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El ciudadano ilustre

Drama. Comedia Daniel Mantovani, escritor argentino galardonado con el Premio Nobel de Literatura, hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal, Salas, y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de Salas le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y Montavani, contra todo pronóstico, decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
24 de noviembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustó mucho la película. La interpretación de Óscar Martínez es soberbia, pero la de los actores secundarios es para quitarse el sombrero también.
El personaje principal, el cuál está presente en todo el metraje, nos muestra cómo todo un premio Nobel de Literatura, endiosado, egoísta, y que rechaza todo tipo de eventos e invitaciones por todo el mundo, decide volver a su pueblo natal, el que le ha dado la fama a través de sus libros, para recibir un reconocimiento, y toca "tierra firme" y se encuentra con algo que no esperaba. La transformación del personaje desde la cumbre del éxito, en España, hasta su terruño de la infancia en la Argentina profunda, con lo que se va a encontrar, es lo más destacable de la interpretación de este grandísimo actor.
La película tiene momentos hilarantes, a la vez que nos muestra el lado más egoísta de las personas.
Jazzel65
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21 de diciembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Argentina el nombre Oscar recibe el acento tónico en la a, por lo tanto no lleva acento escrito por ser palabra aguda que no termina en n, s o vocal. Y cuando se pronuncia con el acento tónico sobre la O, es sólo a imitación del inglés (por ejemplo, al nombrar a Oscar Wilde), entonces, tampoco lleva tilde. Así, el nombre del actor protagonista no se acentúa y para otros castellanoparlantes les puede impactar ver los títulos de créditos.
Realizada esta puntualización, resumir que la película me encantó. La disfruté, en serio. Algo reticente en el momento de su estreno a la verborrea Argentina, en ocasiones hueca, en ocasiones rellena de psicoanálisis de andar por casa, retrasé el pase de esta película, hasta que sospeché que la retiraban de la cartelera y corrí, corrí a su encuentro.
El discurso inicial de "agradecimiento" al reconocimiento de la Academia Sueca es de lo mejor que he escuchado. Sincero, pausado, profundo, ofensivo, revelador, cáustico, coherente. Lo mejor es que te centra totalmente en las siguientes dos horas de metraje, sin que en ningún momento baje el ritmo ni te desconcierte ninguna otra escena tanto como la inicial ceremonia de premios.
El resto de la película vuelve del revés a las personas, tratando de mostrar aristas humanas, a cada cual más cierta, a cada cual más increíble. Por un lado, asistimos a los cambios que se producen en cada individuo con el paso del tiempo, los cuales no soportan la comparación con dichos ni con hechos ni con principios que se defendieron tiempo atrás. Por otro lado, nos convertimos en escrupulosos vigilantes de la mota de polvo en el ojo ajeno, siendo capaces de justificar, tolerar y ensalzar la viga en el nuestro. Por último, sufrimos la inclinación de las tentaciones hasta perder absolutamente el rumbo de nuestros actos y de nuestros pensamientos: la tentación de que nos adoren, la tentación de que nos amen, la tentación de sentirnos por encima, la tentación de creer que nuestros actos no tienen consecuencias.
Si tuviese que destacar un aspecto que me ha gustado especialmente, es la transformación del protagonista cuando arriba a su pueblo, perdiendo ese halo que no puede mantener ante los que le conocieron por su mote y con pantalones cortos. Intentando fundirse con su juventud, con sus recuerdos y con sus conciudadanos, deja a un lado toda su farsa, abre un paréntesis por unos días y piensa, cual residente del Olimpo por méritos propios, que puede tocar a su paso personas, animales o cosas con su varita mágica de divo, transformando, adornando, modelando el entorno, sin que le afecte lo más mínimo. Pero la realidad es tozuda y vuelve a rondarte con cada una de tus acciones y con cada una de tus decisiones para echarte en cara esta o aquella toma de bifurcaciones que nos trajo hasta donde nos llegamos en este momento.
Ideas sueltas plantea la película otras cuantas, para mascarlas en casa con reposo y aplicarlas al relato de tu vida; pero esas os las dejo para disfrutar cuando la veas.
Quiscol
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17 de enero de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran película, una descripción de la realidad de los que dejamos nuestra tierra, verídica, dolorosa y cruel.
Los que quedan atrás no perdonan, los que nos reciben tampoco lo hacen, el dolor de saber que somos ciudadanos de ninguna parte.Me gusto mucho, me hizo ver una realidad que siempre intui o percibi.
debora
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19 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ciudadano ilustre se trata de una radiografía ajustada a la humanidad más simple y característica. Un retrato preciso de los hábitos más emblemáticos de la conducta humana a partir de los habitantes de Salas, un pequeño pueblo argentino que condiciona la realidad de los que allí viven.

Se trata de una tragicomedia cuidada hasta el último detalle, que consigue sumergir al público de lleno gracias a un realismo tan creíble, que resulta más divertido, y también más aterrador, que cualquier otra historia de ficción.

Como el mismo protagonista dice, lo simple es aveces más profundo y aterrador que cualquier otro lenguaje. Tras llegar como un aclamado premio Nobel, se verá atrapado en la realidad más inmediata del pueblo: mientras él es toda una eminencia que debe cargar con una inmensa responsabilidad por ser quien es, los habitantes de Salas no son nada más que eso, habitantes de Salas.

El choque entre dos mundos, tanto a nivel físico como entre el recuerdo de la infancia con el presente, desencadenan en un filme que nos demuestra que, muchas veces, la realidad supera la ficción.
Ragnarr
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20 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un novelista que muestra las miserias humanas, puede provocar la irritación de aquellos de su entorno que se sientan aludidos, pero como casi nadie lee, las consecuencias no suelen ser muy graves. Son peores los celos, la envida y el resentimiento que suele despertar el triunfador, en aquellas personas relacionadas de alguna forma con él, y que no han sido invitados a participar de la gloria de su triunfo o del dinero conseguido. Y más si el triunfador lo es habiéndose salido de los cauces establecidos.
Eso está mostrado de forma magistral en esta película, que también se adentra en el mundo de la creación literaria, y en el pequeño mundo que nos rodea a casi todos, materializado en una cutre aldea argentina. Y para ello utiliza unos excelentes actores muy bien escogidos, que representan a personajes arquetípicos pero humanos (el único que se pasa de rosca es el novio barbudo), entre los que destaca Óscar Martínez, que viste de miedo a su personaje. Es de agradecer, por lo escaso, el cuidado que se pone en los diálogos y las disquisiciones de unos y otros y en especial del escritor protagonista.
Pero si no te va la literatura, ni los royos existenciales, ni los dramas, no hay problema, la película es amena, divertida, con un sentido del humor de amplio espectro, y se podría decir que amable, aunque sobre un fondo triste y dramático, que se espesa hacia el final.
Muy recomendable.
Jurelo del norte
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