Haz click aquí para copiar la URL

Los locos Addams

Animación. Comedia Gomez y Morticia preparan la visita de su numerosa familia para celebrar la ''Mazurka con sable'' en honor a Pugsley, un rito de iniciación para convertirse en un hombre digno de la familia Addams. Pero, mientras están inmersos en los preparativos, los Addams ignoran que su vecina, el fenómeno televisivo Margaux Needler, planea construir una comunidad prefabricada y perecta justo debajo de la suya. Y cuando por fin se levanta la niebla, ... [+]
Los Addams, domesticados
En 1938, el gran Charles Addams comenzó a publicar en las páginas de 'The New Yorker' sus tiras cómicas centradas en la familia a la que bautizó con su propio apellido. Muchas de ellas eran dibujos de una sola viñeta y algunas ni siquiera contenían diálogos. Su trazo estilizado y finísimo y, aún más, su humor negro, nihilista y subversivo, consiguieron no solo que las ilustraciones sobreviviesen durante décadas, sino que se convirtiesen en un referente de la cultura popular. Desde entonces, los Addams han estado presentes en diferentes formatos: desde el papel saltaron a la televisión en 1964, en una legendaria serie en blanco y negro (¿quién no recuerda la mítica melodía compuesta por Vic Mizzy?), un par de series animadas en 1973 y 1992… e incluso un musical en las tablas del teatro. Pero quizá la evocación repose especialmente en las dos películas dirigidas por Barry Sonnenfeld en 1991 y 1993, con Raúl Julia y Anjelica Huston al frente del reparto.

Con el paso de los años, una buena parte del contenido disolvente y agresivo de aquellas tiras cómicas se ha ido quedando en el camino. En especial, mucho de sus intenciones macabras. Eran otros tiempos, sí, y en estos que corren parece que lo tétrico y lo combativo no resulta una buena mezcla. La prueba vive en esta resurrección de la estirpe de los Addams, ahora más blancos que nunca.

Frustra lo suyo que "La familia Addams" se convierta en una historia de integración y de autoafirmación personal. Y más aún que la singularidad de la idea original se transforme en un relato plano y, por momentos, adormilado, y que lo que antaño fue perturbador, ahora sea solo cómodo. Lo lóbrego de los personajes, su pretensión sombría y siniestra, se ha convertido en complicidad con un espectador que sabe lo que le espera en cada momento y que ríe con algunas de las gracietas de su personaje favorito.



El cascarón de "La familia Addams" es brillante (incluso demasiado; se echa en falta un poco más de tenebrosidad en los dibujos, de riesgo en los trazos, a pesar de que sea estrictamente fiel al aspecto de los diseños originales de los personajes ), pero el contenido muestra a unos personajes que ya están domesticados (ahí es nada escuchar una canción de Harry Nilsson en una película de los Addams), preparados para el consumo del gran público y para no molestar ni a la más quisquillosa de las abuelas.

Y no es que la cosa comience mal. De hecho, los primeros minutos se cuentan entre lo más divertido del relato. Tras asistir a la conversión del león de la Metro en un felino animado, el primer gag funciona por sí solo: Morticia se prepara para su boda maquillándose la cara con las cenizas de sus padres. Más adelante, el enlace culminará con una huida ante el acoso de unos lugareños pendencieros que quieren alejar a los "monstruos" de su lado. Gómez asegura que han de huir a un lugar muy lejano, "en el que nadie quisiera estar ni muerto"; el siguiente plano muestra un letrero: Nueva Jersey. Allí encontrarán Morticia y Gómez un viejo manicomio abandonado que les resultará ideal como nuevo hogar y en el que, tras un salto temporal, encontraremos instalada a la familia ya acompañada por sus retoños.

Pero no bastan un par de gags divertidos (que no afilados, algo que era consustancial a los dibujos originales) para remontar la película. Los más inspirados, además, llegan demasiado pronto, en los primeros minutos de metraje: el que muestra cómo Morticia proporciona el café del desayuno a la mansión en la que habitan vertiéndolo por el inodoro, o la imagen en la que Thing cierra violentamente su ordenador portátil cuando Morticia se acerca, porque está viendo fotos ¡de pies!...



Esta nueva visita a la familia Addams está asentada en el confort, en el bienestar que supone el hecho de manejar unas claves ya interiorizadas y que están muy lejos de asomarse a cualquier perturbación. Un relato en el que Miércoles (el personaje que sale más airoso gracias, en especial, al magnífico trabajo con su voz de una memorable Chloë Grace Moretz) asegura “¡ya no voy a por una persona, ahora voy a por el 'stablishment'!", para que todo se reduzca a una frase hecha que no tiene consecuencias narrativas. De hecho, la pelea de la familia será contra una perversa y manipuladora presentadora de televisión que ha invertido sus dineros en la creación de un perfecto barrio burgués en el que molestará la presencia de fondo de la siniestra mansión de nuestros héroes. Que el mal provenga de la televisión, en 2019, deja el 'stablishment' más que intacto.

No, esta blanquísima y bondadosa familia no son nuestros Addams. Nos los han pulido hasta dejarlos sin una sola arista. De manera que los chavales que se acerquen por primera vez a sus vidas quizá disfruten un poco con sus peripecias. El resto, deberemos guardar un piadoso silencio, como la mudez a la que se aferra el frankensteiniano mayordomo de la familia ante las andanzas que se suceden a su alrededor.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
arrow