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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
8
Comedia. Drama Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. ... [+]
23 de enero de 2014
89 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El lobo de Wall Street” supone un nuevo golpe al sueño americano a la manera de Martin Scorsese. Tal vez, el definitivo. Nadie, ni siquiera Orson Welles lo supo, conoce el momento preciso en el que ese famoso sueño americano deja de serlo para convertirse en pesadilla, en una espiral perversa y diabólica que te acaba devorando las entrañas. Un hombre decide de repente que sus ambiciones están por encima del bien común. Entonces sus ambiciones se convierten en codicia, pero como resulta que es más listo que los demás se vale de la codicia de los otros para avanzar en el casillero. Dinero llama a dinero y el vil metal termina siendo la droga más dura, con un poder más letal que el de todas las pastillas del mundo juntas que provoca que te olvides de lo que un día fueron tus principios.

Así, sobre la base de la codicia, la propia y la ajena, se han generado todas las crisis que ha habido desde que el mundo es mundo. Martin Scorsese explora en las causas y los efectos de ésta que nos toca sufrir en la actualidad. Ojo sin moralina ni juicios paralelos. Esa tarea corresponde al espectador finalmente. Jordan Belfort es un arquetipo demasiado reconocible, uno de tantos fulanos que han provocado la quiebra del sistema. Marty nos presenta su historia con el envoltorio de una gran farsa y una sátira (cualquier otro envoltorio hubiese resultado equivocado). Durante la película lo pasamos bien y nos reímos pero no se sabe muy bien de qué. Nos reímos con las mismas cosas que nos indignan cuando las leemos en los periódicos o las vemos en televisión. Scorsese, viejo zorro, se las apaña para hacernos creer que la cosa no va con nosotros. Y sí que va, y muy en serio además.

Es un juego demasiado perverso. Los gansters scorsesianos de antaño son más reales, porque somos nosotros las víctimas directas de sus chantajes. Es triste también pensar que todo este desaguisado tuviese su origen en una oficina perdida en medio de la nada poblada de semianalfabetos que no tenían ni idea de números ni de contabilidad. Toda una declaración de principios. La sensación incómoda que te queda después de ver la película se resume muy bien en esa escena que casi cierra el film con un pensativo Kyle Chandler volviendo a su casa en metro y que retrotrae a su vez a esa otra secuencia magnífica que se ha desarrollado minutos antes en el yate del personaje de DiCaprio.

Es un trabajo el de Scorsese al que se le pueden poner pocos peros. La película dura tres horas y no se te hace larga, porque si alguien sabe de ritmo en el cine actual esos no son otros que Marty y Thelma Schoonmaker. Aquí lo vuelven a marcar con esos tics ya marca de la casa como esa voz en off tan característica en las películas del director acompañando las elipsis. El exceso tiene su razón de ser en una película que busca dejarte al borde de la extenuación.

Finalmente sería injusto pasar por alto el capítulo interpretativo. Sorprende Jonah Hill apropiándose de registros de su época con Apatow para seguir madurando como actor. Pero ante quien realmente hay que descubrirse es ante Leonardo DiCaprio con un trabajo superlativo en el que se vacía física y emocionalmente. Genial la escena que empieza en un porche con unas escaleras y acaba en una cocina. Da mucha risa. Toda la película da mucha risa. Pero no tiene ni puta gracia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Solo
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