King Kong

Durante la época de la Gran Depresión estadounidense, la población recurría habitualmente a la evasión por medio del cine de los problemas derivados de sus dañados patrimonios tras la crisis económica que conllevó el afamado crack bursátil de 1929.

"King Kong" supuso un vehículo ideal para ese escapismo cinematográfico, siendo sus principales responsables el director y productor Merian C. Cooper (el verdadero ideólogo del proyecto) y el productor ejecutivo David O. Selznick.

Aunque los innovadores (para la época) efectos especiales de Willis O'Brien y su equipo constituyen buena parte del éxito del film, éste se sustenta principalmente en una seductora historia de intensa aventura exótica, fantasía y amor imposible con influencias de "La Bella y La Bestia".

Las caracterizaciones son correctas, la perturbadora música de Max Steiner resulta adecuada, y la eficiente narración equilibra todo el conjunto de manera admirable.

La icónica escena en el Empire State Building sigue siendo uno de los momentos más poéticos y antológicos de la historia del cine, con los aviones aniquilando a un ser enamorado al que se le escapa la vida y lucha desesperadamente por aislarse de un contexto adverso y aferrarse al objeto de su cariño.

Con posterioridad se hicieron varios remakes, pero a pesar de contar con equipos técnicos mucho más avanzados para lograr una recreación más verídica del mundo fantástico, y de poseer (a diferencia del film que nos ocupa) una amplia cantidad de referencias visuales y temáticas previas, ninguno de ellos logró igualar la magia y el impacto de esta mítica película de la RKO.

Ni los efectos ni los años le pueden quitar crédito a este film que marca toda una época en el cine de ficción.
La animación es fantástica y muy entrañable, las escenas de Kong en la ciudad y la peleas contra los bichotes son lo mejor, el final es de los más grandes en la historia.
El único defecto que le encuentro son sus inexpresivos actores que casi ni se sorprenden al ver semejante simiote.
El remake dirigido por Peter Jackson solo añade unas 2 horas más de película y chorrocientos efectos especiales, y le sale tan bien que engrandece hasta el infinito al original.

"King Kong" es sin lugar a dudas una de las grandes obras maestras del séptimo arte, haciendo que décadas después el espectador se emocione visualizando cada imagen.
Es cierto que hoy en día los efectos especiales son muy cutres. Pero hay que pensar que estamos ante una cinta que se rodó en 1933, y la propuesta es realmente fabulosa. Tanto la ambientación, como las diversas escenas de acción, como la recreación de las diferencias de tamaño entre King Kong con el resto del mundo resultan sorprendentes.
Es una película que he visto varias veces, y sinceramente, cada vez que la veo me gusta más. Sigo sufriendo por la joven que se ve a merced de un monstruo. Sufro por el joven enamorado que arriesga todo con tal de volver a ver los ojos de esa joven. Sufro por King Kong, el cual lo único que quiere es estar con esa joven, porque la bestia se ha enamorado de la bella. Un monstruo que luchará, sangrará y matará por no separarse de su amor.
La historia evoluciona de tal modo, que al principio lo único que deseas es que maten a King Kong por secuestrar a la joven, pero al final se siente gran compasión hacia el animal, ya que como cualquier otro ser vivo también tiene derecho a amar; y hará cualquier cosa por protejer a lo que más quiere.
En fin, un gran clásico imprescindible de ver y que aunque se hayan hecho diversas versiones a posteriori; ninguna se encuentra a la altura de la original.

OBRA MAESTRA.

No puedo decir mucho más de una de las películas más grandes de todos los tiempos, que marca un antes y un después en el fantástico. Es de ese tipo de cine tocado por la Gran Musa que crea género, escuela, moda... estamos ante algo tan grande, que se estudia en escuelas de cine, en universidades...

Aquí nos van a contar la historia de un productor de cine que quiere ir a una isla desconocida para hacer una película de aventuras. Contrata a una actriz en paro y se lanzan a la aventura. Es de sobra conocido por todos lo que pasa cuando llegan a la isla.

La película fue una producción de tipo medio de la RKO que se convirtió en un éxito de taquilla inmediato. Con unos efectos especiales sobresalientes, en escasos 98 minutos nos cuenta la tragedia de un gorila gigante hecho de látex y animado con stop motion que se convierte en el verdadero protagonista de la peli.

Y es que el mono llega a afectarnos emocionalmente, y supongo que ahí está el verdadero éxito de la película. Era la primera vez que un personaje interpretado por un muñeco asumía el protagonismo de una historia y era capaz de empatizar con el espectador igual que lo haría un actor real.

Por cierto, la chica también marca un antes y un después en el género. No quiero olvidar mencionar a Fay Wray.

Mítico final, y poco más que añadir.

Mágica e IRREPETIBLE.

Año 2013. Tecnología punta que permite a cualquier chaval espabilado crear efectos especiales que no se podían hacer 30 años antes. Sin embargo, los estudios, con todo su dinero y sus herramientas no logran sacar una película de aventuras medianamente decente. Salen cada lustro con cuentagotas.

Año 2005. Uno de los más - en principio - reputados directores de cine de aventuras decide hacer el remake de King Kong. La tarea tiene la pinta de ser un partido de baloncesto entre el mejor equipo del instituto contra el Dream Team americano.

Y ojito que no digo que la versión del 33 sea normalita, que me parece una obra brutal, sino que, simplemente, todo lo que se tenía en el 33 para crear King Kong, se tenía multiplicado por 10 millones en el 2005.

Y la versión del 2005 queda humillada por la del 33. He visto muchos remakes y las películas de los años 30 suelen recibir muchos golpes bajos y gratuitos. Muchas, pero King Kong, no.

Me resultó sorprendente comprobar, que a pesar de lo artesanal de sus efectos, siguen funcionando, y que molesta menos ver las limitaciones de la época, que los excesos presuntuosos de la versión del 2005.

Me recordó a Stonehenge. Cuatro piedras, pero colocadas con una majestuosidad mágica. En el caso de King Kong, se palpa de una forma tan notoria el derroche de talento para crear una historia de aventuras, que los limitados efectos pasan a un segundo plano.