Desde luego si tu cine preferido es ese donde en cada escena arden siete coches y se estrellan varios helicópteros, mejor no entres a ver esta película. Aquí pasar, pasar, no pasa nada. Los personajes tardan diez minutos en comer un pastelito a pequeñísimos bocados, y los diálogos son escasos y monosilábicos o casi. Pero, en cambio, si te gustan las películas donde lo importante es la vida interior, donde al espectador se le obligue a poner de su parte, donde uno sale del cine y es entonces cuando empieza a saborear la película; en ese caso, sí te recomiendo entrar a ver "An". Hasta el título tiene corto, y mucho mejor que es convencional que le han puesto en español. Y aprovecho para decir que lo que menos me ha gustado es que la película la proyecten doblada al castellano, porque suena falso y se echa de menos el peculiar sonido y entonación del japonés. La película cuenta poco. Los personajes tienen una vida anterior que condiciona su presente. Son tres personas, de diferente edad y situación vital, las que coinciden en el limitado espacio de una pastelería que es más bien quiosco, bajo las protectoras ramas de un gran cerezo, cuya floración marca el paso del tiempo. La moraleja es que es posible la comunicación entre las personas, que cualquiera de ellas puede enseñarnos algo importante. Se reivindica la importancia de las cosas pequeñas, el amor a la tarea bien hecha, la fe en la vida a pesar del sufrimiento. Todo eso y más. Ideal para practicantes del yoga y la meditación.

Aunque pueda parecer extraño, nunca había visto esta película, siendo tan conocida, aunque muchas veces la había tenido in mente. Ha sido preparando un viaje a Roma cuando me he puesto por fin frente a la pantalla. No me ha decepcionado en absoluto esta historia de la Cenicienta al revés, sino al contrario me ha fascinado más aún de lo que esperaba. Y eso que no era yo hasta el momento un admirador de la legendaria elegancia, serenidad y clase de Audrey. Me había gustado en "My fair lady", pero no me había llegado a creer nunca su personaje en "Desayuno con diamantes". La consideraba una actriz fría y hasta un poco estirada. Pero el hecho es que en esta ocasión he caído sin remisión en la redes de su encanto. La historia de esa princesa encerrada en su jaula de oro y sus correrías por esa Roma de posguerra -tan parecida en algunos aspectos a la España de los años 60- está contada con tal delicadeza y sentido del ritmo, que no deja al espectador ni un momento de respiro y menos aún de aburrimiento. La expresividad de esa chiquilla, de aspecto más aniñado aún que los pocos años que tenía, es impresionante. El contrapunto lo da el siempre seguro Gregory Peck, con esa sobriedad de gestos y el poderío físico de sus anchos hombros. Hay de todo en esta cinta. Primero ese paseo por Roma que se anuncia ya en el título, lo que en la época no dejaba de ser novedad, pues hasta entonces se rodaba todo en estudio. Hay luego comedia romántica, hay sentido del humor, hay cierto grado de suspense y no falta la persecución policial y hasta una pelea a puñetazos. El producto lo tiene todo para entretener a una familia en un cine de domingo. Y sin más escenas de cama que un traslado de la bella durmiente en brazos del hombretón, vestidos ambos y él con traje y corbata, que tiene más erotismo que las 9 semanas y media y las 50 sombras juntas. Y es que este cine está hecho de sugerencias, y pensando en un público cómplice.

He visto la película al enterarme de que el guión era de Cormac McCarthy y no me ha decepcionado. Es verdad que el ritmo es lento, que cada escena lleva su tiempo, que tiene diálogos largos y que uno llega a la mitad del largo metraje y aún no se ha empezado a desarrollar la historia. Sin embargo el autor consigue transmitirnos el horror del mal en toda su profundidad. Y lo hace sin grandes alaracas, sin tediosas carreras de coches, sin bombazos ni explosiones espectaculares, que aburren y rebajan la profundidad de lo narrado. Es verdad que la cinta puede desesperar a los habituales del género, que entran a ver una peli de tiros y se encuentran con mafiosos que recitan a Machado, pero ahí está la gracia. Yo creo que se nota mucho la filosofía de McCarthy, esa manera de transmitir la vida y la muerte en toda su crudeza. Las pocas escenas de violencia tienen un verismo que estremece, quizás también porque se salen del tono de la narración. Otras veces, lo que no se ve es más terrible aún, como cuento en el spoiler. En cuanto a interpretaciones, destaca la eficacia de Fassbender, sobre las muecas exageradas de Bardem en otro de sus personajes característicos. Penélope pone su belleza y poco más y Cameron Díaz está convincente en su papel de mala.

Una película que no deja un momento de respiro. Nada más empezar hay una persecución tan trepidante que tiene todas las trazas de un final de película. Aún así el interés no decae hasta un final sorprendente. La puesta en escena es una mezcla entre cutrerío y alta tecnología que nos habla de un futuro próximo donde las diferencias sociales siguen siendo patentes. Quedan lejos aquellas películas futuristas en que el mundo era un lugar limpio lleno de gente con trajes espaciales. La historia, basada en una novela de Philip K. Dick, plantea un dilema moral que hace pensar. Tom Cruise está muy bien en su papel de policía musculoso por fuera y blandito por dentro. Una buena experiencia para una tarde de sábado sentado en el sofá. Resiste más de un visionado.

Brandon lo tiene todo: es joven, guapo y con cuerpo danone. Además tiene un buen trabajo y piso propio. Sin embargo no es feliz. ¿Por qué? Porque tiene una obsesión con el sexo de mucho cuidado. Este es el arranque y el nudo y el desenlace. Eso sí, la cosa está muy bien contada. Asistimos a la soledad del protagonista y a su intento por liberarse de su adicción y entablar una relación normal. Luego está su hermana, una joven tan perdida como él que le pide una ayuda que no sabe prestarle. La película es angustiosa y claustrofóbica. Me recuerda en algo "La pianista", de Haneke, aunque bastane menos efectista y mucho más contenida. Aquí no conocemos apenas nada de los personajes. Sólo hay una alusión a su origen irlandés, lo que puede ponernos en la pista de una educación católica tradicional, donde podría estar el origen del problema. Buenas interpretaciones de los actores. Fotografía y ambientación muy cuidadas.