratar de redimirse, entre otros tantos asuntos que, con un muy interesante enfoque psicológico, nos llevan a la reflexión.

¿Cómo perdonar y cómo perdonarse? Zach Braff probablemente consiga irritar a quienes no toleren el tono sensiblero de la película, pero también es posible que logre emocionar y conquistar a más de uno: es que estamos en presencia de un dramón cargado de sentimiento.

Resulta difícil encontrar los adjetivos justos para describir la interpretación de la talentosa Florence Pugh, capaz de transmitir con la misma credibilidad cada uno de los matices de su personaje; y lo mismo ocurre con un Morgan Freeman del que ya nada nos sorprende.

En esta obra que repite algunas secuencias que ya vimos mil veces en cintas de este estilo, hay material para analizar y para preguntarnos qué nos tiene preparado el destino.

7,5 Alancitos Dolidos sobre 10

No, no es una interjección para expresar asco o desprecio; es, al contrario, un vítor o aclamación a doña Florencia Pugh, una de las mejores actrices jóvenes del Jolibú actual; quien en esta película exhibe todos los trucos y habilidades del repertorio; y que, de esa forma, llega a ser el principal atractivo de ella, que por lo demás es demasiado plana y demasiado larga; o al menos así me pareció en los ratos en que los párpados (caídos por la modorra) y las lágrimas (originadas por el sentimental guion) me dejaban ver la pantalla.

Puedes visionarla, amigo filmaffinitista, sobre todo si te gustan las historias sentimentales y esperanzadoras.

Cine/teatro: La mayor parte de las escenas que han quedado grabadas en mi memoria son de interiores. Es una película intimista, en donde los afectos y desafectos son tratados con delicadeza

Lo que más me ha gustado:
Las interpretaciones son excelentes. La actriz Florence Pugh hace un gran papel. Yo siento debilidad por la interpretación de Zoe Lister Jones, llena de empatía y comprensión.
El tema central de la película es la culpa y el perdón, el que otras personas nos otorgan o nos niegan, y del perdón que nos ofrecemos a nosotros mismos. El sufrimiento psíquico de la culpa y de la ausencia de perdón es enorme, y la película lo refleja con profundidad, sin efectismo, con comprensión. En el momento actual se habla a menudo de cuidarnos, pero menos de perdonarnos a nosotros mismos y perdonar a los demás por acciones fortuitas, involuntarias o conscientes. La bici que aparece en el anuncio es un objeto cargado de significados y es un enorme acierto su inclusión en la película y en el anuncio.

Lo que menos me ha gustado.
El papel interpretado por Celeste O´Connor es un reto difícil del que sale airosa, pero me ha parecido algo histriónica, demasiado adolescente-de-película-USA. Morgan Freeman está como siempre convincente, sin que esté entre sus mejores interpretaciones.

Conclusión. Una película excelente, que no debéis dejar de ver. El sufrimiento psíquico intenso hace sentirse, a la persona que lo sufre, incapaz de sobrevivir en el mundo, que no se merece vivir y que no se merece perdonarse y ser perdonado. Las buenas personas que lo padecen, creen que ese dolor que les sigue es irreversible e irresoluble. La película muestra ese dolor y, por encima de él, como con ayuda de los servicios sociales, comunitarios, de una red de salud mental y de una red de ayuda mutua, se puede transitar por ese dolor y sanar. Por ello es una película optimista, pero también por eso es una película realista que a mi me ha conmovido.