Invierno profundo

Sobre todo es una película seria, profunda, humana; el valor de la sangre, la familia está por encima de todos los prejuicios sociales. No hay obstáculos cuando se trata de la defensa de los nuestros. Es una excelente puesta en escena de una historia que cala en los huesos como el frío del lugar donde se desarrolla.

He de reconocer que a pesar de empezar a verla con algunos prejuicios, me esperaba un dramón de esos que van in crescendo, Winter´s Bone me ha sorprendido enormemente, una de esas escasas cintas que aun tratando temas duros no cae en la lagrima fácil ni se hace desagradable de ver, una buena historia bien contada y muy bien interpretada, me quedo, ademas de obviamente con la alabadisima Jennifer Lawrence con John Howkes, secundario de lujo.

Interesante, duro y áspero retrato de la América más profunda a través de una joven adolescente que se ve obligada a luchar por su familia y lidiar con todas las mentiras y miserias de sus parientes en relación a la desaparición de su padre.

Winter’s bone es, principalmente, un film que invita a la depresión más descorazonadora. Tiene como foco principal la tragedia de una familia de núcleo desestabilizado y sin recursos tras la desaparición de su padre. La joven de 16 años Ree es la encargada de guiarnos a través de este sórdido relato de oscurantismos familiares, miserias y maldades propiciadas por un entorno rural absolutamente abandonado a su suerte.

Se apoya en la magistral interpretación de Jennifer Lawrence, que le da a su personaje el matiz justo entre la madurez que le ha obligado a asumir su situación y la inocencia propia de una adolescente inexperta, y en una fotografía oscura y apagada, que le da un tono gélido a todo el metraje.

Personajes excelentemente delineados, todo el conjunto consigue inculcarnos esa sensación de desesperación, ese intento de supervivencia de la chica, que es la única que se rebela a su suerte y que representa un hilo de esperanza dentro de una sociedad que se rige por un código de conducta propio y un sentido de la lealtad exagerado.

Ree Dolly (Jennifer Lawrence) es un personaje análogo a Alicia en el País de las maravillas solo que el mundo al que ha accedido, en contra de su voluntad y sacrificando sus sueños y su juventud, es lúgubre, miserable, peligroso y muy machista. De hecho Ree ve o escucha pasar sus anhelos a través de los vidrios de los locales del pueblo o en la entrevista informativa de conscripción militar. Pero ella está decidida a salvar a su familia, compuesta por su madre en estado catatónico y dos hermanos pequeños, de la indigencia y la desposesión a la que está expuesta por culpa de su padre traficante de drogas y acepta el costo enfrentando dicho mundo en un recorrido de aprendizaje moral y material.
La película tiene un poco de western moderno, claro está, con ajustes de cuentas, autos que reemplazan a los caballos, cultura pistolera y un sheriff cobarde que conoce a toda la población pero no la controla en una zona de Missouri donde la búsqueda de recursos naturales de antaño ha derivado en una industria clandestina de clorhidrato de cocaína que, sn embargo, no reditúa en la calidad de vida de la población lo que le da un toque de denuncia socioeconómica. Pero el recorrido que hace Ree tiene también su lado mitológico y fantástico. Todos los personajes a quienes encuentra en su ruta por una Norteamérica salvaje o que van en su ayuda parecen fantasmas que han salido de algún azulado reino de los muertos que es el aspecto que tiene la película en su fotografía. Hay que ver el desfile de espectros que comprende no solamente a los drogadictos sino a los que simplemente se toman un trago y le cantan a la tierra de sus ancestros alrededor de un banjo y un acordeón.
Debra Granik, la directora, logra hacernos sentir esa triple sensación a cuenta de un estilo que puede parecer moroso pero que, en lo fundamental, entra en materia y nos habla permanentemente, sin aspavientos, manipulaciones ni efectismo y con mucha sutileza, desde el primer fotograma. En conjunto, se trata de una propuesta convincente, con mucho resto de originalidad y materia gris que queda después de aplicar el cernidor valorativo a pesar de exhibir un rasgo común de muchas películas independientes norteamericanas que a veces se convierte en lastre: el aire inequívoco de su carácter modesto, su declaración militante de largo metraje de escaso presupuesto que aspira competir por los Sundance. No es que el minimalismo le caiga mal a esta película sino su exceso en algunos gestos y hechos mínimos que sobran o que se pudieron reemplazar por otros. Con todo, digo, esta película es un ejemplo de maestría imperfecta, si cabe la calificación, porque para la realizadora esos detalles, que a nosotros nos puede parecer excesivos, son muy importantes ya que expresan sus propios sentimientos en una zona donde ha convivido un buen período de tiempo. Cine de autor que le dicen, con una visión muy personal, querendona, pero no por eso menos notable.

Una sobria y magnífica película cuyo as en la manga es su espectacular ambientación. Debra Granik nos sumerge en mitad de la América más profunda y olvidada, nos transporta a los helados paramos de Missouri, poblados de basura blanca que vive en destartaladas casas prefabricadas, rodeados de chatarra y alimentándose de ardillas.

No obstante la directora sabe sacar belleza de la fealdad, se recrea en las texturas, los detalles y los sonidos creando una atmósfera desoladora y melancólica.

Su protagonista, una joven y bella Jennifer Lawrence, realiza una composición perfecta de su personaje, una adolescente que se ve obligada a cuidar de sus dos hermanos pequeños y de su madre enferma. Con una sobriedad interpretativa sorprendente para su edad, borda su papel transformándose en el alma de la película.

Pero sin duda lo que más me entusiasmo de esta obra fue su tratamiento noir, sin recurrir a la astracanada ni a el sentimentalismo barato, la pelicula se mueve por las penumbras del cine negro rural más duro, con la firmeza y sobriedad del mejor Clint Eastwood.

Sería muy fácil caer en el ridículo manejando personajes de tal estrato social, paletos traficantes de droga entre tantos otros, pero Winter's Bone les dota de la dignidad y el carácter que necesita para hacer una historia interesante y sobrecogedora.

Si a esto le añadimos que la información se le va dando al espectador con cuenta gotas para que seamos nosotros quienes la vayamos dando forma tenemos como resultado una agradable sorpresa del cine indie americano.

Eso si, quien espere un subidón de película que no se comfunda, esto es cine de verdad, lento, reposado, de diálogos, no una escusa para ver palomitas y beber cocacola.