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La canción de Bernadette

Drama Historia de Bernadette Soubirous (Jennifer Jones) y el misterio de la aparición de la Virgen en Lourdes (Francia) en 1858. Cuando a Bernadette, una niña asmática, se le aparece la Señora vestida de blanco, cambia sustancialmente la vida del pueblo de Massadiel, donde surge un manantial cuyas aguas curan a los peregrinos enfermos. Estos hechos serán exhaustivamente investigados por la Iglesia, los médicos y toda suerte de expertos. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
26 de noviembre de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
... cantemos el Ave a su concepción". Era el momento en que los críos que íbamos en la procesión del pueblo haciendo el zángano cantábamos por lo bajo "¡Ave, Ave a beber vino!" (bis), en lugar del preceptivo "¡Ave, Ave, Ave María!"
Era en nuestra infancia la "Canción de Lourdes" una de las estrellas del cancionero católico.
Pues bien, la cinta nos muestra la milagrosa aparición de la Virgen María a la niña Bernadette Subirous (Jones).
La historia es tan conocida como sólido el guion. De entrada muestra la pobreza de la familia y de todo el pueblo en general, el hambre y el frío que pasaban, "Solo por el sufrimiento podremos alcanzar el Reino de los Cielos". Como también la solidaridad que vivían aquellas gentes dentro de su miseria, la solidez de su fe.
Excelente ambientación con ribetes neorrealistas y preciosa recreación de los personajes con Bernadette a la cabeza magistralmente interpretada. Tal vez sin demasiado brillo intelectual, pero firme en sus ingenuas respuestas a las encuestas a que la someten las autoridades civiles y religiosas. Dulce, sencilla, sincera.
Bien recreados asimismo (e interpretados) los personajes de reparto, con los padres a la cabeza seguidos de las jerarquías eclesiásticas y administrativas.
Sobre todo el Dr. Dozous (Cobb), "miembro de varias academias científicas", que ha tratado a Bernadette de su asma y a la que ahora examina para conocer su estado psíquico. La encuentra perfectamente cuerda y descarta cualquier diagnóstico de debilidad mental. Justifica en cierto modo sus visiones de la Virgen, vetadas a las demás personas, pues "Su expresión y exaltación es tan grande que el espectador creía ver lo mismo que veía la niña".
Notable cinta del género religioso, del que algunos críticos parecen abominar, tildándola de "hagiográfica" en el sentido más peyorativo. Vamos a ver. ¿Cuándo el cine no ha sido portador de "mensajes" ... preferentemente políticos? ¿Acaso no es hagiografía ideológica buena parte del cine español de las últimas décadas?
Vemos muy bien la paja en el ojo ajeno y no queremos saber nada de la viga que tenemos en el nuestro.
No les hagan caso y si tienen oportunidad no se pierdan esta gran película.
Lafuente Estefanía
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17 de diciembre de 2023
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"La Canción de Bernadette" cautiva con su poderosa historia, que relata la vida de Bernadette Soubirous, una joven campesina francesa que afirmó haber tenido visiones de la Virgen María en Lourdes en el siglo XIX.

Jennifer Jones interpreta el papel de Bernadette de manera impresionante, capturando la inocencia y la devoción de la joven vidente. La película narra la incredulidad y escepticismo de la comunidad hacia las visiones de Bernadette, así como los desafíos que enfrenta debido a su fe.

Lo destacable de "La Canción de Bernadette" es su enfoque respetuoso y reflexivo sobre la espiritualidad. La dirección de Henry King presenta la historia de manera emotiva, evitando caer en la exageración y resaltando la lucha de Bernadette por mantener su fe en medio de la duda y la adversidad.

La cinematografía en blanco y negro aporta una atmósfera sobria y evocadora, mientras que la música complementa de manera efectiva la emotividad de la narrativa. La película logra explorar temas de fe, milagros y compasión de manera conmovedora, tocando fibras emocionales sin caer en la manipulación sentimental.

"La Canción de Bernadette" tiene la capacidad para conmover y suscitar reflexión sobre la fe y la perseverancia en medio de la adversidad.
Helga Maria Saboia Bezerra
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17 de junio de 2018
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1943. El mundo se está desangrando en una Guerra absurda. El Nazismo contra el Comunismo. El telón de fondo perfecto para que una película tan mediocre como The Song of Bernadette (La canción de Bernadette, 1943) arrasara en taquilla y crítica. Lo cierto es que la película de Henry King, un cineasta que hoy denominaríamos como un gran artesano (pero sin más que eso) está montada de una manera formalmente aceptable, pero carece de cualquier otro interés.

La película adapta la novela de Franz Werfel, un judío austríaco que se vio obligado a emigrar por la anexión Nazi y que quedó impresionado por su visita a Lourdes. La obra adapta precisamente la historia de la joven Bernadette y fue publicada en 1941, dos años antes del estreno del filme. Fue un auténtico éxito, convirtiéndose durante un año como libro más vendido en la lista de Bestseller del New York Times.

El guión está basado en los supuestos hechos reales que sucedieron en el 1855, cuando una pequeña adolescente de catorce años, Bernadette Soubirous, revolucionó la campiña francesa al reconocer en el pequeño pueblo de Lourdes que había presenciado a la virgen. La aparición no se detendría ahí, sino que seguiría para regocijo del pueblo, curiosos, creyentes y cualquiera con un mínimo interés con otras apariciones celestiales, que acabarían por convertir Lourdes en lo que conocemos hoy en día, un santuario de peregrinación. No toca aquí dilucidar lo que realmente presenció Bernadette. El guión nos presenta la película de la misma manera que lo haría cualquiera novelucha de tres al cuarto, con una planicie narrativa que no requiere demasiado interés.

La cuestión no es si se trata de cine religioso o no. No creo que haya filmografía más religiosa que la de Carl T. Dreyer, y a nadie se le ocurriría decir que su cine carece de grandeza. No, el problema es otro. Y es que la película de King es una de aquellas películas que podríamos calificar como obras de misionero. Y es que desde prácticamente el inicio del cine, este ha servido como instrumento para multitud de fines propagandísticos, y la religión ha sido uno de ellos. Muchos filmes se utilizaban como propaganda religiosa, como un efecto similar a la magia, cautivando a la audiencia. Ese cine folletinesco es el único que destaca en la película de Henry King.

Pongamos como ejemplo, la descripción que hace el filme de la pobreza de la familia de Bernadette, que toma aproximadamente la primera parte del metraje, unos treinta minutos más o menos. Bien, la historia nos dice que la familia de Bernadette era lo que se dice pobre, pero no una pobreza de hoy en día, sino del siglo XIX. Es decir, muchos de los hermanos de Bernadette no sobrevivieron, e incluso sabemos que ella llegó a vivir en un calabozo, en unas condiciones sanitarias infrahumanas. ¿Qué nos muestra la película? Que evidentemente la familia de Bernadette es pobre, pero nunca se pretende que el espectador se sienta mal. Ni un ápice de rastro de la suciedad que debería haber existido realmente. Todo es obvio, el público americano del 1943 no estaba preparado para sentirse asqueado, ni aunque la realidad así lo demandara.

Más allá de ello, la obra no ofrece nada, y sigue el manual de primero de hagiografía básica. La fe de la joven se topará de bruces con la incomprensión, tanto de otras autoridades religiosas, como de su familia en un primer momento o de las autoridades civiles. Nada que no hayamos visto en otras ocasiones. Por si fuera poco, King no está demasiado inspirado en la creación de las escenas oníricas y los momentos de las apariciones marianas son de lo más corrientes que uno puede echarse a la cara, con escenas prefabricadas. Incluso King cae en el error de mostrarnos la propia Virgen (una simple actriz vestida de blanco), algo que destruye cualquier atisbo de misterio. A eso se le añade los típicos coros celestiales que tenemos en mente.

La música estaba pensada en un primer momento para que la compusiera el célebre Igor Stravinsky, aunque finalmente el estudio se decantó por Alfred Newman, que compuso una banda sonora mucho más convencional de la que podría haber hecho el ruso. Tampoco sobresale, ni para bien ni para mal, en la película.

https://wordpress.com/post/neokunst.wordpress.com/8343
Kyrios
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3 de mayo de 2008
11 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se produjeron los supuestos acontecimientos milagrosos de Lourdes, la verdadera Bernadette tenía 14 primaveras. Milagrosamente, en la película de King, se han convertido en 25 añazos, y aún así la Jones está a punto de hacer la primera comunión. Licencia cinematográfica (dícese encoñamiento de Selznick, con perdón) o eclesiástica, resulta paradójico que una actriz de biografía tan poco piadosa como ella fuese la elegida para encarnar a una de las milagreras oficiales de la Iglesia Católica. Su interpretación es, de largo, la peor de todo el reparto, y sólo se explica que en medio de un ataque de beatitud, cuando el nazismo y el comunismo amenazaban Europa y la civilización cristiana, le dieran un Óscar a semejante recreación. Jennifer Jones nunca fue una buena actriz, y aquí está empezando; se nota. Por lo demás, el filme ilustra con bastante buena intención unos acontecimientos acaecidos cien años antes de la realización de la película. King es un director con oficio, la narración es solvente, aunque demasiado prolija, y supongo que los creyentes verán esta obra con interés e incluso con devoción. Pero no pasa de ser un anodino biopic hagiográfico con trasfondo religioso.
Shinboneniná
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3 de enero de 2010
5 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino entre el tributo a Jennifer Jones, el deseo de proseguir de alguna manera con esa especie de ciclo de crucifijo movies en el que me hallo sumido por cortesía del hombre verga y del hombre anuncio y, creo que por encima de todo, la adicción que me provoca ver a Vicente Precio en cualquier reparto, hinqué el ojo el otro día a esto, y desde luego pasé un buen rato.

Aunque el arzobispado termina pasando el cepillo mientras un bulto diabólico se dibuja en su pantalón, era de esperar, la verdad es que la película funciona bien como drama, y presenta un conflicto religioso con bastante agudeza y equilibrio, eludiendo panfletos monocordes, aunque sin incurrir en los dilemas agónicos del hombre verga, claro.

Jones está bien, cumple, aunque una vez más uno cree oír los jadeos de Selznick detrás del objetivo. Precio, como casi siempre, y si no contamos a un brillante Charles Bickford, masacra a sus compañeros de reparto, entre los que defrauda especialmente un anodino Lee J. Cobb, aunque justo es apuntar que su avieso papel lo propicia, e imprime un punto canalla muy gratificante a una obra que, sin él, hubiera tendido más de lo deseable al blandiblub.

Puto Precio, enarcando ceja, sentenciando botellas de vino y cagándose en dios mientras Bernadette trata de comunicarse con el supremo.

Qué grande era Precio.

Puto Precio.
Barfly
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