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España España · Madrid
Voto de loganxxx:
10
Romance. Drama. Ciencia ficción Un hombre (Hugh Jackman) realiza dos viajes: uno al pasado, a la España del siglo XVI, y otro al futuro, al siglo XXVI. Su objetivo es salvar la vida de su esposa enferma de cáncer, pero para ello tendrá que encontrar el legendario árbol de la vida cuya savia proporciona la inmortalidad. (FILMAFFINITY)
27 de abril de 2007
260 de 344 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los tiempos que vivimos no son buenos para el arte. El bombardeo promocional que precede al estreno de cualquier película no sólo es perjudicial en la mayoría de los caso, sino nocivo, en casos como el que nos ocupa. La promoción que se ha hecho de “La fuente de la vida” es completamente engañosa, falsa y manipuladora; y la sinopsis que han distribuido los medios es completamente subjetiva, dado que es una película completamente abierta a la interpretación y que busca más pulsar el resorte de las emociones que el de la razón.

De ahí que mucho público salga frustrado del cine al tratar de entender la película ajustándose a esas premisas, que son, en mi opinión, erróneas. Desde mi punto de vista no hay ningún viaje en el tiempo ni tres momentos temporales, como insisten en repetir los resúmenes del argumento. Sólo hay una realidad, un deseo de cómo hubieran podido ser las cosas en un remoto pasado y una imagen del subconsciente de un hombre enamorado. Pero no tiene por qué ser así: hay tantas lecturas de esta película como espectadores la vean.

“La fuente de la vida” es cine en estado puro, su potencia visual es tan deslumbrante y abrumadora que se resiste a cualquier tipo de análisis racional. Aronofsky ha trascendido las fronteras del cine y se ha adentrado en terrenos más propios de la poesía y el arte del subconsciente.

La interpretación de los dos protagonistas (inconmensurables Jackman y Weisz) convierte la cinta en un espectáculo emocional soberbio que dinamita las percepciones de una forma casi hipnótica; la experiencia está más cercana a la lectura de un poema o la contemplación de un cuadro que a una película, lo cual es de agradecer dada la vulgaridad formal que tan habitualmente inunda las pantallas de nuestros cines. Es una película para el corazón, no para la mente. Para disfrutarla como se disfruta al contemplar un amanecer. Simplemente sublime.

Por eso, los que creemos en el poder del arte cinematográfico como motor para expresar lo inexpresable tenemos la certeza de que, pese a las malas críticas recibidas, “La fuente de la vida” acabará convirtiéndose en un clásico, como muchas otras películas despreciadas por crítica y público en el momento de su estreno, y a las cuales el tiempo ha otorgado su justo y merecidísimo valor. Afortunadamente, la película no está siendo despreciada en masa, y un sector de la audiencia está juzgándola en su justa medida. Ojalá hubiera muchos directores como Aronofsky, de verdad. El anquilosado, vulgarizado y comercializado Séptimo Arte lo necesita con urgencia.
loganxxx
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