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Críticas de Wellesford
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Críticas 180
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
17 de marzo de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película. Wajda cierra su trilogía sobre la guerra (independientes entre sí) con la mejor de las tres.

Durante las veinticuatro horas en que la guerra toca a su fin, un grupo de nacionalistas polacos pretenden asesinar a un representante comunista después de matar a dos trabajadores por error. En este contexto el relato se centra con mayor interés en un joven militante, despreocupado y acostumbrado a la lucha, que tiene la misión de eliminar al importante líder.

La trama principal tiene lugar en un hotel en el que se aloja, junto a un compañero y en el que coincidirán con su presa, ya que tendrá lugar una fiesta por la victoria. La aparición de una joven camarera trastocará su visión de la vida, mantienen un romance y un dilema moral le hará replantearse la situación.

Excelente estudio de personajes, filmado con una preciosista profundidad de campo, estéticamente perfecta. Encuadres con profusión a los simbolismos visuales, de carácter wellesiano, que remarcan el drama con gran vigor narrativo. Posee una atmósfera expresionista que dota de tensión el desarrollo del relato y contiene planos verdaderamente remarcables con gusto por el detalle, en los que luce una espléndida fotografía que aporta picados y contrapicados de contrastada iluminación.

Se respira un aire incierto y desesperanzado, para que el protagonista vaya transformando su inicial anarquía moral hacia una toma de conciencia y remordimiento (estupendo Cybulski, el llamado James Dean del este). Héroe trágico por amor que divaga hacia un desenlace pleno de lirismo.

Recomendabilísima obra de un director referente del cine polaco y europeo, mentor de Polanski para más señas.
Wellesford
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10
4 de septiembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
George Miller ha filmado la película que habría querido hacer allá por los albores de los ochenta, ese clásico polvoriento de serie B que forma parte de la iconografía cinematográfica de los últimos tiempos. Esta vez contando con un presupuesto generoso (con el que no contaba en aquel entonces) y respaldado por dos intérpretes que se toman muy en serio el argumento distópico al que se enfrentan.
Más allá de la obvia pirotecnia visual, de la testosterona desatada o del adrenalítico ritmo que producen sus imágenes, Miller opta por mimar la puesta en escena de cada uno de los trepidantes actos que conforman una aventura de acción absolutamente homogénea, a pesar de un guión simple pero conciso y coherente. Panorámicas espectaculares (varios planos lo corroboran); ángulos que diluyen la monotonía del paisaje o planos que definen de una tacada el estado de ánimo de cualquier personaje (si fuese muda no perdería un sólo ápice de su intensidad).
La película transpira epicidad, fustigada por la efectiva banda sonora que ensambla rabiosamente con los momentos de intrepidez y con el carisma de los personajes. El dinamismo de su montaje apabulla, impregnado de una poderosa sinfonía audiovisual desde la que sus principales protagonistas intentan redimirse a golpe de volante, polvo y fuego.
Tom Hardy se consagra como estrella, aunque tampoco le hacía falta este protagónico para reafirmar su talento, va a ser uno de los grandes desde ya. El rol de Charlize Theron sorprende por su mezcla de dureza expeditiva y aura melancólica, el personaje mejor desarrollado del filme.
En la sencillez del argumento, Miller ha sido capaz de introducir ciertos aspectos sociológicos que comulgan con nuestra actualidad: se puede dilucidar en su desarrollo el fanatismo religioso que profesan los blanquecinos soldados hacia su líder, dueño del agua (el verdadero y vital tesoro para la existencia); vemos también a un grupo de mujeres en busca de libertad e independencia, diáfana alusión feminista en un entorno emponzoñado de hueca virilidad; pero sobretodo vemos la lucha por sobrevivir en un mundo árido e inhóspito, donde las leyes que antaño regían sobre la Tierra han dado paso a la anarquía... y también a un halo de esperanza personificado en un héroe solitario y lacónico.
Me doy cuenta, al acabar la proyección, de que he visto una gran película, de que ha dejado un poso cinematográfico en la retina, puro cine en el que Miller homenajea sin ningún reparo la icónica persecución que el maestro John Ford plasmó en "La diligencia", allá por el 39 del siglo pasado y sale airoso en el intento. El Mad Max de los ochenta posee la originalidad y la frescura, esta revisitación tiene más ingenio y, sin ninguna duda, es mejor película, una gozada en caballos de potencia.
Wellesford
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9
18 de enero de 2014
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas Scorsese dota de calidad a sus películas utilizando aparentemente el piloto automático. En este caso filma a un ritmo frenético una historia donde el sexo, la droga y el poder del dinero acaparan el cien por cien de sus tres horas de metraje... y se hacen cortas gracias a un guión plagado de diálogos afilados y dotados de mala leche.

Nos ofrece una experiencia orgiástica plena de dinamismo visual, una bacanal de tiburones de las finanzas, corredores de apuestas sin escrúpulos y estafadores. En realidad, el cineasta construye su película de manera similar a sus anteriores Uno de los nuestros o Casino (voz en off, flash back, humor negro...) Pero es de agradecer la ausencia de violencia, sin asesinatos truculentos; aquí sustituye a los gángsters por esos cabrones que provocaron la actual situación económica que nos asola y en lugar de con balas, ametralla a la platea mediante estertores de palabras contundentes.

El director italoamericano maneja con brío el ascenso a la cima, por medio de un camino plagado de cocaína, pastillas y sexo salvaje para (como no podía ser de otra manera) caer desde el precipicio de la inmoralidad y el exceso.

Muestra el retrato de un personaje, Leo DiCaprio, que arrolla a todos y cada uno de sus compañeros de reparto. La película es suya, transmite magnetismo y hasta consigue la hilaridad en no pocas ocasiones. Con o sin oscar, Leo permanecerá en la retina del espectador en la que, quizás, sea la mejor interpretación de su carrera, uno de los personajes más icónicos de los últimos tiempos.

El efecto retardado de unas pastillas deriva en una de las escenas/secuencias más hilarantes que yo haya visto en muchos años, dura varios minutos y no deja de ser llamativo que semejantes carcajadas me las haya provocado el binomio Scorsese/DiCaprio y no otros cómicos especialistas del género.
Wellesford
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9
16 de diciembre de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tati consigue su película más depurada técnicamente. Hace un alarde prodigioso con su puesta en escena, utilizando planos generales y medios en los que interactúan un sinfín de personajes, por lo que resulta difícil en un sólo visionado captar la atención de los distintos gags que se suceden al mismo tiempo. Rebosa una imaginación sin límites en cada plano, no hay nada al azar.

Su humor, sutil, para nada desternillante, critica estupendamente lo absurdo de la sociedad modernizada. Aprovecha al máximo el sonido y elementos visuales en los que hace partícipes a los espectadores de la cinta. Tal vez contenga secuencias excesivas en su metraje, plagadas de personajes que deambulan en medio de la perpendicularidad de los edificios e interiores en los que se mueven, pero es irreprochable la maestría con la que el cineasta francés construye su obra.

Una película llena de detalles cómicos, gran heredera del cine mudo y un prodigio técnico en su arquitectura visual. Sus virtudes son inapreciables en una sola proyección.
Wellesford
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10
11 de septiembre de 2013
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stiller fue quizás el mejor cineasta escandinavo que apareció en los albores del cine, con el permiso de Sjöstrom y Dreyer.
En esta obra maestra llama la atención la fluidez con que se desarrolla todo el relato, dividido en cinco actos. Basándose en una novela de la premio Nobel Selma Lagerlöf, el director sueco construye un drama de tintes trágicos, aderezado de elementos oníricos para narrar una historia de crimen y amor fatalista.
Llama la atención el tratamiento que hace de la naturaleza, un entorno helado que influye en el carácter de los personajes, como un ente vivo que condiciona las conciencias y emociones que confluyen en la trama, aislando la acción en un limbo temporal (el barco salvador aprisionado en el hielo).
La puesta en escena es impecable, ofreciendo varias escenas de antología (sobretodo la última, el oscuro cortejo fúnebre contrastado en la nieve, emulada por Eisenstein años después en su Iván el Terrible); las sobreimpresiones, magníficas, para mostrar apariciones espectrales que surgen del subconsciente de la protagonista o ligeros travellings (al inicio en el pasillo de la cárcel donde se fugan los tres escoceses). Utiliza también el cambio de cromatismo: azules para los ambientes gélidos y nocturnos del exterior, tonos ocres para interiores o rojizos para situaciones violentas.
La película tiene mucho para analizar y disfrutar de gran cine, no en vano el mismo Carl Theodor Dreyer admitió haber sido influído por esta joya en su carrera como director. Creo que mi reseña es minúscula y poco aportará a los elogios que merece la obra de Stiller, así que sólo puedo recomendarla a todo aquél que sienta la cinefilia en las venas.
Wellesford
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