Un cuento chino

No hacen falta más que un puñado de actores, actores tan solventes y rotundos como Darín, por supuesto, y una pequeña historia cotidiana, sencilla, mesurada, para que salga una película tan bonita, sobria y encantadora como ésta. Y nada más. Una gozada.

Va de menos a más. El dúo atípico logró una conexión singular que salvó la película de ser un fracaso, le dio vida al inicio tan flojo en donde nos introducen al chino y luego a Darin contando anécdotas tipo Amelie pero sin gracia alguna.

Posiblemente lo mejor de todo sea cómo abordan el tema de la barrera geográfica y de idioma, muy bien llevado, alejándose del sentimentalismo barato y regalándonos momentos divertidos. Por otra parte, el final resulta hasta conmovedor.

Incluso él no consiguió superar a su peor rival en este proyecto, el escritor de este desastre de película.
¿Se supone que es en algo graciosa? No me reí ni una vez.
¿Se supone que sea interesante? No me importó nada ni nadie.
¿Se supone que sea intrigante? Ni por asomo.

No se toma a sí misma en serio pero tampoco es divertida, por lo que queda en la nada, con idioteces inocuas que se suponen inteligentes, pero no llegan ni a la mitad de ello.
Una pésima “comedia" "dramática”, que no es ni cómica ni dramática.

Intimista narración de historias inverosímiles. Nos pretenden contar como la casualidad absurda nos acecha en nuestras tranquilas y monótonas vidas. La idea no parece mala, pero la película no termina de cuajar. El guión no está acertado, como si estuviese mal ordenado, y la previsilidad se adueña de la situación. Ni siquiera las buenas actuaciones consiguen salvarlo. Flojean también el ritmo y la intrascendente banda sonora. Muchos peros para una película tan sencilla, en la que el detalle debería estar más cuidado. Nada termina por cuajar, y lo que es peor, terminamos por no creernos nada y aburrirnos.