Mujer sin pasado

Quizá no ha envejecido muy bien este melodrama de los 60, sospecho que pretendía resultar más epatante y escabroso de lo que, a estas alturas, puede resultar.

Sin embargo, no le faltan puntos de interés:

- La interpretación de Deborah Kerr (siempre magnífica), bien secundada por Edith Evans (la abuela) y John Mills (el mayordomo).

- La banda sonora, realmente impresionante, aunque quizá demasiado parecida a las de Bernard Herrman.

- El ritmo narrativo, muy bien ajustado.

Desgraciadamente Hayley Mills no cumple excesivamente bien con su papel y tampoco lo hace muy mal, pero era demasiado pedirle estar a altura de sus compañeros de reparto.

Aceptable ¿drama? familiar con una cuidada ambientación y puesta en escena. La luz es abundante en casi todo el metraje así que al espectador le llega la sensación de unas vacaciones intimistas más que de un drama. La música está muy bien y se ajusta a las escenas.

Buenas actuaciones: Evans y Kerr están muy bien. Especialmente la última, tiene una expresividad contundente en su mirada. Mills interpreta otra vez sus papeles preferidos: adolescente simpática y vivaracha con buenos sentimientos. ¡Pero que no pega nada a esta película! Haría falta alguien más lánguido para este papel. Su magnetismo y optimismo encajan con Disney pero no aquí (se supone que era un drama, ¿verdad?)

La parte de intriga tiene moderado interés pero no acaba de engancharte (por las dos partes). La parte sentimental es simpática y algo predecible pero entretiene.

Toca el tema de la madurez y el paso de la adolescencia a la juventud. Lo podría haber hecho de una forma adulta y seria, aunque respetes las locuras adolescentes. Sin embargo sale aquí un clon entre un presunto drama que pocas veces te llega a calar como tal y la comedia edificante y ñoña de un clásico Disney. Se queda en tierra de nadie y no consigue emocionarte como podría haberlo hecho.