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España España · Santiago de Compostela
Críticas de Mia Wallas
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Críticas 13
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
26 de enero de 2022
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Es muy probable que si has llegado hasta aquí (la hayas visto o todavía estés con la duda), hayas leído en algún momento el apellido Lynch (o directamente adjetivado) relacionado con esta película. Es cierto, se desprende en todo su metraje un aroma al cine de David Lynch, si bien ese apego a la firma tan particular del director de Mulholland Drive, no le beneficia demasiado. El guión, en principio simple y manido, da algún giro interesante con los personajes que conforman esta particular comunidad, pero no acaban de desarrollarse con plenitud, y deja una sensación de que podría haberse logrado mucho más reduciendo el elenco y mostrando el mundo interior de estos personajes tan punkis e independientes.

Personalmente, la estética de la película es una de sus mejores bazas, ya que en todos sus elementos se aprecia un cuidado milimétrico e intencionado que construye un universo propio de forma muy acertada: vestuario, maquillaje, peluquería, iluminación, música... incluso las localizaciones.

Se queda en una película bastante interesante de visionar, pero muy lejos de ser efectiva. Siendo bizarra en algunos momentos y estando tan repleta de psicopatías (de forma algo excesiva), sobran situaciones extravagantes que rayan lo absurdo y no logran dar el toque alternativo que parece que persigue a toda costa.
Mia Wallas
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8
3 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trigger es un disparador, un interruptor que va arrojando luz poco a poco, progresivamente, hasta que todo el cuarto está iluminado y ese día llega a su fin al revés, con un amanecer frío en un lugar que tiende a ser pensado como un Nueva York urbano y urbanita, donde el animal es el hombre, la mujer, la especie humana en su vertiente más caótica.

La conversación entre las dos protagonistas empieza en un campo de batalla limpio y reluciente, chic y moderno. Pero ni un lugar tan aséptico puede contener un cruce de reproches, insultos y rabia contenida, ni la primera hipocresía esconde la cara oculta del rencor de ambas. Y así se desarrolla la discusión inicial que logra que el espectador entre de cabeza en el filme y ya no quiera dejarlo atrás. Los cambios de ánimo se suceden y llegan como a un entendimiento mutuo que las hace acercarse un poco más, compartir recuerdos comunes e individuales. Mediante una conversación fluida a lo largo del metraje, los dos personajes principales se van descubriendo, atrapando consigo al espectador en un remolino de curiosidad para acabar descubriendo pasado y presente.

Una película que ha pasado tal vez demasiado desapercibida, y que para nada merece el desconocimiento, pues las interpretaciones de ambas protagonistas son brillantes, habiéndoles merecido de forma conjunta el ACTRA canadiense a mejor interpretación femenina, premio que llegó demasiado tarde para una de ellas, pero que seguro llegó a todos sus admiradores como el reconocimiento que al menos dicha interpretación merece.
Mia Wallas
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10
25 de septiembre de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sidney Lumet llevó al cine una propuesta triunfal en formato teatral y que convirtió también en triunfo personal en su adaptación al formato cinematográfico.

El argumento nos coloca frente a un jurado formado por doce hombres que debaten sobre la culpabilidad o inocencia de un joven acusado del homicidio de su padre. Esta decisión podrá conllevar, bajo las penas criminales estadounidenses, bien a aplicar la pena de muerte o bien a salvar al acusado de la misma.

Bajo esta simple línea argumental se plantean distintas cuestiones sociales, políticas y legales. Se parte de un claro posicionamiento del jurado, a excepción de uno sólo de sus componentes, pero suficiente como para no llegar a la unanimidad exigida para absolver o condenar. El papel interpretado por Henry Fonda, posicionado a favor de la absolución, cuestiona la culpabilidad que el resto del jurado le achaca por unas meras y primitivas creencias que las pruebas no pueden contradecir y que serán cuestionadas junto con las pruebas practicadas y la idoneidad de los componentes del jurado para emitir veredicto.

El jurado número 8 desgrana una a una las pruebas practicadas en juicio para ir deconstruyéndolas y plantearlas desde otra perspectiva, dando pie poco a poco a vislumbrar ciertas dudas acerca de la culpabilidad del imputado que van creciendo a medida que de la exposición razonada, tranquila y objetiva de los hechos y de los testimonios prestados en juicio, hasta alcanzar la incertidumbre de algunos miembros del jurado que hará que se cuestionen la culpabilidad del imputado a lo largo de la sesión que en principio parecía claramente breve y predecible, y que acaba convirtiéndose en una sesión infernal en la que se enfrentan no sólo los hombres que componen el jurado, sino también sus respectivos posicionamientos, ideales, vivencias y perjuicios étnicos y sociales. Además de mostrar a los espectadores las deficiencias de un sistema por jurado que durante largos años en los Estados Unidos funcionaba desde los perjuicios de los distintos miembros y mostrando también la importancia de una equidad dentro del tribunal que conforma el jurado como también de la necesidad de diversidad y un necesario rechazo a conformar mayorías de similares ideologías, sino la conformación del mismo por una diversidad de ciudadanos que enriquezcan las discusiones desde diferentes puntos de vista para evitar que sus decisiones se tomen desde los perjuicios del subconsciente colectivo.
Mia Wallas
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8
20 de septiembre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Situándonos ante un huraño ex combatiente de la guerra de Vietnam al que esposa e hijos han abandonado (aunque de distintas formas), el protagonista de esta historia, interpretado por un sagaz Eastwood, se encuentra sólo con la compañía de su perra Daisy y su Ford Gran Torino del ’72 sin que ninguna persona más en el mundo le importe.

A través del breve viaje que nos ofrece el film, llegamos a vislumbrar ciertas experiencias de este veterano de guerra que aún perviven en sus recuerdos y en sus peores pesadillas, haciendo de él el tipo duro que se nos muestra en pantalla, pero nada más lejos de la realidad, pues su camuflaje de solitario y su aversión hacia cualquier tipo de manifestación foránea que recubre de cierta actitud racista, acaba por desmoronarse para mostrarnos a la persona que habita más allá del cejo fruncido y la mueca en la que transforma su cara.

A través de una amistad, fruto de un cúmulo de errores, entre el testarudo americano y un adolescente hmong, se van acortando distancias entre lo que representan cada uno como parte del conjunto étnico, cultural y social que marca a las personas en razón a su nacimiento y que culmina, junto con la violencia callejera que se respira en el barrio, en el despertar de cierta empatía a lo extraño y al mismo tiempo a lo común hacia sus vecinos hmong, acortando así la gran distancia cultural que los separa de sus creencias como ex combatiente de una guerra dura y lo conmina a percibir ciertos sentimientos que finalmente lo enaltecen a cometer un acto heroico por las personas que finalmente han tocado el corazón de este viejo hosco.

La película trata el tema del racismo de forma directa, enfrentándose con él y convirtiéndolo en algo habitual en las palabras del veterano, trasladando la realidad a la pantalla, y también hace una gran crítica socio-política a esa América profunda donde impera el odio y la violencia, sin dejar de lado el tema belicista estadounidense y los miedos y fantasmas de quienes participaron en las diversas guerras que emprendieron los EEUU.
Mia Wallas
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8
5 de septiembre de 2010
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia de amor mal enterrada es un puñal constante con el que hay que lidiar mucho tiempo, que logra hacernos dudar del camino tomado, que nos plantea temores, que nos hace cuestionar la felicidad alcanzada. Un intento de recuperar lo perdido en una burbuja que estallaría por los aires al más mínimo roce. El amor se cuestiona desde el otro lado, desde una pérdida que no puede deshacerse sin consecuencias. Bize hace su propuesta de una forma limpia, con unas actuaciones impecables y un guión bien planteado aunque con algunos pequeños toques demasiado elaborados que resultan un tanto artificiales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mia Wallas
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