El secuestro de una niña por parte de una pareja traumatizada por la pérdida de un hijo recién nacido y sus motivos aparentemente económicos es el disfraz para tratar la locura cotidiana de una madre frustrada y de un padre cohibido que asume el desequilibrio de su esposa con tal de contentarla. El plan del título es casi chabacano, nada sofisticado y resta credibilidad al resultado. El día a día del matrimonio, con el elemento alterador del hecho criminal, es modélico y extraño. Aunque lo verdaderamente perturbador es esa sesión final que se sumerge en el pozo delirante de una mujer profundamente herida.

Entre otras cosas porque contiene escenas tan potentes como el concierto en la catedral excelentemente resuelta en cuanto a sonido, montaje y emocion. O momentos tan tristes como Felicia escapando del bullicio que felicita a su pletórico marido. Las peripecias conyugales de una mujer fiel y un marido que no se siente atado interesan más o menos. Si algo queda claro es la quimica entre Mulligan y Cooper. Ella, que siempre me ha parecido mas bien normalita de talento, se come hasta las protesis de el. Su recorrido desde el entusiasmo, la tristeza, la enfermedad hasta otros avatares, es una interpretación de las mejores del año, de una madurez y contención prodigiosas.

Puede que esta (y la pandemia) sea la razón de la pérdida de fuelle taquillero de la saga: los héroes y los más íntegros son los mejicanos. Los norteamericanos se presentan como interesados y poderosos aunque terminen por arrimar el hombro; y la imagen final de un país en llamas frente a la tranquilidad que ofrece el país vecino del sur no es plato del gusto de todos.

Muy espaciadamente, más al final del metraje, se esparcen escenas de incomodidad y persecución de la raza judía y la presencia de nazis o colaboracionista. Con el tono general de observador exterior, momentos como la comida del restaurante o la irrupción de los enemigos en la tranquilidad de la vida escolar, elevan la emoción de "Adiós, muchachos", que alcanza su culmen con el conmovedor acto final en la que los alemanes se llevan detenido al padre de la congregación y a unos cuantos niños que escondían su origen hebreo.