Tropic Thunder demuestra que en tiempos de crisis mundial de todo tipo (sí, el arte y la cultura no iban a ser menos), la comedia es el género más en forma en el cine norteamericano. Y Ben Stiller por fin atestigua con creces (para convencer a los más escépticos) de que es uno de los líderes de esta nueva época dorada de la comedia hollywoodiense.

Tenemos por un lado a los más sofisticados, relamidos y autoconscientes de autoría en el género: Alexander Payne, Wes Anderson o Jared Hess, entre otros.

Aparecen esos productores-artesanos prolíficos en el género que realzan el porte clásico sin dejar de lado las bufonadas y lo grosso, comandados por Judd Apatow y toda su tropa que igual se apuntan a un roto que a un descosido: Jason Siegel, Seth Rogen, Paul Rudd o Bill Hader son capaces de interpretar, escribir, dirigir o producir con todo el sentido del mundo.

Siguen en buena forma los pioneros de este realumbramiento de la comedia: los Farrelly, Harold Ramis o Bill Murray .
En medio de todo ello, se encuentra el ya veterano, y hasta hace poco todavía no tomado en serio, pack de chicos comediantes para todo: Ben Stiller, Jack Black, Owen Wilson, Adam Sandler o Will Ferrell.

(Desgraciadamente, hay poco protagonismo femenino en el tema que destaque a la misma altura).

Si hace un par de años la comedia sensación fue Borat, y el año pasado Supersalidos, este año, por ahora se lleva la palma este nuevo artificio explosivo dirigido por un Ben Stiller que cada vez apura más la fórmula química de la acidez y la corrosión y planea por momentos dentro de una realización totalmente virtuosa: hacía tiempo que no veía que un director jugara tan bien, con tanto sentido y sin gratuidad con el punto de vista y, dentro de esta narración compleja, lo mostrara todo con pasmosa sencillez.

Ficción dentro de realidad, parodia dentro de ficción que a la vez juega a ser futura realidad (¡ay como le den el Oscar a R. Downey Jr.!). Desde el mismísimo inicio, antes que aparezcan los títulos de crédito y con esos tres fake trailers desternillantes, que ya empiezan a poner las cartas destapadas sobre la mesa, Stiller y todo su reparto en estado de gracia: desde Jack Black a Tom Cruise, desde Nick Nolte a Downey Jr., rompe el estereotipo de las películas paródicas, de las patchwork movies, dónde únicamente se trata de cortar y pegar parodias de películas emblema de un género (Scary Movie, Date Movie,...) para ensamblar una de las películas más acertadas a la hora de tergiversar la narración para descubrir sin trampa ni cartón la supuesta seriedad y saber hacer de un Hollywood megalomaniaco y ombiliguista, así como dotar de un inteligente cariz antibelicista y anti-políticas actuales toda una trama en la que se atisba la rapidez con la que crece la paranoia y los entresijos del sistema y la industria para hacer desaparecer los problemas que impiden alcanzar el verdadero y auténtico sueño americano: el amase de montañas de dinero.