Parker y Stone lanzan artillería de la gruesa en "Imaginolandia". Se trata de usar una aparente sensación de atmósfera de cuento infantil para hacer un verdadero retrato de muchos de los males de nuestro tiempo. Más allá de la gamberrada que siempre es South Park, aquí se nos plantea cuál es el límite de la ficción, hasta qué punto no estamos entregando demasiado poder a la primera persona pirada que dice ofenderse y empuña un arma.

Aunque fueran capítulos emitidos en su temporada correspondiente, los creadores de esta banda firman aquí una verdadera y poderosa película, superando en bastante incluso a aquella que fue emitida para cines hace ya más tiempo del que nos gustaría recordar a los viejos del lugar.

Aquí siguen manteniendo la irreverencia pero poseen la experiencia de no apresurarse. Hay materia gris detrás de sus faroles, de su forma de hacer que el destino de la humanidad dependa de la imaginación de Butters (una de las mejores cosas que le han pasado a la evolución del programa es este personaje).

Tampoco han abandonado la escatología del más grueso calibre. En este caso, a través de Cartman para desventura del bueno de Kyle.

Estos "terroristas" del humor saben muy bien lo que tienen entre manos.