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España España · Barcelona
Críticas de JorgeRTadeo
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Críticas 76
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
22 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 25 aniversario de su estreno en cines norteamericanos es una estupenda excusa para echar la vista atrás y revisar 'Seven', segundo largometraje de David Fincher tras su discutida aportación a la saga Alien. El filme sentó cátedra dentro del subgénero del thriller de asesinos en serie, en el que proliferaron innuberables obras (cinematográficas y televisivas) cuya estética y mecánica narrativa eran obvias deudoras del thriller de Fincher.

'Seven' es un policiaco neoyorquino que pronto se aleja del icono de 'Sérpico' y el retrato de las entrañas de la gran urbe al estilo 'Taxi Driver' -a las que lanza ciertos guiños en sus primeras escenas- para adentrarse en un territorio igualmente pesimista y opresivo, pero en un sentido más oscuro. El filme nos sumerge directamente en una violenta crónica nihilista, corriente en la que el cineasta insistirá en su posterior 'El club de la lucha', adaptación de la novela de Chuck Palahniuk en la que Fincher repetiría con Brad Pitt.

Pitt interpreta aquí al agente Mills, que aterriza con entusiasmo en el departamento de homicidios de Nueva York para acompañar al veterano teniente Somerset (Morgan Freeman) durante sus últimos días de servicio, en la investigación de un misterioso crimen que apunta al seguimiento de un extraño ritual por parte de su autor. Pronto descubrirán que se encuentran ante un serial-killer cuyos asesinatos vienen inspirados por cada uno de los sieste pecados capitales.

La primera escena nos da una clara pista sobre el devenir de los acontecimientos, pues vemos en el solitario apartamento de Somerset un tablero de ajedrez con las figuras dispuestas, mientras el agente se prepara para afrontar una nueva jornada de un trabajo que ha ido consumiendo su estado anímico. No es el único recurso simbolista de un film en cuyo inicio priman los espacios reducidos y apenas cesa la lluvia, lo que contribuye a crear una sensación opresiva propia del laberinto sin salida en el que parecen deambular los personajes a lo largo del metraje.

'Largo y duro es el camino que desde la oscuridad nos lleva a la luz' es la frase que el psicópata deja en la escena del primer crimen, que resultará tristemente premonitoria. Serán las referencias a la Biblia, a 'La Divina Comedia' de Dante y a 'Los cuentos de Canterbury' las que arrojen luz sobre el enigma y ayuden a los policías a rehacer el retorcido rompecabezas moralista. Pero este viaje hacia la luz y los espacios abiertos que emprende la narración, no hará sino dejar al descubierto aún más sombras y podredumbre.

'Seven' supuso una absoluta revolución en el género policiaco norteamericano, ofreciendo una versión desmitificadora del cuerpo de policía ('demasiados cadáveres quedan sin vengar' dice Somerset durante el filme) y ejerciendo de título fundacional del mal llamado thriller psicológico, género en el que han proliferado demasiadas cintas que copian superficialmente la estética o la dinámica criminal de la película de Fincher, sin capturar ni remotamente su esencia: la de la angustia y la profunda tristeza de ese policía taciturno y hastiado de la violencia irracional que le rodea, que intenta en vano apartar a su novato compañero de caer en su mismo abismo.

Merece también análisis la forma de presentar el personaje del asesino. Como en la magistral 'Zodiac', quizá la auténtica obra cumbre de Fincher, el psicópata es durante la mayor parte de la historia un enigma, una sombra que se oculta tras una cámara o cuya silueta vemos invertida en el reflejo de un charco justo antes de perdonarle la vida al detecive Mills (no sin un motivo insidioso, claro está). De ahí su nombre, John Doe, que coincide con la denominación que se utiliza en Norteamérica para los cadáveres no identificados.

Cuando la identidad del tal Doe sale a relucir, paradójicamente las preguntas se multiplican: las respuestas llevan a más preguntas. Parecemos caminar hacia una resolución pero nos adentramos en el más oscuro callejón sin salida, en una auténtica encrucijada moral difícilmente resoluble. El dilatado clímax en el que los protagonistas conducen junto al detenido al encuentro del último de los cadáveres posee una arrebatadora tensión, y el pulso que le imprime el director a la última baza del gran guion de Andrew Kevin Walker, convierte los instantes finales en una escalada de angustia realmente lograda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JorgeRTadeo
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3
22 de octubre de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Estados Unidos, ni la ausente seguridad social ni la mayoría de los seguros privados cubren los costes de una enfermedad tan terrible como el cáncer. Sin embargo, poco importa esto si eres un personaje de John Green, un adolescente engreído y presuntuoso, que luce cigarro apagado en boca como aparente metáfora de vaya-usted-a-saber-qué, con la inmensa fortuna de tener una familia pudiente además de inexplicables contactos con una asociación benéfica que le paga a él y a su aún más enferma enamorada un viaje a Amsterdam para… conocer al autor de un libro de autoayuda! Algo que llama poderosamente la atención teniendo en cuenta que la historia se empeña en retratarlos como dos inteligencias privilegiadas de extrema sensibilidad, con la mejor ocurrencia siempre en la punta de la lengua y una actitud que quiere aparentar ser rebelde, pero resulta simplemente caprichosa y a menudo déspota con sus sufridos padres.

Solo una esforzada Laura Dern saca cierto partido al único personaje con el que uno puede sentir afinidad en este melodrama romantico protagonizado por dos autistas emocionales y pseudointelectuales que prefieren vivir en su poética nube de algodón a afrontar una realidad que no solo les destroza a ellos sino a su entorno, y que reciben su merecido en una potente escena en la que un Willem Dafoe convertido en sosías de Sallinger les canta las cuarenta y elimina cualquier atisbo de paternalismo disparando hacia la boba necesidad de condescendencia de sus seguidores, que no han de distar demasiado de los miles de fans de la novela de Green, adaptada aquí con presumible pleitesía por Josh Boone (135 minutos para un librito que no llega a las 300 páginas…)

Por desgracia -y tras pasajes tan surrealistas como la visita de la pareja al museo de Anna Frank como excusa para sacar de la chistera una risible analogía entre el Holocausto y el sufrimiento de la enfermedad- el tal Van Houten encarnado por Dafoe se redime retractandose de su verdad en pro del ternurismo de un desenlace que hace gala de un idealismo de lo mortífero que ríete tú de Tim Burton. Eso sí, sin una pizca de ironía y con mucha afectación y empalagoso lirismo que poco o nada tiene que ver con la enfermedad de la que habla este insulto a la inteligencia que tiene tanto de emotivo como uno de esos videos de bebés y perros que circulan en masa por youtube con los que ‘Bajo la misma estrella’ comparte sin duda público objetivo.
JorgeRTadeo
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6
22 de abril de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me considero un fundamentalista cuando de juzgar adaptaciones de novelas que he leído se trata, pero la traslación a la gran pantalla de ‘Nunca me abandones’ de Kazuo Ishiguro, me ha dolido especialmente. Me explico.

Mark Romanek logra una pulcra puesta en imágenes de este atípico melodrama de ciencia-ficción: una distopía acerca de los límites de la ciencia y el sentido de la existencia, disfrazada de triángulo amoroso y nostálgica historia de amistad juvenil. La historia está narrada en tonos grisaceos y con ritmo lánguido, apoyada en un bellísimo trabajo de fotografía de Adam Kimmel y una elegante banda sonora de Rachel Portman.

Pero el guión de Alex Garland es desapasionado y cojo. Para empezar convierte a su protagonista, Kathy H, en una joven apática y resignada a su suerte, cuando en la novela es un personaje inquieto, candoroso y con una extrema sensibilidad, algo que solo se intuye en alguna mirada de una Carey Mulligan que intenta darle vida y fuerza a un personaje mal descrito y peor desarrollado, cuyas motivaciones y su carácter están tan desdibujados como las relaciones que mantiene con Tommy (Andrew Garfield) y en especial con Ruth (Knightley).

Garland hace un erróneo -por extremadamente apresurado- resumen de los pasajes de infancia y adolescencia de los personajes. Se equivoca al pasar de puntillas sobre los aspectos psicológicos y sensibilidades que desarrollan los protagonistas en el internado de Hailsham y al ignorar la pulsión sexual en las Cottages -apenas sugerida en una escena- pues de este modo se despreocupa de 'humanizar' a los personajes (que es la idea primordial que subraya la obra de Ishiguro y que Garland solo alcanza a expresar en una poco sutil frase final en off, que curiosamente no está en la novela) y en ocasiones estos parecen, en efecto extirpados de candor o alma [nota en spoiler*] lo cual denota un grave error de concepto en la adaptación, al no captar, o no saber transmitir la esencia del relato y ensimismarse en el contexto de la historia y el pretexto argumental (para entendernos, sería comparable a adaptar “El guardián entre el centeno” como una mera historia de rebeldía juvenil o “El Quijote” como una comedia de aventuras…)

De este modo se reduce el impacto emocional del tercer acto: el ocaso de su existencia, que es lo que convierte en magnífica a la novela, resulta en la adaptación desdibujado y frío (imperdonable la gelidez de la escena en la casa de Madame Marie Claude) quedando la implicación del espectador en el devenir de estos jóvenes “especiales” demasiado limitada [nota en spoiler**]

Queda así una película que puede resultar interesante si uno ignora el material original, pero que palidece como una pobre fotocopia ante la novela, como si Alex Garland hubiese quedado prendado de su marco, ignorando el propio lienzo. Un resumen apresurado y desapasionado del torrente de sutiles emociones y hondas reflexiones a las que invita Kazuo Ishiguro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JorgeRTadeo
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8
3 de febrero de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Limbo, subconsciente, nivel de sueño, proyección, patada, totem, arquitecto... "¿has venido a matarme?"

¿Un sofisticado sinsentido o una obra maestra de la ciencia ficción? En cualquier caso una película que da que hablar, con un final de los que hacen época por controvertido y abierto. Y definitivamente una película cuando menos distinta. En un Hollywood de remakes, secuelas, y adaptaciones de literatura B, Christopher Nolan eleva el cine espectáculo a un nivel conceptual y una complejidad argumental casi inédita en el género en toda la década y se confirma como un cineasta de referencia en el cine actual.

Origen posee además una banda sonora magnífica y un acabado visual impecable, sin echar mano de una tecnología 3D cuya burbuja ha tardado bien poco en pinchar... Una apuesta arriesgada, innovadora y en mi opinión rotundamente ganadora.
JorgeRTadeo
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8
24 de octubre de 2010
35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas, especialmente en un género como el melodrama, en las que o bien uno entra de lleno y se deja empapar por sus emociones, o se queda al margen y aguanta como puede un chaparrón de sensibilidad que le resulta ajena. 'Héroes' de Pau Freixas es en ese sentido paradigmática.

Todo ese baño en nostalgia y sentimientos (ese valor que como ya he dicho otras veces, cotiza últimamente a la baja) que el filme ofrece sin disimulo, es tan arriesgado como legítimo. De la misma manera que en la reciente y magnífica 'La red social' David Fincher extirpa de raíz cualquier componente emocional, creo igualmente respetable que Freixas y Albert Espinosa opten aquí por disparar directos a la fibra sensible y al lacrimal del espectador, más aún cuando lo hacen con mayor pudor y elegancia de lo que se ha dicho por algunos mentideros.

'Héroes' no es contenida, ni lo pretende. Pero tampoco carga las tintas en exceso, no llega a ser cursi, ni afectada, ni a sonrojar con blandenguería modelo Nicholas Sparks, porque el guión es sensible, pero también hace gala de un sentido del humor extraordinario (confieso reírme mucho con un actor habitualmente tan serio como Alex Brendemühl, divertidísimo en su dulce duelo con una encantadora Eva Santolaria) y unos diálogos de conmovedora gracia a la que sin duda contribuye el gran acierto en la elección de unos jóvenes actores con desparpajo de sobra para dotar de vida a la entrañable pandilla protagonista.

Entre sus infravalorados activos ya he apuntado la sencillez y el encanto de su historia, una comicidad tan blanca como efectiva, la extrema sensibilidad de su guión y un reparto estupendo, a los que hay que sumar una ambientación y un ritmo envolventes, evocadores de un tiempo, un lugar y una manera de entender la vida en peligro de extinción no sólo para los adultos sino incluso para los que son niños hoy, pues 'Héroes' apela a la exaltación de la amistad y a una visión idealizada, casi mágica, de una infancia inocente a punto de colisionar con la cruda realidad adulta; la tierna historia de un verano tan caluroso como decisivo en las vidas de los personajes, como veremos en el epílogo, marcados para siempre por su recuerdo.

Uno ha de ser muy áspero para que la propuesta no le resulte cuando menos simpática, y en cuanto a sus limitaciones (los lugares comunes, la visión totalmente idealizada de los 80, el escaso peso de algunos secundarios o el discutible golpe de efecto dramático en el último tercio, que sin embargo da un agradecible giro a una historia que hasta entonces camina por senderos tan resultones como previsibles) son evidentes, pero unos ojos empapados en lágrimas durante los últimos minutos de metraje, proporcionan una perspectiva infinitamente más tolerante hacia ellas. Y es que ese loco invento llamado cine, a veces nos hace pensar, nos provoca, nos inquieta, nos reta, nos asusta, nos incomoda, o nos enseña. Y otras, sencillamente, nos emociona. Y a algunos eso nos gusta. Mucho.
JorgeRTadeo
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