El transportador 3

Lo admito, me gustan las películas de Statham. Y me encanta el personaje de transporter, la primera me gustó, y la segunda, aunque se pasaban un poquito a veces, también me entretuvo. Tenía muchas ganas de ver Transporter 3, con el añadido que daba el malo, en este caso "T-bag", el mejor personaje de Prison Break.
Pero menuda decepción me he llevado, la trama de la película es realmente lamentable, el trabajo encomendado es absurdo y se demuestra en todo momento que totalmente innecesario. Es una pena que no se les haya ocurrido ninguna buena idea para una trama medio decente, y que encima tanto el malo como la chica pierdan toda la fuerza en el transcurso de la película.

Jason Stantham tiene un audi del copón, un casoplón en la Costa Azul y un vestidor tipo “Sexo en Nueva York” lleno de trajes (todos iguales, pero él es tan duro que le da lo mismo). En otro orden de cosas, da patadas voladoras y reparte cera como Van Damme en sus buenos tiempos y en sus manos una corbata es un instrumento de defensa, una americana es un arma letal y un gayumbo es un arma de destrucción masiva. No es coña, tiene más peligro con un calcetín en la mano que con una llave inglesa o un cuchillo. Por decirlo en pocas palabras, es el yerno que todas las madres querrían tener.

Después de salvar a unos chinorris en “Transporter” y al mundo entero en “Transporter 2”, “Transporter 3” nos introduce de cabeza en a una innovadora trama en la tendrá que poner toda la carne en el asador (o sea, todo su repertorio de hostias) para rescatar a una chica, estropear los malvados planes de unos capitalistas que quieren contaminar el medio ambiente y dar sentido a su vida, ya que empieza a darse cuenta de que se siente sólo y que pasarse los días pescando robalizas en la playa con su bonachón amigo policía es un peñazo (en ese orden: chicas, villanos y aburrimiento). Y todo a ritmo de ese hip-hop magrebí que caracteriza las películas de acción francesa y que, para qué vamos a negar, da el ritmillo que se merece a las peleas y persecuciones.

Típica y de ritmo irregular, con muchas escenas de transición prescindibles entre peleas multitudinarias con malos gigantescos de fin de fase, “Transporter 3” tiene un pase porque está hecha con profesionalidad y por el carisma personal de Stantham del que ya he hablado en otras películas. Mucho más comedida que la segunda parte y del estilo sobrio de la primera, se puede disfrutar, o por lo menos no decepciona, si no se le buscan las cosquillas y se pasan por alto sus limitaciones argumentales y lo superficial de los diálogos.

Hay que confesar que Jason Statham está más encasillado conduciendo coches que Gracita Morales limpiandole el polvo a las lámparas. Aún así, Transporter 3 mejora bastante el nivel de su segunda parte y nos vuelve a mostrar al chófer frances más cuadrado del cine.

Bien, la historia es sencilla, un conductor retirado que no quiere volver por sus fueros es "obligado" a aceptar una última misión. En este caso es llevar un paquete a Budapest. Hasta ahí pues todo parece normal, no? Pues no, como ahora la progresía se ha adueñado del globo resulta que el cambio climático interviene como un factor determinante en la cinta. Unos mafiosos intentan convencer al ministro de Ucrania para poder verter ahí sus residuos. Como no podía ser menos todo se resolverá en menos de 24 horas... y hasta ahí puedo leer. El resto se va desvelando solo conforme avanza la trama.

La película es recomendable para los que quedaron decepcionados con la pésima segunda parte, para los que gustan de ver el dorso de Statham, para los amantes del cine de acción sin pretensiones y para los seres mononeuronales que están deseando plantarse con kilo y medio de palomitas delante de la pantalla de un cine sin otra preocupación que preguntarse si a la chica se le verán las pechugas.

Aquí se termina la saga Transporter a menos que la sigan queriendo explotar más. Desde mi punto de vista, por más que haya explosiones y una chica guapa, es la peor de la saga. Mientras que en la primera parte, teníamos una historia bien contada cortita y sin ser tan exagerada, en la segunda teníamos una peli más independiente sin tonterías de amor ni rollos estúpidos, en esta tenemos a la guarra ucraniana que lo único que hace es hablar de comida sin llegar a comer, beber, mear dentro de una gasolinera y tirarse a Jason Statham por la cara. La película contiene escenas bastante dignas y espectaculares dentro del género de acción y quizás tenga más acción que las otras dos pero llega a rallar con lo absurdo con dialogos estúpidos y escenas cada vez más imposibles. Y sin contar a la ucraniana de turno que no aporta nada y se ha metido a ese personaje como se podría haber metido a cualquier otro. Jason Statham sigue igual de firme que las otras pero esta vez se nos pone en plan romanticón y con ganas de marcha más que otra cosa. Se llega a preocupar tanto por la chica que al final es el típico de siempre y previsible aunque en las otras también lo sea, en esta lo es aún más. Su banda sonora no es nada del otro mundo y su fotografía empeora respecto a las anteriores. En esta ocasión Olivier Megaton no ha sabido rodar bien las escenas de acción, tanto que parecía Gary Ross en Los juegos del hambre. Esperemos que haya mejorado en la nueva de Venganza con Liam Neeson y no la cague respecto a la anterior que va a ser difícil.

Vuelve el chófer más macarra del cine, con la única gran novedad de que esta vez por fin echa un polvo. Lo demás, piruetas explosivas y automovilísticas con subtrama absurda y más vista que el culo de Antonio Banderas. Los malos, otra vez los rusos. La chica, más boba que de costumbre. Jason se va poniendo fondón.

El mundo evoluciona, el cine cambia, la gente crece, pero estas películas siguen siendo todas iguales. Ni siquiera supera a sus predecesoras y aún encima, es aburrida. En fin, qué grande es el cine.