El crucero del amor (Serie de TV)
1977
Douglas S. Cramer (Creador), Aaron Spelling (Creador) ...
5,698
Serie de TV. Comedia. Romance
Serie de TV (1977-1986). 10 temporadas. 249 episodios. Comedia ambientada en un lujoso y enorme barco de pasajeros que hace cruceros de lujo surcando los mares del mundo. Sus protagonistas fijos son algunos de los miembros de la tripulación (el capitán Stubing, el doctor Adam, Gopher, Isaac y Julie), mientras que en cada episodio aparecen nuevos pasajeros, cada uno con sus particulares historias de todo tipo, pero especialmente de amor. (FILMAFFINITY) [+]
8 de enero de 2008
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casposa. Lo sé. Un monumental tributo a la horterada y a la cursilería yankee de raigambre más profunda.
Pero entrañable también... Joder, ¿me estaré ruborizando?.
Remontémonos al pasado. Tres décadas. Me tragué esta gansada con diez añitos apenas. A finales de los setenta, un televisor, dos canales y un padre autoritario no dejaban demasiadas opciones a un preadolescente como yo. “Hasta el intermedio... y a la cama!”. Y a fuerza de tragar uno puede llegar a sentir afecto por bodrios como éste. Quisiera dejar muy claro que hoy en dia sería incapaz de revisar ni tan sólo cinco minutos de estos capítulos sin padecer severos transtornos intestinales, con lo que prefiero excavar en mis reminiscencias infantiles y renunciar premeditadamente a ser franco o ecuánime con “Vacaciones en el mar”.
Recuerdo cómo la balada introductoria ejercía en mi subconsciente un efecto parecido al que experimentaba el perro de Pavlov. Los primeros compases de esa pegadiza canción... ¿cómo decía?... ah sí: “Love, exciting and new come aboard. We’re expecting youuuuuuuuuuuu” ...actuaban como un resorte que me proyectaba ineludiblemente hacia el salón -bueno, salita- donde mis progenitores aguardaban ansiosos para embarcar gratis a costa de la pequeña pantalla. Un episodio-tipo de “The love boat” (su verdadero título) simultaneaba tres historietas que transcurrían a bordo de un crucero de lujo, en el que los protagonistas ‘fijos’ (la tripulación) ejercían importantes labores humanitarias con el objeto de que los protagonistas ‘eventuales’ de esas historietas –por lo general detestables ricachones contrariados por ridículos y triviales conflictos amorosos- pudieran solventar con éxito sus respectivas problemáticas.
Los guiones eran predecibles y penosos hasta la extenuación, y las interpretaciones del Capitán Stubing y su tropa una verdadera bufonada, pero mmm......... esa musiquilla, esa piscinita, esas bellezas tostándose al sol en las hamacas de cubierta, esas incorregibles maduritas tomándose un daikiri con pamela y gafas de sol incrustadas, esos excitantes bailes de disfraces, esas fastuosas cenas de gala, esos provocativos pantaloncitos, esos insinuantes calcetines hasta las rodillas... Inconmensurable.
La serie era una mierda, pero me niego a catearla. Un cinco.
Pero entrañable también... Joder, ¿me estaré ruborizando?.
Remontémonos al pasado. Tres décadas. Me tragué esta gansada con diez añitos apenas. A finales de los setenta, un televisor, dos canales y un padre autoritario no dejaban demasiadas opciones a un preadolescente como yo. “Hasta el intermedio... y a la cama!”. Y a fuerza de tragar uno puede llegar a sentir afecto por bodrios como éste. Quisiera dejar muy claro que hoy en dia sería incapaz de revisar ni tan sólo cinco minutos de estos capítulos sin padecer severos transtornos intestinales, con lo que prefiero excavar en mis reminiscencias infantiles y renunciar premeditadamente a ser franco o ecuánime con “Vacaciones en el mar”.
Recuerdo cómo la balada introductoria ejercía en mi subconsciente un efecto parecido al que experimentaba el perro de Pavlov. Los primeros compases de esa pegadiza canción... ¿cómo decía?... ah sí: “Love, exciting and new come aboard. We’re expecting youuuuuuuuuuuu” ...actuaban como un resorte que me proyectaba ineludiblemente hacia el salón -bueno, salita- donde mis progenitores aguardaban ansiosos para embarcar gratis a costa de la pequeña pantalla. Un episodio-tipo de “The love boat” (su verdadero título) simultaneaba tres historietas que transcurrían a bordo de un crucero de lujo, en el que los protagonistas ‘fijos’ (la tripulación) ejercían importantes labores humanitarias con el objeto de que los protagonistas ‘eventuales’ de esas historietas –por lo general detestables ricachones contrariados por ridículos y triviales conflictos amorosos- pudieran solventar con éxito sus respectivas problemáticas.
Los guiones eran predecibles y penosos hasta la extenuación, y las interpretaciones del Capitán Stubing y su tropa una verdadera bufonada, pero mmm......... esa musiquilla, esa piscinita, esas bellezas tostándose al sol en las hamacas de cubierta, esas incorregibles maduritas tomándose un daikiri con pamela y gafas de sol incrustadas, esos excitantes bailes de disfraces, esas fastuosas cenas de gala, esos provocativos pantaloncitos, esos insinuantes calcetines hasta las rodillas... Inconmensurable.
La serie era una mierda, pero me niego a catearla. Un cinco.
11 de agosto de 2006
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo niño me puse enfermo, así que no pude asistir al colegio durante una larga temporada. Tenía unas fiebres que me hacían hervir la sangre, y como mi madre tenía que estar pendiente de mí todo el día y era aficionada a esta serie, que por aquel entonces emitía tele 5 por las mañanas, yo tuve que aguantar sus blandas y repetitivas historias románticas. El caso es que la reacción de los virus con los medicamentos y con las diversas sustancias que rezuma la materia gris cuando se ve obligada a procesar la melosa información que contiene "Vacaciones en el mar" agravó mi enfermedad, por lo que desde entonces arrastro una incómoda secuela: cuando veo alguna imagen de los perpetuos sonrientes que tripulan y viajan en el barco, cuando escucho un fragmento de la canción de cabecera, o cuando simplemente veo una imagen relacionada con todo ello, se me nubla la vista, pongo los ojos en blanco, comienzo a echar espuma por la boca y me sobrevienen violentas convulsiones.
¡¡¡Oh, no, acabo de reparar en el cartel promocional!!! ¡Me voy, que me asaltan los espasmos...!
¡¡¡Oh, no, acabo de reparar en el cartel promocional!!! ¡Me voy, que me asaltan los espasmos...!
1 de febrero de 2007
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de la serie es su relación con la etapa estival.
Más conocida por la música y por sus cameos.
Chistes correctos.
Aunque tiene actores, clásicos de la comedia americana de los 80, se repiten tanto los argumentos que si te duermes a mitad de un episodio y te despiertas en el siguiente, quizá ni lo notes.
Más conocida por la música y por sus cameos.
Chistes correctos.
Aunque tiene actores, clásicos de la comedia americana de los 80, se repiten tanto los argumentos que si te duermes a mitad de un episodio y te despiertas en el siguiente, quizá ni lo notes.
26 de noviembre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que veía esta serie de pequeño soñé con hacer un crucero, en el pasarían las cosas y aventuras más insospechadas. Este año por fin hice el primero, casi no se me hunde, pero quitando eso lo demás fue un sueño. La canción de su cabecera la canté en varias ocasiones en mi ruta por las islas griegas. Aunque el paso del tiempo la haya dejado un poco apolillada merece todo mi cariño.
3 de noviembre de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una más de las muchas series ligeras y de puro pasar el rato frente a la tele para evadirse. Un transatlántico de lujo, la tripulación y los pasajeros temporales, cuyas historias duran lo que su viaje.
Los que se cruzan con tanta gente en un corto período de tiempo son testigos de cientos de anécdotas que irán sumándose al arsenal de experiencia. Los tripulantes no podrán recordar después todas las caras ni los nombres, el paso de esa marea humana por el barco se transformará en un conjunto difuso en el que destacará quizás algún suceso que rompió la tranquilidad, una emergencia, una tragedia, un idilio sonado, un enredo gordo, un hecho simpático…
Es la vida de los que trabajan para que otros viajen con comodidad.
Y esa es la esencia de la serie.
Los que se cruzan con tanta gente en un corto período de tiempo son testigos de cientos de anécdotas que irán sumándose al arsenal de experiencia. Los tripulantes no podrán recordar después todas las caras ni los nombres, el paso de esa marea humana por el barco se transformará en un conjunto difuso en el que destacará quizás algún suceso que rompió la tranquilidad, una emergencia, una tragedia, un idilio sonado, un enredo gordo, un hecho simpático…
Es la vida de los que trabajan para que otros viajen con comodidad.
Y esa es la esencia de la serie.
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