En el valle

No me parece consecuente el motivo que lleva a la separación entre Harlan y To. Puesto que llevarse a su hermano pequeño que estaba solo y aburrido en casa a dar una vuelta a caballo por el campo y pegar tiros a botellas y traerle luego de vuelta al atardecer se aleja mucho de lo que yo caracterizo como secuestro. Ignoro ya si lo descrito encaja en el concepto que tenéis vosotros de secuestro. Pero nuestra enamorada To encuentra en esa circunstancia (que se puede reprobar, no lo niego) un motivo de peso para dar puerta a Harlan (o lo que es lo mismo, decir el conocido 'deberíamos dejar de vernos por un tiempo, 'hasta que pase todo').

Pero no es eso lo que condena al largometraje, ya que ese injusto rechazo inicialmente daba lugar al sentido y melancólico retrato de la soledad de este hombre inadaptado, Harlan. Hablo de esos momentos en los que deambula de un lado para otro, sin un destino concreto, sufriendo por el pasado y sin nada a lo que agarrarse para así poder sacarse de la cabeza los episodios vividos con aquella chica. Las bellas y solitarias localizaciones junto a una canción muy emocionante hacen que casi se pueda palpar la desolación que está viviendo Norlan. Un personaje si bien al que (por su escasa elocuencia y su impulsividad injustificada) no se le consigue terminar de coger cariño, ayuda a redondear los momentos más álgidos de una película que destaca por su pausada pero interesante narración, que se sirve de una ambientación que evoca a la nostalgia de los tiempos pasados y del poder emocional que insufla la presencia de cada personaje en escena, algo encomiable y fuera del alcance de muchas propuestas. El acompañamiento musical también es acertado; en resumen la dirección de esta película es excelente. Pero lo que termina de hacer perder puntos a la película es el forzado tono de demencia que se le imprime al Norlan, por la simple razón de que dicha variación no concuerda con lo presenciado hasta ahora del carácter de aquel extraño pero tranquilo chico que enamoró a 'To' (October), la adolescente. Superando la injustificada animadversión que le dedica el patriarca (un siempre sugerente David Morse) la locura sin remedio que asalta a Norlan sobre el minuto 70 de la cinta (cuando dispara a To) no tiene ninguna exculpación. No tiene absolutamente el menor sentido tal y como se estaba planteando la historia. A partir de ahí nos queda un singular peregrinaje de Norlan junto a Lonnie (el hermano pequeño de To) que desemboca en un asedio por parte del sheriff y padre Wade (el mencionado Morse) que constituye la única figura representativa en ausencia de un silueta materna. El minutaje que engloba dicha parte del filme no encierra nada particularmente reseñable, si bien se sigue con curiosidad en buena medida gracias a la gran labor de dirección, ya mencionada.

Para el final, me sorprende la emoción con la que To se despidió de un hombre loco (porque eso es lo que ha resultado ser el desgraciado Norlan) que casi la mata, ya que el rechazo por la locura de este tipo errante es lo que más ha terminado pesando en la relación entre él y la joven. A mi parecer.