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Críticas de Kasanovic
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Críticas 400
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
9 de noviembre de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El talento artístico es algo que se puede llegar a manifestar incluso en las personas más insospechadas. Es verdad que ciertas disciplinas requieren un impulso bastante importante en materia de recursos (no es lo mismo llevar a cabo una película que escribir un libro), pero al final el talento se termina haciendo paso de una manera u otra, incluso en circunstancias complicadas. Uno de estos ejemplos es el de Joseph Ferdinand Cheval, en apariencia una persona bastante común: de profesión cartero, con expresión bastante seria y parco en palabras, que además acaba de pasar por una época complicada en su vida. Pero tras esta fachada se esconde una fuerza de voluntad tan grande como para emprender una tarea harto complicada: construir un castillo con sus propias manos y sin más ayuda que la de su mujer e hija, compaginando además este esfuerzo con el ejercicio de su profesión en las extensas campiñas francesas.

La historia real de Cheval la descubrimos en formato audiovisual a través de El palacio ideal (L'incroyable histoire du facteur Cheval), cinta dirigida por Nils Tavernier (hijo de Bertrand) y que pretende plasmar en pantalla lo que fue esta difícil empresa, que ocupó prácticamente toda la vida de nuestro protagonista. Más allá de la propia construcción del palacio, la película fija su atención sobre todo en la relación que Cheval mantiene con su esposa Philomena y con la hija de ambos, Alice, por quien precisamente el cartero inicia la construcción del palacio. Estos lazos familiares son los que proporcionan a Cheval una mayor conexión con la realidad, con aquello que sería la vida de una persona normal y corriente.

En efecto, El palacio ideal refleja que el cartero parecía tener una fijación extrema por su palacio, anteponiendo esta labor a cualquier otra cosa de su vida. No es sino lo que suele definir a los genios, cuya existencia apenas se puede separar de la obra que crean. Aunque el hecho de que Cheval siga recorriendo decenas de kilómetros semanales para repartir el correo y de que afloren sus emociones cada vez que le atenaza algún problema familiar, parecen circunstancias suficientes como para pensar que el cartero era una persona perfectamente consciente de todo lo que le rodeaba. En esta labor tiene un gran peso la interpretación de Jacques Gamblin, viva imagen de cada hecho que Tavernier parece querer trasladarnos a través de las imágenes.

Esta descripción que se nos realiza de Cheval es precisamente lo que menos encaja en El palacio ideal. La película presenta con cierta irregularidad las diferentes parcelas de la vida del protagonista, sin que llegue a quedar del todo claro hasta bien avanzada la misma lo que supuso la construcción del palacio. En este sentido, el film se queda a medio camino entre la elección de retratar al Cheval-persona o al Cheval-artista, permaneciendo en un terreno intermedio que, si bien nos aporta mayor información desde un punto de vista biográfico, termina por despojar a la obra de una mayor singularidad en su conjunto.

Lo que no se le puede negar a El palacio ideal es su éxito a la hora de transmitirnos cómo un hombre bastante común puede encerrar un talento e ímpetu tan grandes como para acometer con éxito un esfuerzo tan titánico. La película se enmarca así en un catálogo de biopics que se centran en personajes no tan conocidos (recordemos por ejemplo la reciente Maudie, el color de la vida, aunque esta presentaba un resultado más notable) pero que nos trasladan la ya comentada idea de que cualquiera, por más que su apariencia pueda negar lo contrario, puede llevar un genio dentro de su ser.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para @CineMaldito
Kasanovic
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6
26 de septiembre de 2020
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El momento de incertidumbre que atraviesa la ya larga relación entre Alessandro y Arturo conoce un momento de aparente respiro con la llegada de Annamaria, antigua amiga del primero y que se presenta en el domicilio con sus dos hijos pequeños del brazo. De ascendencia aristócrata pero rechazada por su progenitora por haber tenido un hijo distinto con cada hombre y no haber contraído matrimonio, Annamaria cae en brazos de la pareja como si los 5 conformaran en sí una pequeña familia. Sin embargo, la sorprendente visita de esta mujer lleva aparejada una noticia no tan buena: su estado de salud dista de ser óptimo y debe someterse a un ingreso hospitalario para valorar posibles consecuencias.

El título de la última obra del cineasta turco (asentado en Italia) Ferzan Ozpetek, La diosa fortuna, ya indica aproximadamente por dónde se irá encarrilando la película conforme avance su metraje. Lo que Ozpetek nos presenta es una combinación de drama de pareja y drama familiar, que desde el comienzo quedan unidos en una trama no del todo original pero que sí sabe exhibir un corazón y un conocimiento de la vida muy grandes.

Pese a que La diosa fortuna comienza con una escena algo descabellada, en mitad de una boda donde no dejan de salir tantos personajes que parece que jamás nos va a dar tiempo a conocer a todos, de inmediato el film pasa a centrar su mirada en los cinco personajes ya narrados y prácticamente ya no los soltará hasta la parte final. Esta circunstancia genera lo que será una gran virtud de la película como es la profundización que se produce en los problemas de cada miembro de este quinteto. Aunque lo mejor de esta parte es, posiblemente, que el esfuerzo en presentarnos sus personalidades es tan pequeño como efectivo. El carácter de Alessandro y Arturo y la situación de pareja por la que atraviesan se nos cuentan en apenas dos diálogos, con los niños sucede algo muy similar e incluso Annamaria, más enigmática que el resto (excelente Jasmine Trinca, por cierto), genera empatía desde el inicio.

Como decimos, a partir de esos minutos iniciales, el desarrollo de La diosa fortuna no aporta demasiadas cosas nuevas ni en su línea argumental ni tampoco en su puesta de escena, pero Ozpetek sabe llevar su película por un camino bastante satisfactorio. Cada secuencia sirve para conocer un detalle más tanto de la trama como de sus personajes y todo ello se narra de una forma muy natural, exhibiendo sentimiento y sabiendo evitar cualquier peligro de volverse anodina. Esto último se refleja a la perfección en la última media hora, cuando llega el momento de dar una vuelta de tuerca a la obra.

Respecto a los asuntos que en sus dos horas de duración trata La diosa fortuna, el impacto que la llegada de unos niños tiene en una pareja es el más evidente de todos, a pesar de que en este caso (y por suerte) no se presente como una “paternidad imprevista” al uso ni tampoco se siga el típico esquema de esta clase de películas. El hecho de que el perfil de los niños vaya acorde al aroma que desprende la obra, evitando el típico prototipo de chiquillo repelente, facilita sobremanera el mensaje que se quiere transmitir y, por supuesto, también el cerrar el film de una manera bastante óptima.

No merece la pena, por tanto, mencionar las flaquezas de La diosa fortuna cuando sus virtudes resaltan tanto que hace que aquellas se olviden. No es sino al final de la película cuando se puede pensar en que lo visionado dista de ser un drama familiar memorable, pero lo que Ozpetek nos narra durante dos horas es tan sensible y veraz que bien merece rendir un aplauso a esta gratificante labor.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para @CineMaldito
Kasanovic
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5
10 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los funerales son considerados como “el último adiós” que se le brinda a un ser querido. Sin embargo, no todas las personas actúan de la misma manera cuando asisten a uno. En el mismo funeral podemos encontrar a gente que no cesa de derramar lágrimas, a individuos mirando constantemente el reloj como si no estuvieran allí más que por pura obligación o a seres bondadosos que se dedican a consolar a los más heridos. Incluso hay quien, y esto es un hecho real, se ha visto sorprendido por un repentino e inevitable ataque de risa en mitad del funeral de su madre. Teniendo en cuenta todo esto, tampoco parece tan extraña la secuencia inicial de la película búlgara The Father (Bashtata), cuando Vassil, en pleno entierro de su mujer, solicita desesperado una cámara para obtener unas últimas instantáneas de su malograda compañera de la vida, lo que provoca la sorpresa de los asistentes al evento.

Esta peculiar actitud que tiene el protagonista de nuestra historia al afrontar una terrible pérdida no cesa con esta primera escena, sino que a lo largo de todo el film demostrará comportamientos todavía más extravagantes. Como compañía tendrá su hijo Pavel, típico hombre de buen corazón, tan ingenuo como torpe, que en vez de ejercer labores de descendiente parece más bien un esclavo. Sea como fuere, las andanzas de padre e hijo nos son narradas por otro dúo a tener en cuenta como es el que conforman tras las cámaras los cineastas Kristina Grozeva y Petar Valchanov. En su anterior film, Un minuto de gloria, ya demostraron que saben trazar un buen relato desde un hecho tragicómico, de la mano de personajes singulares y reflejando lo sola que está la bondad humana entre una atmósfera de malicia, cinismo y corrupción.

The Father desde el comienzo deja entrever que se va a mover en un entorno menos amplio que el de la mencionada Un minuto de gloria. Esta vez la trama no alcanza un cariz nacional, no está involucrado el gobierno del país ni los medios recogen cada paso que dan, son simplemente un padre y un hijo cuyas andanzas pasarán inadvertidas para la práctica totalidad de la población. La tensa relación entre ambos que vemos en pantalla se complementa con una subtrama telefónica que envuelve a Pavel y su mujer, la cual se quedó en el hogar y no asistió al funeral de la suegra. Tenemos pues dos historias relacionadas que tratarán de complementarse lo mejor posible a lo largo de la hora y media de cinta, aunque comprobaremos que no siempre lo consiguen.

En realidad, y pese a buscar un terreno más íntimo que su antecesora, The Father peca paradójicamente de intentar adentrarse en diversos temas en los que a la postre no terminará de profundizar. La historia de Pavel con su mujer tiene su punto de gracia y de correspondencia con la realidad, pero está algo trillada y, aunque en sí aporte muy poco al cuerpo de la película, inexplicablemente por momentos parece como si la protagonizara. Algunas secuencias donde parece reflejarse un punto de crítica social (como las del espiritismo o la comisaría) también pecan de lo mismo. Sí resulta mucho más acertada una de las primeras escenas de la película en casa de Vassili y también la recta final de la obra, sin ser casualidad que estos minutos exploren la relación paternofilial Vassili-Pavel, verdadero espíritu del film.

The Father padece pues de ciertas irregularidades en su argumento principal que le hacen desviarse demasiado del camino que parecía emprender en sus inicios. No obstante, y pese a ello, la narración resulta ágil y se desenvuelve muy bien a la hora de mezclar el trasfondo dramático de la obra con un evidente tono humorístico. Si bien supone una ligera decepción respecto a lo visto en el anterior trabajo del tándem Grozeva-Valchanov, The Father conserva algunos detalles de aquel y por ello su visionado no resulta como un tiempo desaprovechado.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para @CineMaldito
Kasanovic
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5
15 de mayo de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tensión que produce estar viendo momentos decisivos de un partido de fútbol, como los minutos finales de un partido decisivo o una tanda de penaltis, es conocida por todo aquel seguidor de este deporte. Pero si se trata de un Mundial del que tu país es anfitrión y además se está jugando el pase a la final por penaltis, este sentimiento arropa también a gente que pocas veces se ha acercado al balompié. Es lo que le sucede a un nutrido grupo de romanos que en una terraza observan la eliminación de su selección a manos de la Argentina de Maradona. En esos momentos tan decisivos, ni se habían dado cuenta de que un coche se precipitó desde un puente hacia las profundidades del río Tíber. A bordo, como se conocerá minutos más tarde, iba uno de los productores de cine más reputados del país. En el bolsillo de su chaqueta, la clave que quizá permita descifrar el misterio: una foto en la que aparece con su sufrida amante y junto a varios jóvenes desconocidos.

Al italiano Paolo Virzì le conocemos como un cineasta capaz de ponerse al mando de proyectos de cierto toque extravagante. El capital humano, quizá su título más conocido, ya poseía una combinación de drama, comedia y negrura que, aderezada con el retrato de personajes nada comunes, generaba una película tan singular que era difícil pasar por alto. Una dosis más fuerte de este producto la recibimos en Locas de alegría, similar tanto en su perfil cinematográfico como en el interesante resultado que arrojaba. Los respectivos coguionistas de estas obras se unieron y junto a Virzì firman el guion de Noches mágicas, cuyas secuencias iniciales reflejan a la perfección el espíritu de los comentados films. Parece, pues, que podemos estar ante un título igual de atractivo.

Noches mágicas se cimenta sobre un gigantesco flash-back en el que se intenta descifrar, desde un mes antes de la noche de autos, cuál es la relación entre el fallecido productor y los tres jóvenes que le acompañaban en la fotografía, amén de las causas del supuesto homicidio de aquel. La cinta abandona el plató de rodaje para penetrar en el ambiente que definía la sociedad cinematográfica italiana de comienzos de los 90. Un mundillo en el que los veteranos del séptimo arte pelean por cualquier cosa y recelan de todo aquello que huela a joven. Contemplamos este panorama desde la óptica de nuestros tres protagonistas, quienes, por cierto, no resultan nada convencionales: un siciliano sensible y cerebrito, un toscano libertino y una romana con serios problemas de autoestima. Los tres finalistas del prestigioso premio Solinas conviven durante un mes en la capital italiana, tiempo en el que conocen a los originales personajes que poblaban la escena cinematográfica por aquel entonces mientras ellos mismos tratan de dar sentido a su existencia.

El vertiginoso ritmo que sigue Noches mágicas en su inicio y el inevitable atractivo que despierta contemplar las personalidades excéntricas que van apareciendo en pantalla hacen que Virzì consiga perfilar su obra de una manera notable. El film nunca cae del lado de la parodia ni tampoco cruza la divisoria con lo dramático, sino que se mantiene en un terreno intermedio que ya parece marca de la casa. Donde sí se desequilibra la balanza es a la hora de manejar los registros temporales, ya que hacia la mitad de la película esta parece encallarse y no consigue avanzar, perdida probablemente en la gran cantidad de personajes y subtramas con la que su director había ido aderezando su obra. Esta bulimia argumental termina por desatrancarse y el culmen de la obra arroja un aroma deliciosamente esperado, aunque sin eliminar cierto grado de acidez. En cualquier caso, Noches mágicas es un producto 100% Virzì y eso ya parece un sello suficiente como para atreverse a degustarlo.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para @CineMaldito
Kasanovic
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5
2 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kyung-min Lee, una adolescente cuyo brillante nivel académico progresaba de manera inversamente proporcional a su popularidad entre el resto de la clase, desaparece durante una noche, hallándose su mochila cerca de un río. Dada la personalidad de la joven, las pesquisas policiales pronto apuntan hacia una tesis: el suicidio. Y entonces sobrevuela la repetida pregunta: ¿por qué? ¿Qué impulsa a una adolescente con toda la vida por delante a acabar con su vida? ¿Cómo es posible que, sacando buenas notas y siendo de familia acomodada, pueda renunciar a un prometedor futuro? Cuestiones formuladas siempre en términos puramente pragmáticos, despojados de cualquier pretensión emocional cuando precisamente desde ahí es donde se suelen explicar esta clase de actos.

En After My Death (Choe Manheun Sonyeo), el veterano aunque poco pródigo cineasta Kim Ui-seok dirige su mirada, como bien reza el título de la obra, a todo lo que viene después de la desaparición de Kyung-min. Además de los varios porqués, el entorno de la estudiante también tiene otra cuestión: ¿quién? La tendencia de los seres humanos a buscar culpables para cada situación se agrava en tragedias como la que centra el discurrir de este film. Pronto se desvela que Kyung-min era poco dada a relacionarse con compañeras de clase, aunque sí se había acercado a alguna de ellas, especialmente en los momentos antes de morir.

A raíz de este suceso, descubrimos uno de los aspectos más interesantes de After My Death, como es el hecho de que nos ofrezca las repercusiones de la desaparición de la estudiante en cada uno de los lados de su entorno. Desde los más afectados, como su combativa madre o la última compañera que vio antes de su desaparición, hasta los más prácticos, véase el colegio y su teoría de que “en 6 meses lo habremos olvidado” o relacionando el interés de Kyung-min por la música oscura con su desaparición. La telaraña de acusaciones, enredos emocionales y sentimientos de culpa que tejen estos personajes servirá como base para el desarrollo de toda la obra.

Al lógico tono sombrío que desprende el argumento de After My Death le acompaña una fotografía no menos oscura, con numerosas escenas nocturnas y de interiores que acentúan este sentimiento. Kim Ui-seok apuesta también por introducir muchas fases de silencio en la cinta, circunstancia necesaria teniendo en cuenta el argumento del film. Estos momentos complementan a unos diálogos que, por otra parte, no son intensos por su densidad formal o temporal, residiendo la mayor fuerza de los hechos en las propias interpretaciones del reparto que en un fuerte guión.

Con todo, After My Death permite acercarse a una tragedia no solo teniendo en cuenta a su propia protagonista, que muchas veces monopoliza todo el trato mediático y social, sino también a la gente que tiene a su alrededor. Todos sabemos que cuando una persona deja este mundo los que más sufren son los seres queridos, pero en no pocas ocasiones tendemos a analizar todo de una manera excesivamente fría, como hemos indicado con anterioridad. El rastro que deja el fatídico hecho alcanza a todos, partiendo de los destrozados padres y continuando por unos compañeros de clase que, responsables o no de la tragedia, se deben ver obligados a afrontar la situación desde un punto de vista autocrítico. Con escaso impacto fílmico pero mucha inteligencia emocional, el coreano Kim Ui-seok nos lo muestra todo en esta cinta.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para @CineMaldito
Kasanovic
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