Quinta entrega de la exitosa franquicia de películas, basada en el excelente y original universo de JKRowling. Daniel Radcliffe y sus compinches vuelven a desembarcar en el Ministerio de Magia, con un excelente arranque y alguna buena noticia como la incorporación de la heterodoxa y siempre talentosa Helena Bonham Carter.

No obstante, es de justicia admitir que, mientras el pulso entre la Orden del Fénix y los mortífagos es apasionante, hay un cierto aire de "los problemas crecen en Hogwarts" que se decantan por el drama adolescente, con muy buenos resultados en taquilla, pero que puede aburrir a los espectadores más talluditos.

Con unos efectos especiales muy meritorios, incluyendo una pelea mágica espectacular que debe omitirse por respeto a quienes aún no la han visto, al igual que el quinto libro, su solvente inicio y eléctrico final, logran tapar varias carencias y redundancias entre medias.

Vive de la fantasía creada y un reparto que se permite lujos epicúreos como tener al mítico Gary Oldman en el banquillo.

Había mucha curiosidad por ver cómo resolvía J.J. Abrams, la cita con el celuloide de la clásica Stark Trek. Es curioso como, tras tanto tiempo siendo parodiada y homenajeada, ahora es la fuente quien emula algunos de los estilos de sus herederas. Así, Chris Pine y Zachary Quinto casi nos recordarían a Leonard y Sheldon en "The Big Bang Theory".

"Star Trek" en las oscuridad es la clásica aventura de la tripulación del Enterprise, con el suficiente klingon y el cameo de rigor de Leonard Nimoy, quien para muchos incondicionales será, ahora y siempre, el señor Spock original.

Ciertamente, sin ser un gran fan de la saga, este viaje a la oscuridad es lo suficientemente entretenido y tiene unos efectos especiales conseguidos, que permiten a su metraje no ser pesado, con unas actuaciones más que correctas, aunque se echaría en falta algún giro ante algunos tópicos y desenlaces que son fáciles de adivinar...

Abrams logra hacer un ejercicio de correcto artesano, sin despertar la legión de Khan de miles de aficionados...

Apta para devotos de la serie.

No se puede negar el hecho, el único requisito para gozar de este documental de Robert B. Weide es que te guste el cine de Woody Allen. Puede parecer una obviedad, pero, honestamente, es una condición imprescindible para poder enfrascarnos en un completísimo repaso a la trayectoria de uno de los mejores directores de su generación.

Aunque la crítica de su propio país no siempre ha sido especialmente generosa con él y su carrera profesional, mientras en algunos tabloides se habla más de sus problemas con las mujeres y su heterodoxa personalidad, el público de todo el globo sigue interesada en lo que hace el tipo de las gafas.

Weide nos acerca fuentes de primera mano, especialmente su núcleo familiar más cercano, para ver cuánto hay de verdad en las versiones de sí mismo de ese eterno tímido que se esconde en la gran pantalla. Asimismo, hay opiniones de actores que han trabajado con él y miembros del mundillo, destacando a otro icono como Martin Scorsese.

Asignatura troncal para todos los interesados en el genio judío de New York.

No es convencional, pero Woody bien merece un documental.

Ben Affleck vive rodeados de tópicos, como si fuera imposible acercarnos a la persona y no al personaje. A mucha gente le ha sorprendido su buen hacer en la dirección de "Argo", su habilidad cogiendo una historia real muy interesante o, su buen oficio en un casting que incluye a luminarias tales como Bryan Cranston o John Goodman, entre otros.

Este seguidor de los Boston Celtics y socio en varios proyectos con su amigo, Matt Damon, Affleck se sumerge en la turbulenta Teherán, para crear un bonito thriller, basado en uno de esos agentes de la CIA que caen bien, Tony Méndez, un individuo capaz de crear un método pacífico y colaborando con el gobierno canadiense para intentar hacer algo muy complicado. Nada que ver con la Operación Fénix y otras barrabasadas que hacen de la institución de Stan Smith, un monstruo con muchas caras, algunas heroicas como el imaginativo Méndez, otras, terrible.

A diferencia del patriotismo incondicional de "Pearl Harbor", Affleck aprende la lección y hace un opening inteligente, digno de "Persépolis", explicando muy bien los tejemanejes internacionales que provocaron la caída del Sha y propiciaron una revolución que afectó al país oriental. Se mete más en la cultura iraní y eso da mucha verosimilitud al film.

No obstante, pese a tanto elogio, no veo tampoco la magia de "Argo" para arrasar tanto en cuanto a premios y prestigio. Es un film muy bien hecho y con buenos actores, solvente, entretenido y bien documentado. Pero tampoco le veo esos miembres que muchos dicen, aunque, doctores tiene la iglesia.

Ni antes odiaba tanto a Ben Affleck (de hecho, me cae bien y no lo considero, como pregonan en ciertos mentideros, un mal actor, ni mucho menos) ni ahoro lo adoro tan incondicionalmente.

Humilde recomendación, vayan a verla sin mayores ambiciones que entretenerse... allí es donde "Argo" te gana.

Tras su interesantísima visión sobre Jesse James, aguardabamos con mucha impaciencia la nueva obra de este director tan interesante que está mostrando ser Andrew Dominik. Con un estilo propio, vuelve a usar su realista estilo y particular sentido del humor negro para adentrarnos en esta especie de "Fargo" situada en lo más profundo del corazón estadounidense en pleno contexto de esa crisis económica a la que los diarios y televisión no pueden dejar de aludir.

Rescatando a rostros tan reconocibles como Ray Liotta ("Uno de los nuestros") o James Gandolfini (excelente como esa especie de Tony Soprano cansado y algo aburrido, como si sus mejores días hubieran volado), se nos narra un episodio alargado de lo que podría ser "The Wire" o los ya citado "Los Soprano" (robo de cartas en una timba de la mafia incluida).

Con Brad Pitt como gran protagonista (en uno de los mejores trabajos que ha hecho recientemente), empieza un juego de presas no demasiado inteligentes y cazadores que quieren sacar tajada, mostrando una vez más, que el país de los oportunidades es un gran negocio antes que una nación. Dominik descubre a actores muy interesante y los apoya de buenos veteranos, pero, a medida que avanza su excelente idea, va cayendo un poco en el panfleto y la crítica fácil, por más que sea una alegría ver a Richard Jenkins como sosegado abogado de la Cosa Nostra.

Es en su final apresurado y casi de denuncia nada sutil, donde se pierde el embrujo callejero del principio y hemos empezado a adivinar cosas en vez de sorprendernos.

Pero, no le pierdan la vista a este director.