"La Caída de los Dioses" narra el descenso a los infiernos de una gran familia alemana (los Essenbeck) poseedora de uno de los más poderosos Lobbies de siderurgia y metalurgia en los años 30, años convulsos y difíciles para Europa, con el auge y ensalzamiento del nacional socialismo con las SS y Hitler al frente.

Visconti desgrana poco a poco, sin prisas, y ahondando en la psicología de cada uno de los individuos que componen el núcleo duro de la empresa familiar, la ideología y el partido que deben tomar con el fin de subsistir en una época incierta y de esta forma contamos con rechazo abierto al nuevo status social del país (Herbert Thallman y su familia, el papel de su mujer es interpretado brevemente por una jovencita y guapísima Charlotte Rampling), el aprovechamiento de las oportunidades ante un vacío al frente de la empresa (el sucio y grosero oficial de las SA Konstantin Von Essenbeck, en contraposición de su hijo, el plácido estudiante Günther), las luchas de poder y maquinaciones en la sombra (Sophie y su pareja Frederick Bruckmann, interpretado por un notable Dirk Bogarde), la inconsciencia del poder heredado (Martin, hijo de Sophie y máximo accionista de la empresa) y la personificación del nuevo régimen con la figura del inquietante y amenazador oficial de las SS Aschenbach.

El estudio psicológico de los personajes es excelente y se crea un ambiente irreal, malsano y decadente, fiel reflejo de los tiempos que están por venir, aprovechando dicha situación para emitir una feroz crítica hacia los convencionalismos sociales del nazismo, así como al fanatismo y la subversión de la que fue víctima Alemania en la década de los 30.

Como puntos positivos podemos citar las interpretaciones, todas de gran nivel y la puesta en escena de los actores (no en vano, esta obra se ha estrenado en teatros de todo el mundo), destacando Dirk Bogarde (Frederick Bruckmann), Ingrid Thulin (Sophie Von Essenbeck) y Helmut Griem (como el ya nombrado maquiavélico Aschenbach). Un nombre a parte se merece Helmut Berger como Martin Von Essenbeck, uno de los grandes villanos de la historia del cine y el reflejo de una personalidad torturada y destrozada, un psicópata en potencia… con escenas memorables como su actuación como Drag imitando a Marlene Dietrich (en El Ángel Azul) que se convirtió inmediatamente en uno de los iconos universales del cine.

Como puntos negativos, podemos hablar de que el film adolece de cierta lentitud en su planteamiento y desarrollo, haciéndose tedioso en algún que otro momento; y sobre todo la visión desenfrenada que plasma Visconti en muchas de las situaciones y personajes a lo largo del metraje de la película: el aterrador Martin Von Essenbeck no tiene suficiente con ser amanerado y travestirse, además es pedófilo (viola a una niña judía) y tiene una incestuosa escena que a todas luces es desproporcionada, creo que existen otras vías para descalificar las actitudes de muchas de las personas que apoyaron al Nazismo, en esta ocasión el maestro se excedió. Al igual que excesivas son también la escena de la fiesta de las SA con militares y oficiales travestidos en una comunión homoerótica en la noche de los cuchillos largos (cuando se les masacra indiscriminadamente por parte de las SS para conseguir el poder total del país).

En resumen, "La Caída de los Dioses" es un atractivo estudio de personalidades que sirve como vehículo crítico hacia el Nazismo y cuenta con unos experimentos visuales y narrativos que se podrían calificar de extremos.

Muy recomendable pero difícil de ver, pese a todo es mejor tomársela como una gran ópera dramática clásica al más puro estilo de las obras de Shakespeare.

Adaptación de una de las más brutales biografías jamás publicadas sobre el mundo del rock, “The Dirt” nos hace partícipes de la historia de uno de los grupos más descerebrados y cañeros de toda la movida hard rockera 80’s y es que si de aquella hornada los “Guns & Roses” fueron los elegidos en heredar el manto de mejor grupo de rock del momento, los “Mötley Crüe” heredaron el “rock & roll way of life” que se resume en la tan manida triada de sexo, drogas y rock and roll.

La película tiene una más que correcta realización, es sumamente entretenida y a eso le debemos dar las gracias a Jeff Tremaine (fan confeso del grupo y uno de los hombres detrás de Jackass), la realización es pulcra y tiene un sentido narrativo muy ágil. Sin embargo, le debemos achacar que no existe una profundización en cada uno de los componentes del grupo (probablemente debido a un problema de duración) y es que apenas esbozamos pinceladas de sus personalidades, tan dispares como complementarias. El retrato de los Santos de Los Ángeles (como se autodenominaron en su último álbum) es canónico pero echo de menos ciertos matices de su personalidad, desde las inseguridades de Mars (debido a su enfermedad crónica), los momentos de ira y desfases de Tommy Lee en su peor etapa, la manipulación y falta de empatía de Sixx o los destellos de cock-rocker de Vince Neil (que es el personaje más poliédrico del cuarteto en el film, por otro lado).

El mayor defecto que le veo a la película es que no me la llego a creer, soy partícipe desde la distancia de todas sus fiestas y excesos varios, pero en los momentos más complicados de su trayectoria con muertes y conflictos internos de por medio, me quedo a medio gas, no se consigue crear momentos de tensión dramática. Y es un gran defecto ya que el libro “The Dirt” es una maravilla donde podemos encontrar puntos de vista totalmente contradictorios entre las diferentes opiniones de los miembros del grupo y nos acerca sin tapujos a los momentos más bajos de cada uno de ellos, algo que el film no consigue.

Además pese a que la versión fílmica contiene alguna de las más excesivas escenas sobre drogas que hayamos visto en pantalla en los últimos años, el libro detalla muchos momentos más que se quedarán grabados a fuego en tu memoria, da la sensación de que el libro es bastante más crudo que la película y que de hecho, la realidad debió superar con creces a lo que cuentan en el libro.

Otro pequeño defecto, que tiene más potencia en el libro, es el uso de los secundarios rockeros por excelencia y es que el libro está plagado de jugosas anécdotas con diversos personajes del mundillo mientras en el film solo contamos con un cameo de David Lee Roth de "Van Halen", una escena pasadísima de vueltas con el gran Ozzy y un protagonismo más pronunciado del pobre Razzle (en ningún momento se hace mención el nombre de su banda "Hanoi Rocks", uno de los grupos esenciales y menos conocidos del hard rock 80s).

Respecto a los actores, creo que hacen en general un buen papel todos y cada uno de ellos, especialmente Iwan Rheon como Mick Mars y la calidez que le otorga a Tommy Lee, Machine Gun Kelly. Daniel Webber está voluntarioso como Vince aunque desentona en los momentos dramáticos del personaje y Douglas Booth hace lo que puede con un personaje que tiene tantas caras como solos de bajo, no es mal resultado pero otro actor con más peso podría haberle sacado más jugo a Nikki Sixx.

En fin, como fan impertérrito del grupo he disfrutado como un cochino en un lodazal, además creo que la película funciona a nivel entretenimiento en Netflix y que puede abrir mercado entre los más jóvenes que decidan pinchar de nuevo algún temazo de “Mötley Crüe” y eso amigos, es siempre una buena noticia.

“La ley del talión” curiosa traducción del original (mucho más apropiado para variar) “The last wagon” nos brinda una historia de odios y venganzas, de miradas contenidas y de prejuicios pero sobre todo es una aventura a contrarreloj y un western de corte clásico muy entretenido.

Si contamos además con persecuciones, amores prohibidos y uno de los personajes más icónicos del gran Richard Widmark, Todd el Comanche, el espectáculo está garantizado; sumémosle unos exteriores impresionantes y la aparición de Felicia Farr (qué guapa era esta mujer) y la fluida dirección del artesano Delmer Daves y obtenemos un western más que recomendable.

Una pena que con el paso del tiempo haya quedado casi en el olvido aunque su final hace que se aleje de los puestos de honor del género.

Basada en la novela gráfica escrita por Santiago García y dibujada por Pepo Pérez y publicada por la editorial Atisberri, “El Vecino” es una aproximación patria al género superheróico sin perder nuestra esencia, y desde un punto de vista crítico, social, por momentos mordaz y con cierta retranca cínica, que supuso un soplo de aire fresco en el panorama del comic español.

El producto de Netflix cuenta con bastantes aciertos, a los mandos están Miguel Esteban y Raúl Navarro a quienes hay que tenerles muy presentes por colaborar con Ignatius para crear esa obra desopilante y totalmente inclasificable que es “El fin de la comedia”. Otro de los grandes aciertos es el elenco, partiendo de 2 protagonistas con tirón como Quim Gutiérrez (haciendo de Quim Gutiérrez) y Clara Lago (haciendo de Clara Lago) y un buen puñado de secundarios que le dan bastante profundidad a la serie, entre otros Adrián Pino (como el vecino opositor y cómplice de nuestro héroe) y Catalina Sopelana (nueva cara, por lo menos para mí, con un personaje que si bien aporta frescura llega a cansar por momentos), pero no nos podemos olvidar de otros que hacen que la serie tenga un enfoque coral que le sienta de maravilla como son Jorge Sanz (como padrino de nuestro héroe), Denis Gómez (robando escenas por doquier con un vecino yonki totalmente pasado de vueltas), Aníbal Gómez (la otra parte de Ojete Calor siempre es bien recibido a una fiesta) o Paula Malia (con un personaje al que dota de una mezcla de ternura, inocencia y tontuna).

Por aquí han pasado Nacho Vigalondo y Ernesto Sevilla a la dirección entre otros, no estamos hablando, por lo tanto, de novatos en esto de hacer comedia.

Pero si por algo me gustaría destacar a la producción es por cómo han sabido transmitir la esencia de barrio que la empapa y es que Las Águilas (barrio cerca del Paseo de Extremadura en Madrid) tiene una importancia capital para la historia y la ambientación, tanto en los pisos de señora de toda la vida como la vida cotidiana con sus tiendas y bares, son perfectas, en ese sentido creo que es lo mejor, de largo, de la serie.

Por contra, se adoctrina en varias facetas sociales en cada episodio, alguno de ellos desde el humor, otros sacando al espectador (por lo menos en mi caso) de la historia, la balanza humor-conciencia social, es muy difícil de calibrar y en esta ocasión no lo han logrado con mucho tino, pese a todo me parece un producto sencillo, sin muchas pretensiones, con un buen diseño de producción y actores que soportan la historia con solvencia, entretenimiento sin mayores complicaciones, en definitiva.

[ACTUALIZACIÓN TEMPORADA 2]

Parece que en la segunda temporada se han acrecentado todas las debilidades de la serie, donde antes se veía una frescura "amateurista" bastante bien digerida, ahora parece un clon de esas caspo-series que todos tenemos en mente (me ahorraré comentarios para no herir susceptibilidades).

Tiene puntazos como todo lo relacionado con Fran Perea o el gran (en más de un sentido) Javier Botet haciendo de Tucker (un trasunto manchego del clásico antihéroe al estilo Cass-Sobrenatural o Constantine) y el final que desarrollaré algo más en spoiler.

Sin embargo, hay escenas tremendamente forzadas como esa obsesión que tiene Netflix con hacer a sus personajes homosexuales o la diatriba antitaurina que recorre la serie en varios capítulos.

Ah, y siempre hace falta más tiempo en pantalla de Perruedines!

Tengo que comenzar diciendo que Sergio Leone ha sido siempre uno de mis directores fetiches (y de quién no, si Tarantino lo idolatra en un podio por algo será). Desde bien pequeño he visitado recurrentemente su trilogía del dólar, como tantos niños alentado por los gustos de su padre y abuelo, disfrutando esas calurosas tardes de verano en cualquier pueblo perdido de la mano de Dios.

Poco a poco te vas enganchando a esta maravillosa adicción llamada cine y descubres que oye, tiene otras películas (que no solo de Eastwood vive el hombre) y qué cosas tiene la vida, son peliculones, auténticas maravillas… peeeero no son muchas y decides que vas a desgranarlas poquito a poco, sin prisas que las cosas buenas tienen que llevar su tiempo.

Y un día te descubres esquivando el visionado de para el gusto generalizado (crítica y público va n de la mano en una de esas ocasiones tan atípicas) es su auténtica obra maestra, la película por la que será recordado ad eternum (más allá de su icónica aportación con la trilogía ya mencionada).

Y llega el momento, te sientas en tu sillón favorito y decides que ya vale, que ya va siendo la hora, que quizá se lo debas al bueno de Sergio y aunque con el miedo en el cuerpo: ¿cumplirá las expectativas? ¿un “spaguetti” marca Leone sin Eastwood tiene tanto potencial?, decides que es el momento de cerrar el ciclo.

Y el resto os lo podéis imaginar, aún tengo un escalofrío de recordar su banda sonora (histórica, de las mejores de Morricone), mantengo en mi retina la fría y despiadada mirada de Henry Fonda, en una de sus mejores interpretaciones curiosamente como villano, en las antípodas del regio vaquero de las pelis de Ford. Me enamoro de la Cardinale espectacular como pocas veces se ha visto en pantalla demostrando que las mujeres de Leone tienen más bemoles que muchos personajes macho-alfa de cualquier otro director… Mención especial para el dúo de pícaros formado por Robards y Bronson, a quien su pétrea expresión esculpida a golpe de mazazo y cincel no le puede venir mejor al misterioso personaje Harmónica, hecho a la medida de Clint Eastwood para que nos vamos a engañar, pero a quien no se le echa en falta para nada.

OBRA MAESTRA sí, en mayúsculas.