Se ha podido ver estos días en el Atlántida Film Fest esta interesante película checa, que mediante una narrativa quizá excesivamente sobria, incluso fría, retrata una personalidad psicopática y asocial, la de un personaje real, una chica joven, que en el año 1973, en Praga, asesinó a sangre fría a varios viandantes atropellándolos con el camión que conducía.

La película se centra en la psicología esquizofrénica del personaje, víctima del rechazo de los que le rodean, y muestra sus difíciles relaciones familiares, laborales y sexuales -con chicas de su edad-, usando en ocasiones el texto de las cartas reales que la propia Olga redactó en los días previos a su crimen.

Destaca por sus bien compuestas imágenes, con el uso de una fotografía en blanco y negro y una ambientación de la época dignas de mención. Algo gafapastilla para mi gusto en su manera de estar contada, pero interesante en cualquier caso.

Aunque se trate de una producción noruega, esta curiosa película, que forma parte de la programación del Atlántida Film Fest, cuenta una historia localizada en la Macedonia rural, donde un entregado profesor que lucha por conservar su puesto de trabajo, se empeña con vehemencia en evitar los prejuicios étnicos entre sus alumnos, un grupo de niños de distintas procedencias.

A lo largo de una jornada escolar que se prolonga hasta entrada la noche, encerrados entre los límites del colegio (en curiosa coincidencia con la mítica y ochentera película de John Hughes), el idealista profesor protagonista hará todo lo posible (mediante juegos, debates y desafíos) para que sus virulentos alumnos aprendan a convivir y respetarse entre ellos, más allá de diferencias étnicas, socioculturales o de clase.

No me convence un detalle importante en el tramo final, relacionado con la reacción del alumnado, pero asumo que se debe entender eso como parte de la intención alegórica del autor. Al fin y al cabo ese microcosmos escolar no deja de reproducir el ambiente, a este respecto, que se vive a nivel nacional en numerosas partes de los Balcanes.

Existe una molesta tendencia en cierto cine de autor contemporáneo en considerar que transmites mejor el drama, sufrimiento y/o vicisitudes de un personaje si reiteras situaciones constantemente y lo filmas -generalmente cámara al hombro y de espaldas, al estilo dardenniano- en larguísimos planos en los que camina o hace cosas cotidianas y anodinas, sin el más mínimo sentido de la elipsis ni la síntesis, algo imprescindible en el ritmo adecuado de una película.

Este es el principal problema de esta dura y desmoralizante película búlgara (que se puede ver este mes en el Atlántida Film Fest de Filmin), pero no es el único: la realización es feísta en muchos momentos, con esa molesta cámara nerviosa en los momentos "movidos", y planos excesivamente oscuros en los interiores; la trama es en la mayor parte del metraje repetitiva y anodina y tiene propensión al tremendismo, porque aunque la situación del joven protagonista (potente en su papel, esto sí que es un acierto) sea desesperada y deprimente, hay situaciones que parecen haberse querido mostrar con exageración o efectismo; y también hay alguna importante incoherencia en el personaje con lo que sucede en relación con el hombre mayor que se encuentra en el camino y -posteriormente- con el compañero yonki.

Por tanto, aunque en la parte final la trama mejore y genere algo más de interés (el taller de costura, la decisión del "amigo"...) y deje por ello mejores sensaciones, el conjunto de este 'Hristo' resulta plúmbeo y decepcionante.

Siguiendo con mi personal Atlántida Film Fest, una de las mejores obras que he visto en el mismo hasta el momento es este tan interesante como potente drama familiar, proveniente de una cinematografía tan desconocida y poco exhibida como la letona. Y es ya mi favorita de entre las que he visto de este país.

Un drama que afecta a dos hermanos: una chica en el final de su adolescencia y un chico en el inicio de la misma, que tras ser abandonados por su madre, y quedando a cargo de su... digamos... poco "nietófila" abuela, deciden guardar las apariencias cuando ésta muere, con la consiguiente degeneración de su calidad de vida y la progresiva disminución de sus recursos.

Localizada en el medio rural letón (los protagonistas viven en una cabaña en el campo, aislados de casi todo y rodeados de bosque), se beneficia gracias a ello de un atractivo aspecto visual. Una recomendable propuesta.

Desde el Festival de Cine de Gijón:

El cine francés tiene siempre una importante (y merecida) presencia en el certamen gijonés. Este año, la representante de la cinematografía más potente de Europa es una opera prima, 'Je suis un soldat', que ha destacado en el concurso con su retrato de una joven que se ve forzada, dada su mala situación económica a aceptar el trabajo en la perrera que regenta su tío, donde pronto descubrirá que no es si no la tapadera de actividades ilegales en torno al tráfico de animales.

La naturalidad en los diálogos y en la manera en que se expone el retrato familiar del personaje principal, y la buena labor del reparto, destacando la protagonista, Louise Bourgoin y Jean Hugues Anglade (serios candidatos a los premios de interpretación), son algunos de los valores de esta bien contada e interesante obra, cuyo director, presente en la ciudad, ha destacado antes con dos premiados cortometrajes.