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Animación. Fantástico. Aventuras. Comedia. Infantil
Cuando su dueño Andy se prepara para ir a la universidad, el vaquero Woody, el astronauta Buzz y el resto de sus amigos juguetes comienzan a preocuparse por su incierto futuro. Efectivamente todos acaban en una guardería, donde por ejemplo la muñeca Barbie conocerá al guapo Ken. Esta reunión de nuestros amigos con otros nuevos juguetes no será sino el principio de una serie de trepidantes y divertidas aventuras. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2010
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pixar lleva tiempo siendo dueña de una excelencia fruto de la constancia y el trabajo duro y de un grupo de mentes brillantes que decidieron unir fuerzas para que el mundo entero se maravillara una vez al año con sus películas. Filmes que reúnen un sinfín de virtudes y que suponen una bocanada de aire fresco a un panorama cinematográfico al que cada vez le cuesta más innovar. Propuestas nuevas. ¿Una rata que se convierte en el mejor chef de Francia? Lo compro. ¿Un robot de ojos tristones que en su soledad se dedica a limpiar nuestro planeta? Lo compro. ¿Un anciano que decide cumplir su sueño atando una gran cantidad de globos a su casa para que ésta salga en volandas? Lo compro. ¿Unos juguetes cuya existencia depende casi exclusivamente del cariño dispensado por su dueño? Fantástico, pero esto ya lo he visto antes. Dos veces. Afortunadamente, después de ver ‘Toy Story 3’, puedo decir bien alto que por mí no se corten los mandamases si pretenden seguir a Woody, Buzz y compañía durante las generaciones que les plazca.
Por si fuera poco, la providencia divina (o la planificación de los productores, que viene a ser lo mismo) ha querido que coincidan en cartelera los buques insignia de las dos factorías que teóricamente cortan el bacalao en el sector. La excusa perfecta para dejar latente una vez más que esta rivalidad lleva largo tiempo carente de fundamento, pues el Lasseter Team juega en otra liga. En un lado del ring, provinente de los hiperactivos estudios de DreamWorks tenemos a Shrek, el antaño ogro de los huevos de oro, personaje tan exprimido que ni su madre le reconocería ahora mismo (y esto que el presunto capítulo final cerró la saga de una forma mucho más digna de lo que apuntaban los peores pronósticos). En el otro lado del cuadrilátero, bajo la garantía de Pixar, tenemos a unos viejos conocidos plastificados, que han tenido más de una década para reposar, tomar fuerzas... y reciclarse.
Mientras que en el Reino de Muy Muy Lejano se ha procedido a un abuso de la fórmula originaria que ha llevado al más que previsible agotamiento de la misma y al rechazo por parte del espectador, en casa de Andy no se ha perdido ni pizca del encanto de las primeras entregas de la franquicia. Cierto que la vida de estos pequeños seres sigue girando entorno a unos personajes que raramente aparecen en pantalla; cierto que la problemática de esta nueva aventura es bastante similar a la de la anterior entrega (el hallazgo de un edén con truco ideal para sanar las heridas causadas por la falta de cariño). Pero es de Pixar de quien hablamos, de modo que seguro que detrás del proyecto hay gente que no se va a permitir acomodarse en los laureles del pasado, y que va a hacer todo lo que esté en su mano para que el espectador no se sienta nunca invadido por la sensación de déjà vu. Y así es.
Divide y vencerás. Esta máxima ya se cumplió con el milagro de Andrew Stanton y su ‘Wall•E’, y el mismo efecto se ha producido con el que fuera compañero del...
Por si fuera poco, la providencia divina (o la planificación de los productores, que viene a ser lo mismo) ha querido que coincidan en cartelera los buques insignia de las dos factorías que teóricamente cortan el bacalao en el sector. La excusa perfecta para dejar latente una vez más que esta rivalidad lleva largo tiempo carente de fundamento, pues el Lasseter Team juega en otra liga. En un lado del ring, provinente de los hiperactivos estudios de DreamWorks tenemos a Shrek, el antaño ogro de los huevos de oro, personaje tan exprimido que ni su madre le reconocería ahora mismo (y esto que el presunto capítulo final cerró la saga de una forma mucho más digna de lo que apuntaban los peores pronósticos). En el otro lado del cuadrilátero, bajo la garantía de Pixar, tenemos a unos viejos conocidos plastificados, que han tenido más de una década para reposar, tomar fuerzas... y reciclarse.
Mientras que en el Reino de Muy Muy Lejano se ha procedido a un abuso de la fórmula originaria que ha llevado al más que previsible agotamiento de la misma y al rechazo por parte del espectador, en casa de Andy no se ha perdido ni pizca del encanto de las primeras entregas de la franquicia. Cierto que la vida de estos pequeños seres sigue girando entorno a unos personajes que raramente aparecen en pantalla; cierto que la problemática de esta nueva aventura es bastante similar a la de la anterior entrega (el hallazgo de un edén con truco ideal para sanar las heridas causadas por la falta de cariño). Pero es de Pixar de quien hablamos, de modo que seguro que detrás del proyecto hay gente que no se va a permitir acomodarse en los laureles del pasado, y que va a hacer todo lo que esté en su mano para que el espectador no se sienta nunca invadido por la sensación de déjà vu. Y así es.
Divide y vencerás. Esta máxima ya se cumplió con el milagro de Andrew Stanton y su ‘Wall•E’, y el mismo efecto se ha producido con el que fuera compañero del...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
... ya citado en la también prodigiosa ‘Buscando a Nemo’: Lee Unkrich. La primera aventura en solitario de uno de los miembros más antiguos de la Pixar se salda en otro triunfo colosal de la animación digital. Aunque John Lasseter figure como el máximo responsable de las dos primeras partes de ‘Toy Story’, salta a la vista que Unkrich tuvo una implicación fuertísima tanto en la una como en la otra. Así es, cada uno de los juguetes que puebla ese pequeño gran universo sigue irradiando vida, y una humanidad impensable en unos muñecos de plástico (aunque también lo era en animales acuáticos, robots basureros... otra especialidad de la casa).
Volviendo a las comparaciones odiosas, mientras unos se entregan al abusivo referencialismo, otros hacen de la sutileza una de sus principales armas (ahí está el homenaje al maestro Hayao Miyazaki en forma de uno de los peluches de Bonnie). Mientras unos parecen tener en los chistes -cada vez más desgastados- su leitmotiv, los que ahora nos conciernen tienen un abanico mucho más extenso de recursos. Quizás uno se reirá más con las trifulcas de Shrek, pero seguro que va a perderse el resto del arsenal de emociones que le tiene preparado Unkrich y su equipo. Sonrisas, lágrimas, ternura... y un incontenible espíritu aventurero (por si aún suscitaba dudas el fichaje del guionista Michael Arndt). Todo cabe chez Pixar. Las carcajadas las sirven unos personajes ricos y entrañables, que conocemos bien pero que siguen sorprendiéndonos -¡incluso los tópicos latinos cansinos funcionan con ellos!-. El momento del pañuelito no es tan acentuado como en el excelente prólogo de ‘Up’, pero tampoco será extraño que se escape alguna lágrima durante el desenlace de ‘Toy Story 3’. Todo ello sin un segundo para respirar, pues el peligro está acechando en cada esquina, y éste deberá ser esquivado con el máximo ingenio posible. El cine clásico de aventuras toma diferentes formas, pero mantiene toda su esencia.
No deja de ser irónico que los abanderados de la animación más moderna se hayan erigido como los máximos defensores de las viejas formas de entretenimiento, aquellas que hacían volar la imaginación; aquellas que han acabado siendo los pilares de esta inagotable factoría de sueños. Servida en inteligente 3D, la enésima maravilla de Pixar encandilará una vez más a jóvenes y adultos por el carácter universal y perenne de su mensaje. Ya lo puede cantar en inglés Randy Newman o en castellano los Gipsy Kings, los peques van a entenderlo y los mayores se lo creerán. ¿Puede pedírsele algo más a una cinta familiar? Y no hay más que inclinarse ante tanta grandeza. Desde el cortometraje ‘Day & Night’ hasta los créditos finales, habremos parpadeado y ya se habrán encendido las luces. Lo que ya durará muchísimo más será la energía y sabiduría que nos hayan transmitido por tercera vez consecutiva estos maestros del amor y de la amistad. Si hay algún otro lugar donde se pueda encontrar todo esto en tan buen estado, que alguien me lo diga.
Volviendo a las comparaciones odiosas, mientras unos se entregan al abusivo referencialismo, otros hacen de la sutileza una de sus principales armas (ahí está el homenaje al maestro Hayao Miyazaki en forma de uno de los peluches de Bonnie). Mientras unos parecen tener en los chistes -cada vez más desgastados- su leitmotiv, los que ahora nos conciernen tienen un abanico mucho más extenso de recursos. Quizás uno se reirá más con las trifulcas de Shrek, pero seguro que va a perderse el resto del arsenal de emociones que le tiene preparado Unkrich y su equipo. Sonrisas, lágrimas, ternura... y un incontenible espíritu aventurero (por si aún suscitaba dudas el fichaje del guionista Michael Arndt). Todo cabe chez Pixar. Las carcajadas las sirven unos personajes ricos y entrañables, que conocemos bien pero que siguen sorprendiéndonos -¡incluso los tópicos latinos cansinos funcionan con ellos!-. El momento del pañuelito no es tan acentuado como en el excelente prólogo de ‘Up’, pero tampoco será extraño que se escape alguna lágrima durante el desenlace de ‘Toy Story 3’. Todo ello sin un segundo para respirar, pues el peligro está acechando en cada esquina, y éste deberá ser esquivado con el máximo ingenio posible. El cine clásico de aventuras toma diferentes formas, pero mantiene toda su esencia.
No deja de ser irónico que los abanderados de la animación más moderna se hayan erigido como los máximos defensores de las viejas formas de entretenimiento, aquellas que hacían volar la imaginación; aquellas que han acabado siendo los pilares de esta inagotable factoría de sueños. Servida en inteligente 3D, la enésima maravilla de Pixar encandilará una vez más a jóvenes y adultos por el carácter universal y perenne de su mensaje. Ya lo puede cantar en inglés Randy Newman o en castellano los Gipsy Kings, los peques van a entenderlo y los mayores se lo creerán. ¿Puede pedírsele algo más a una cinta familiar? Y no hay más que inclinarse ante tanta grandeza. Desde el cortometraje ‘Day & Night’ hasta los créditos finales, habremos parpadeado y ya se habrán encendido las luces. Lo que ya durará muchísimo más será la energía y sabiduría que nos hayan transmitido por tercera vez consecutiva estos maestros del amor y de la amistad. Si hay algún otro lugar donde se pueda encontrar todo esto en tan buen estado, que alguien me lo diga.