Lo malo de tratar de aprovechar las coordenadas del cine de aventuras para insuflar un poco de preocupación ecológica entre el adocenado público cinematográfico es que uno se puede quedar sin hacer una película de aventuras mínimamente entretenida y al mismo tiempo sin un vehículo coherente de reflexión social, que es lo que pasa en esta película firmada (sin mucho afán, parece) por John Huston. Trevor Howard interpreta a un activista anti cacerías de elefantes que pasa de las infructuosas peticiones a los poderes públicos y las recogidas de firmas a la acción, en forma de perdigonazos en el culo a los cazadores del marfil y otras varias formas de humillación y de atentado incruento contra ellos, con la colaboración de la cabaretera interpretada por Juliette Greco (a la que este papel de “chica” principal de la película no añadirá ninguna gloria a su mítico curriculum musical), el alcohólico interpretado por Errol Flynn y un par de excéntricos más. También Orson Welles asoma la cabeza un rato. Como amago de cine ecológico precoz (con esa referencia en el propio título a la importancia de velar por lo que antes o después va a tener consecuencias para la vida humana) merece una mención, pero su visionado no ofrece más alicientes.