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De-Lovely

Musical. Drama Biografía del legendario compositor americano Cole Porter, un icono de la música del siglo XX cuyo esplendor coincidió con la época dorada de Hollywood. En 1964, a punto de morir, toca al piano una melodía melancólica y familiar que lo lleva a evocar el pasado: recuerda las personas y los hechos más importantes de su vida, sobre todo, la profunda y compleja relación con su esposa y musa, Linda Lee Porter. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
4 de agosto de 2007
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante biografía del famoso compositor Cole Porter. La película es entretenida de principio a fin, mientras relata las etapas laborales y la vida personal de este hombre que comenzó casi con timidez a incursionar en el mundo del espectáculo hasta convertirse en el creador de maravillosas canciones y obras musicales.
El film es extenso -un pelín más allá de las dos horas- pero no se hace pesado para nada, gracias al hábil intercalado de números musicales interpretados por famosos músicos de la actualidad, entre los que destaco la participación de Sheryl Crow (inolvidable Begin the Beguine) y Alanis Morissette, quien con su particular estilo nos contagia con Let's do it.
Es muy interesante la forma en que se estructura el filme, con Cole asistiendo a la preparación de una obra en homenaje a su vida; obra en la que se ensayan números musicales de su creación; números musicales que de pronto nos llevan, de ese escenario, a momentos de la vida del compositor. Así, se mezclan maravillosamente esos momentos de ensayo con escenas que lo muestran en diversas etapas de su vida.
La película narra la vida de este hombre iluminado por el genio de la música con gran honestidad; no sólo se resaltan sus aciertos sino también sus problemas, principalmente en el plano sentimental, incluyendo la conflictiva relación con su mujer; y para destacar, la sincera crudeza con que se narran sus últimos años.
No se trata, por tanto, de una mirada tendenciosa; vemos aquí al hombre con sus luces y sus sombras.
dadise
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18 de noviembre de 2007
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como musical y respecto a las canciones en sí, esta película quizá merece más nota. Los números musicales están muy bien conseguidos y son lo que realmente hacen buena esta película. Es posible que el intervalo de tiempo entre canción y canción resulte demasiado corto a aquellos a los que no les haga mucha gracia los musicales. Desde luego, si no eres un amante de los musicales, como yo, la película se te puede hacer algo cargante por momentos.

La música de Cole llega al espectador sin necesidad de preámbulos, y es una pena que no pueda decir lo mismo de los actores protagonistas. Reconozco que Kline clava el papel de Cole y que Ashley Judd también lo hace bien, pero la relación de esta pareja no me emocionó, no me hizo sonreir, ni llorar, ni nada de nada. Se habla de un gran amor entre Linda y Cole y sin embargo su relación llega al espectador algo vacía y sin reflejo de una gran pasión. Por ello, en los intervalos de diálogo, para mi, la película decae un poco. Por supuesto, es mi opinión personal y en la variedad está el gusto... Por tanto, la música me encantó (que también cuenta parte de la historia) y los actores protagonistas no tanto. Juzguen ustedes.

En conclusión, absolutamente recomendable para los amantes de los musicales y de la buena música. El piano de Cole es maravilloso.
Ana Cervantes
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1 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De-Lovely mezcla cine biográfico y musical para narrar la compleja personalidad del compositor Cole Porter (Kevin Kline). La cinta reserva tiempo tanto para analizar algunos de sus mayores éxitos profesionales como algunos de los momentos más tensos y románticos de su agitada vida personal, entre ellos su matrimonio con Linda (Ashley Judd) o su muy cacareada bisexualidad.

El trabajo de Kline (impecable), el de Judd (quien demuestra que puede ser una actriz solvente cuando le ofrecen buenos papeles, lo que para su desgracia no suele suceder), las canciones o la participación de algunos cantantes famosos (Sheryl Crow, Alanis Morissette, Robbie Williams…) son varios de los alicientes con que cuenta este entretenido biopic. Suficientes para mí y supongo que para cualquier fan de Porter o de los musicales más clásicos (que no rancios).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ddarko_1980
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1 de noviembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
la indisimulada iluminación de la habitación de Cole,
el escenario de su vida,
las obsesiones no tienen preámbulos,
la música y los colores,
el peinado y los collares de Linda Lee,
el travelling circular de "Night & Day",
los decorados,
mi hijo Pedro saltando en la cuna con "Be a Clown",
la botella de whisky y el cenicero lleno de colillas sobre el piano de cola,
las pitilleras,
"So in Love" porque ella ya no acudirá,
una rosa mezcla de dos variedades,
una elipsis frente a una lápida,
no se puede abrir ni cerrar con una balada,
lovely!
José Luis Velasco
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3 de febrero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda que Cole Porter es (con George Gershwin, Irving Berlin, Richard Rodgers y Jerome Kern) uno de los cinco grandes compositores de la música ligera norteamericana del siglo XX. Como tampoco debe haberla sobre dos de los rasgos que definen a Porter: su vena europea y su devoción por las letras transgresoras o, como mínimo, socialmente incorrectas de sus canciones. De ahí que, en ese aspecto, se le haya definido como “El pornógrafo elegante” de la canción americana. Con una sólida formación musical adquirida en la Harvard School y posteriormente en París, la fama de Porter no sólo rebasó todas las fronteras sino que continúa manteniéndose intacta en el ámbito musical. A pesar de los años transcurridos desde su composición, en mi opinión, siguen gozando de una gran popularidad canciones como: “I Love Paris”, “My Heart Belong to Daddy”, “You´re The Top”, “Anything Goes”, “Begin the Beguine”, “Night and Day” y tantas otras.

Una personalidad como la de Porter, de una complejidad y dimensión manifiestas, resulta difícil acomodarlas en un “biopic” de 125 minutos, mucho más si se tiene en cuenta que el film se estructura como un recuerdo de algunos hitos en la vida del músico; es decir, como una sucesión de emociones – placenteras o desagradables – experimentadas a lo largo de su vida. De ahí que Irwin Winkler y su guionista, con el propósito de reflejar el perfil humano de Porter, decidieron limitar la temática, según creo yo, a dos aspectos concretos: la relación matrimonial con su esposa Linda (Ashley Judd), desde que se conocen hasta la muerte de ella, y la irremediable pasión del músico por los hombres (debilidad que su esposa comprendió más allá de lo razonable). Prestando mucha más atención al lado humano en detrimento de su contactos profesionales y artísticos con el “show business”. También se ignora gran parte de su obra teatral y cinematográfica. De todos modos, constituye un retrato bastante cercano al alma del compositor.

Retrato establecido a partir de una visita que le hace una especie de ángel con apariencia terrenal (Jonathan Price). Este extraño personaje es quien le ofrece a Porter (Kevin Kline) revisar su existencia, sentados ambos ante un escenario de un pequeño teatro vacío al que acuden personas y obras que dan fe de su paso por la vida. Estableciendo la pauta de un amor nada convencional y contradictorio a primera vista pero presidida por la admiración y el afecto tan recíprocos como sinceros que discurrió entre Europa y Norteamérica, cuando París y Venecia, lo mismo que Broadway y Hollywood, figuraban todavía entre los paraísos de la sofisticación y el “glamour”, dos exquisiteces que se prodigan generosamente gracias a un diseño de producción espectacular.

Lo mejor del film está implícito en su estructura, tan similar a la de “Empieza el espectáculo” de Bob Fosse, le falta, no obstante, la sinceridad cínica y dolorosa de este último film. Y muchas otras cosas, para empezar el film de Fosse era autobiográfico y “De Lovely” es biográfico, pero en ambos casos hay un intento de objetividad por parte de sus responsables, sin dejar por ello de revestirla con la propia subjetividad del cine, con su artificio y sus posibilidades estéticas. La banda sonora es antológica con versiones nuevas de solistas actuales, pero que yo no olvido otras versiones más clásicas. El film derrocha buenos números musicales y la excelente interpretación de Kline, que realmente toca el piano en muchas ocasiones. Por supuesto, mucho más acertada que la versión “Night and Day” de Michael Curtiz, con Cary Grant .
Antonio Morales
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