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España España · Zaragoza
Críticas de Juan Solo
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Críticas 267
Críticas ordenadas por utilidad
10
23 de marzo de 2010
51 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a que antes de morir en noviembre de 1995 todavía le quedaría tiempo para rodar otros tres títulos más a lo largo de la década siguiente, la divertida y buñueliana Milou en mayo y las maravillosas Herida y Vania en la calle 42, el francés Louis Malle nos había presentado ya en 1.987 el que en verdad ha de ser considerado su auténtico testamento cinematográfico.

A los 55 años y con una sólida y reconocida carrera profesional a sus espaldas, el maestro de la nouvelle vague se atreve a saldar por fin cuentas con su pasado rodando la película que siempre había querido rodar y para la que llevaba preparándose psicológicamente más de media vida.

En esta sutil y delicada obra maestra Malle lleva a la pantalla uno de los recuerdos que más marcaron su infancia y posterior existencia, un recuerdo traumático y doloroso que nos traslada a una fría mañana de enero de 1944 en el patio del Pequeño Colegio del Carmen, un internado católico al sur de París cerca de Fontenebleau en el que el futuro cineasta cursaba estudios. Un recuerdo que persiguió a Malle hasta el final de sus días.

Es la propia voz del realizador la encargada de cerrar el film para ratificarlo. “Han pasado – confiesa- más de 40 años [de aquello] pero hasta el día de mi muerte, yo recordaré cada segundo de esa mañana de enero”.

Julien Quentin, alter ego de Malle en el film, es un chaval de 12 años, segundo de los hijos de una familia parisina de clase media alta y posición acomodada. Estamos en octubre de 1943 y los alemanes siguen campando a las anchas por las calles de la capital; aunque todo indica que falta poco para que se marchen, la situación amenaza con recudrecerse, por lo que los Quentin deciden envíar a sus hijos a estudiar a un internado religioso a las afueras de la ciudad.

A poco de iniciarse las clases llega al centro un nuevo alumno llamado Jean Bonnet, un muchacho avispado e inteligente de orígen judío que enseguida capta la atención de Julien. Los dos chicos traban desde el primer momento una bonita amistad que se cimentará en los meses siguientes a través de juegos, lecturas, conversaciones…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Solo
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6
18 de noviembre de 2014
48 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
No parece muy casual que el primer rostro que aparece al abrirse este "Matar al mensajero" sea el de Richard Nixon al que vemos en una imagen de archivo dirigiéndose a la nación durante un discurso televisivo. Desde su inicio, la película de Michael Cuesta apunta alto, a Alan J Pakula y a "All the president´s men" nada menos, uno de los grandes referentes del género en el que se inscribe. Tampoco es extraño que posteriormente nos topemos entre su reparto con el británico Michael Sheen, quien diera vida en su día al mediático Martin Frost y acorralara con sus insidiosas preguntas al mencionado gobernante en "El desafio", aquel estupendo trabajo servido por Ron Howard hace ya algunos años.


En "Matar al mensajero" asistimos al enésimo desafío que mantiene el llamado cuarto poder contra el primero de todos, ese otro que casi no se ve. El film se centra en la historia de Gary Webb, periodista del modesto San José Mercury News quien a mediados de los noventa destapó las oscuras conexiones existentes entre la C.I.A y el mundo de las drogas. Casi por casualidad, Webb descubrió cómo durante la década anterior la todopoderosa agencia norteamericana había llegado a financiar a la Contra nicaragüense gracias al dinero del narcotráfico. El argumento, desarrollo y desenlace de la historia, David frente a Goliath una vez más, no resultan novedosos pero sí acaban siendo tremendamente atractivos como casi siempre.

Con un ritmo trepidante y ágil – y con una rumbosa Paz Vega que hace saltar chirivitas de los ojos de nuestro protagonista, un creíble en todo momento Jeremy Renner- Michael Cuesta logra enganchar al espectador desde el minuto uno. La película se sigue con interés durante su primer tercio en el cual vemos poco a poco desenredarse toda la madeja de intereses y corruptelas. Hay aromas de thriller setentero del bueno. El pulso se relaja de manera considerable en el tramo posterior, justo cuando el film se centra en la intrahistoria del personaje principal, con su particular e inevitable descenso a los infiernos, y en relatarnos la bajada de pantalones de sus superiores ante las también inevitables presiones por parte de quienes están todavía más arriba.

No se sabe si Michael Cuesta ha sentido el mismo miedo escénico que en su día sintió el propio Webb y ha decidido aflojar el pistón y no ir más allá de manera voluntaria. O se ha dejado arrastrar por el tono televisivo y melodramático de su conspiranoica criatura "Homeland" – no la sigo, y por tanto no puedo opinar al respecto. El caso es que llegado un momento, o no ha querido seguir tirando del hilo, o simplemente es que el hilo se le ha roto. Y como entretenimiento su película al final resulta un producto muy válido y muy digno, pero… Tal vez estábamos ante una película destinada a jugar en las grandes ligas, pero…
Juan Solo
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3
6 de febrero de 2022
103 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conforme con estar en el Olimpo del Hollywood actual y ser considerado una de sus grandes superestrellas, Will Smith parece desde hace años obsesionado con la idea de ganar un Oscar. Su Oscar. “El método Williams” sería la última intentona del actor – puede que sea la definitiva esta vez- por hacerse con la dorada estatuilla por fin. Y es que en el fondo la película de Reynaldo Marcus Green no es más que precisamente eso; lo que se conoce como un vehículo - prefabricado -de lucimiento personal, un traje a medida. Que el cómico consiga o no al final el reconocimiento de la Academia es casi lo de menos, porque a la película se le ven las intenciones y las costuras desde el principio.

Y es que Smith ya ha intentado anteriormente ese reconocimiento académico a través de historias de superación personal ambientadas en el mundo del deporte (“Ali”) o dando vida a abnegados padres coraje (“En busca de la felicidad”). Su papel de Richard Williams en el film que nos ocupa se antoja el ideal, algo así como la tormenta perfecta.

Y no es que Will lo haga mal. De hecho, lo hace bien, tiene carisma para dar y tomar. No es suficiente para un biopic convencional y mediocre que abusa de su presencia de forma bastante descarada y que parece errar desde el principio en el foco. El metraje es además insufriblemente largo y buena parte de él transcurre entre arenga y arenga paterno-filial (que seréis las mejores, que ganaréis no sé cuántas veces Wimbledon y esas cosas) esforzándose en repetir machaconamente las supuestas bondades del método de marras. Nadie es capaz de toserle a Smith ni cuestionar la infalibilidad de su plan quasi divino en una película lastrada por una realización plana y torpe que pasa de puntillas por cuestiones que quizá hubiesen merecido una mayor atención, como las relativas a los temas raciales por ejemplo, en las que se acaba tirando demasiado de cliché.

Quizá hubiese sido más interesante contar esta historia desde el punto de vista de Venus y Serena, las verdaderas protagonistas, de cómo lograron triunfar A PESAR DE un padre manipulador y tóxico. Sus responsables no hubiesen tenido más que mirarse en el espejo de la reciente y superior "Yo, Tonia". Tal vez esa hubiese sido la óptica adecuada, no desde luego la de un personaje con demasiadas aristas sin pulir, con más sombras que luces aunque alguien pueda llevarse a engaño a tenor de lo visto; en definitiva, un tipo insoportable y odioso, pero sólo lo justito, que, eh, soy Will Smith y tengo una reputación que mantener.
Juan Solo
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2
27 de septiembre de 2013
59 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece mentira que hasta el momento a nadie se le hubiese ocurrido esto. Lo de recurrir a la victoria española en el campeonato mundial de fútbol de Sudafrica como fondo, mcguffin o excusa para una película, digo. La anécdota era lo suficientemente jugosa y ofrecía muchas posibilidades para hacer cine y de paso radiografiar una sociedad y un pueblo, el español, quijote y cainita como pocos.

La cosa prometía y ofrecía ciertos visos de garantía en manos de un director que como Sánchez Arévalo había dado en el pasado sobradas muestras de eficacia. Lamentablemente en mi opinión las expectativas no se han cumplido.

Cursi a ratos, solemne cuando quizá no deba, afectada siempre. Da la impresión de que todo está desaprovechado en esta película que como digo daba a priori para mucho más. Situaciones ridículas, diálogos que parecen haber sido escritos por alumnos de la ESO (¿de verdad es necesario caer tan bajo para reflejar la inmadurez de los personajes?) Con todo, lo más grave en una obra coral y berlanguiana como ésta es el desperdicio de un reparto en el que hasta el grandísimo De la Torre parece estar en offside. Veronica Echegui se empeña en acercarse demasiado a los registros de Penélope Cruz, ignorando tal vez que cuando se lo propone le da ciento y raya a la de Alcobendas. Sólo la ternura que es capaz de imprimir a su personaje Roberto Alamo salva los muebles. Y lo que es definitivamente de escándalo es desperdiciar un talento y una vis cómica como la de Raúl Arévalo. Su cameo es tan breve que resulta difícil determinar si lo suyo ha sido o no un homenaje a “El guateque” de Blake Edwards.

Sinceramente, Dani, creo que estás capacitado para mucho más que esto. Lamento haber sido en esta ocasión “negatifo” en vez de “positifo”. A la próxima, te quedas en el banquillo.
Juan Solo
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8
21 de enero de 2014
42 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas me reencontré con un viejo amigo al que hacía tiempo no veía. Lo último que sabía de él era que se estaba separando de su mujer y lo estaba pasando muy mal el pobre. Ahora, lo encontré más animado; había superado aquella fase y estaba en esa otra en la que se permitía ya el lujo de relativizar sobre el tema e incluso hacía alguna broma al respecto. Había vuelto a salir con amigos de antes- por supuesto me ofrecí a estar ahí y prometimos llamarnos- y se planteaba rehacer su vida a medio plazo con una nueva pareja. Me comentó lo dura que le resultaba la idea de volver a “salir al mercado”, la segunda vuelta lo llamó él, con cuarenta y tantos años ya y las mochilas bien cargadas. Viendo ayer “Enough said” me acordé de mi amigo y de nuestra conversación, y tal vez por ello la película me llegó muy hondo. Y mira que a mí las comedias románticas con sello indie casi nunca me suelen llegar tanto.

Quizá me dejé llevar también emocionalmente por la presencia al frente del reparto de la película de James Gandolfini en su último papel delante de las cámaras poco antes de dejarnos. Quiero pensar que no fue así, creo definitivamente que no fue así. Detrás de “Enough said” hay mucho más; hay una historia, sencilla, pequeña, pero creíble y bien contada. Hay también unos personajes bien trazados a quienes dan vida unos actores en permanente estado de gracia . No solo está Gandolfini, alejado de los registros de su carismático Tony Soprano; está también Julia Louis – Dreyfus con la que el anterior tiene una química perfecta y dos secundarias de lujo como Catherine Keener o la maravillosa Toni Collete. Hay por último unos diálogos brillantes dentro de un sólido guión en el que, en clara contradicción con el título del film, no sobra ni una coma.

En “Enough said” se nos cuenta una historia de segundas vueltas que diría mi amigo. Sus protagonistas dudan constantemente, han tropezado ya una vez y sienten el vértigo que inevitablemente se ha de sentir al volver a levantarse. No entienden tampoco lo de que donde hubo fuego hay cenizas, y se hacen cruces de cómo un día pudo hacerles reír alguien por quien hoy sóolo sienten indiferencia cuando no directamente rechazo. Personajes en definitiva de carne y hueso con quienes todos podemos sentirnos identificados. Es de agradecer que la directora de la película haya huido de esos aspavientos y esas poses tan características del llamado cine “indie”. La próxima vez que vea a mi amigo se la recomendaré.
Juan Solo
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